Moscú en Frecuencia Abierta: Cómo la Señal de RT en Telecanal Desnudó la Batalla Geopolítica en la TV Chilena

Moscú en Frecuencia Abierta: Cómo la Señal de RT en Telecanal Desnudó la Batalla Geopolítica en la TV Chilena
2025-07-14

- El sorpresivo inicio de transmisiones del canal estatal ruso RT en la señal abierta de Telecanal activó un debate nacional sobre soberanía mediática, pluralismo y propaganda.

- La operación expuso vacíos en la regulación televisiva y desveló la opaca estructura de propiedad de Telecanal, vinculada a la red internacional Albavisión.

- El hecho polarizó al espectro político y social, enfrentando la defensa de la pluralidad de voces con las advertencias sobre la injerencia de un actor geopolítico en el ecosistema de medios chileno.

La madurez de una noticia inesperada

Santiago, Chile. Lo que comenzó a mediados de junio como una extraña anomalía en la grilla televisiva —la súbita transformación del modesto Telecanal en un repetidor 24/7 del medio estatal ruso Russia Today (RT)— ha madurado hasta convertirse en un caso de estudio sobre las complejidades de la geopolítica en la era digital. A más de un mes del hecho, la sorpresa inicial ha dado paso a un análisis profundo que desnuda las tensiones entre la libertad de información, la propaganda estatal y los vacíos en la normativa que rige las concesiones televisivas en Chile.

El 16 de junio, los televidentes de Telecanal, acostumbrados a una programación de infomerciales y series envasadas, se encontraron con noticieros y documentales producidos desde Moscú. Sin previo aviso, la señal 2.1 de televisión abierta se había convertido en la ventana de RT en Español para todo el territorio nacional. La noticia escaló rápidamente, generando perplejidad tanto en la audiencia como en la industria mediática.

El nudo regulatorio: ¿Acuerdo comercial o cesión encubierta?

La primera interrogante fue legal. El Consejo Nacional de Televisión (CNTV) aclaró prontamente que no había recibido ninguna solicitud para ceder o transferir la concesión de Telecanal a RT. Según el organismo, la operación se enmarca dentro de un acuerdo comercial para la provisión de contenidos, una figura que no requiere autorización previa. Sin embargo, el CNTV fue enfático en señalar que Telecanal mantiene la responsabilidad editorial sobre lo emitido y, por tanto, es susceptible de sanciones si el contenido infringe la normativa sobre el correcto funcionamiento de los servicios de televisión. Esta zona gris legal fue el primer gran revelador del caso: un canal nacional puede, en la práctica, tercerizar casi la totalidad de su programación a un medio estatal extranjero sin un escrutinio previo de la autoridad.

Dos perspectivas en colisión: Pluralismo vs. Soft Power

La llegada de RT activó un choque de narrativas que refleja una tensión global.

  • La visión desde Moscú: La Embajada de Rusia en Chile defendió públicamente la transmisión, enmarcando a RT como un actor que aporta "diversidad de opiniones" y fomenta el "diálogo internacional", comparándolo con otras cadenas estatales como la BBC o Deutsche Welle. El propio embajador, Vladimir G. Belinsky, en una entrevista con BioBioChile, afirmó haberse enterado "por la TV" y calificó el hecho como una "sorpresa grata", desvinculando a la embajada de la gestión y asegurando desconocer los detalles financieros. Esta postura busca posicionar a RT como una alternativa legítima al discurso mediático hegemónico de Occidente.
  • La mirada crítica: En contraste, analistas y actores políticos chilenos recordaron que RT es ampliamente considerado un instrumento de propaganda del Kremlin, financiado directamente por el Estado ruso. Su señal ha sido prohibida en la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá tras la invasión a Ucrania, acusada de difundir desinformación y justificar las acciones del gobierno de Vladimir Putin. Desde esta óptica, su aterrizaje en Chile no es un acto de pluralismo, sino una calculada jugada de "soft power" para influir en la opinión pública latinoamericana, una región donde ha intensificado su presencia tras los bloqueos en otras partes del mundo.

Detrás de la pantalla: La trama de propiedad

La investigación periodística, especialmente un reportaje en profundidad de Diario Financiero, reveló que la decisión no fue un hecho aislado. Telecanal, aunque formalmente propiedad del empresario mexicano Guillermo Cañedo White, opera en estrecha relación con La Red, ambos canales vinculados al conglomerado mediático Albavisión, del magnate Remigio Ángel González. Este conglomerado, con presencia en 14 países de Latinoamérica, ha replicado el modelo: otros canales de su red en México y Costa Rica también transmiten la señal de RT. La estructura, que involucra a abogados del prestigioso estudio DLA Piper en el directorio de Telecanal, evidencia una opacidad que dificulta el rastreo del control final y plantea interrogantes sobre la concentración de medios y su permeabilidad a intereses extranjeros.

El debate sigue abierto

La irrupción de RT en la televisión abierta chilena está lejos de ser un tema zanjado. Ha provocado la reacción de asociaciones como Anatel y oficios de fiscalización desde el Congreso. Políticamente, figuras como Daniel Jadue celebraron la llegada de una "visión distinta", mientras que parlamentarios de la UDI la calificaron de inaceptable.

Más de un mes después, la señal de RT sigue al aire. El episodio ha obligado a Chile a confrontar una realidad incómoda: las fronteras de la información son cada vez más porosas y las viejas regulaciones parecen insuficientes para navegar las turbulentas aguas de la geopolítica del siglo XXI. La pregunta que queda abierta no es solo si se debe permitir o no una señal como RT, sino cómo el país se prepara para un escenario global donde la batalla por las narrativas se libra directamente en la pantalla del televisor.

La noticia revela la intersección entre la crisis de los medios locales y las nuevas fronteras de la influencia geopolítica global. Permite analizar cómo actores estatales utilizan vacíos en ecosistemas mediáticos frágiles para proyectar poder blando, generando un debate público sobre soberanía, pluralismo informativo y la regulación de contenidos en un contexto de guerra informativa. La evolución de la historia, desde el hecho inicial hasta las reacciones institucionales y diplomáticas, ofrece un caso de estudio sobre las tensiones contemporáneas entre la libertad de expresión y la propaganda estatal.