El Dólar sin Cadenas: Crónica de los Primeros Meses del Fin del Cepo Argentino y su Onda Expansiva en Chile

El Dólar sin Cadenas: Crónica de los Primeros Meses del Fin del Cepo Argentino y su Onda Expansiva en Chile
2025-07-07

- Terapia de shock: Argentina elimina las restricciones cambiarias tras un acuerdo con el FMI, buscando unificar el tipo de cambio y estabilizar su economía.

- Narrativas en pugna: Mientras el gobierno de Milei celebra una "era dorada", la oposición denuncia mayor endeudamiento y la ciudadanía enfrenta el ajuste con una mezcla de esperanza y escepticismo.

- Impacto en Chile: La medida simplifica las transacciones para turistas y empresas, pero la prueba de fuego será la sostenibilidad del modelo y su efecto en los precios y el comercio bilateral.

El Experimento Argentino: Más Allá del Primer Impacto

A más de dos meses de que el gobierno de Javier Milei pusiera fin al llamado “cepo cambiario”, la polvareda inicial se ha asentado, revelando un panorama más complejo que la euforia de los mercados financieros. El 12 de abril de 2025, con el respaldo de un nuevo préstamo de 20.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI), Argentina desmanteló la intrincada red de controles que durante años había fragmentado su economía en múltiples tipos de cambio. La pregunta inmediata en Chile y el mundo era si el peso argentino se desplomaría. No lo hizo. El dólar oficial saltó un 12% el primer día, estabilizándose en torno a los 1.230 pesos, dentro de la nueva banda de flotación, y la temida “brecha” con el dólar paralelo o “blue” se redujo a mínimos históricos. Para el gobierno, fue una victoria contundente.

Sin embargo, superada la prueba de fuego inicial, la narrativa ha evolucionado. La atención ya no está en la cotización diaria, sino en las consecuencias estructurales de la terapia de shock. La inflación, aunque desacelerada en su medición interanual, registró un sorpresivo repunte mensual del 3,7% en marzo, un recordatorio de que la batalla contra los precios está lejos de terminar. El foco se ha desplazado ahora hacia un desafío aún más profundo y arraigado en la psique argentina: los más de 246.000 millones de dólares que los ciudadanos atesoran “bajo el colchón”, fuera del sistema financiero, un monto que supera con creces las reservas del Banco Central.

Dos Caras de la Misma Moneda: Euforia Oficial vs. Realidad Social

La medida ha profundizado la polarización del debate público. Desde la Casa Rosada, el presidente Javier Milei celebró el fin del cepo como el inicio de una “era dorada”, un paso fundamental para “terminar con décadas de horrores económicos” y convertir a Argentina en el “alumno ejemplar” del FMI. El respaldo internacional se materializó con la visita del Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, quien elogió las “audaces reformas”. En esta visión, la liberalización es un acto de fe en el mercado y un requisito indispensable para atraer inversiones.

En la vereda opuesta, figuras como el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, calificaron el anuncio como la “confesión de un fracaso”, denunciando un ciclo de “más deuda, ajuste y sumisión al FMI”. Esta perspectiva sostiene que la aparente estabilidad se logra a costa de un drástico recorte del gasto público, que paraliza la obra pública, deteriora salarios y jubilaciones, y agudiza la recesión.

Entre ambos polos, la ciudadanía argentina transita la incertidumbre. Comerciantes como Maximiliano Palacio, de Mendoza, expresaron su alivio al no tener que lidiar con listas de precios que cambiaban a diario. Para otros, como los que dependen de enviar o recibir remesas, la unificación del tipo de cambio ofrece mayor transparencia. Sin embargo, en redes sociales y testimonios a pie de calle, muchos argentinos señalan que, con la caída del poder adquisitivo, la capacidad de ahorrar en dólares —ahora legalmente accesible— sigue siendo un lujo inalcanzable.

El Eco en Chile: De la Cueva al Banco

Para los chilenos, el principal efecto visible ha sido la simplificación de las transacciones. Durante años, viajar a Argentina implicaba sumergirse en el mercado informal de los “arbolitos” y las “cuevas” para obtener un tipo de cambio “blue” favorable, una práctica riesgosa y opaca. Como explica la académica María Eugenia Delfino, la gran diferencia hoy es la posibilidad de cambiar dólares en instituciones bancarias formales a un tipo de cambio unificado y competitivo. Esto otorga seguridad y previsibilidad al turista.

Para el comercio bilateral, el panorama es más cauto. Si bien se eliminan barreras burocráticas, la sostenibilidad del modelo económico argentino y su impacto real en los precios de importación y exportación aún están por verse. La competitividad del peso argentino sigue siendo un factor clave que empresarios chilenos observan con atención.

El Contexto Histórico: Por Qué los Dólares Duermen Bajo el Colchón

El fin del cepo no puede entenderse sin comprender la desconfianza crónica de los argentinos en su moneda y en sus bancos. Este recelo no es nuevo; está forjado por crisis traumáticas como el “Rodrigazo” de 1975 y el “Corralito” de 2001, eventos que pulverizaron los ahorros de millones de personas. El cepo, implementado por primera vez en 2011 y endurecido a lo largo de los años, fue una respuesta estatal para frenar la fuga de capitales, pero a su vez alimentó la economía paralela y la obsesión por el dólar físico como único refugio de valor.

Esta historia explica por qué el gobierno de Milei ha lanzado ahora una nueva fase de su plan: un “blanqueo” de capitales que busca seducir a esos dólares guardados para que reingresen al sistema formal, incentivando la compra de propiedades o la inversión sin necesidad de justificar el origen de los fondos. Es un intento por reconstruir una confianza que se perdió hace décadas.

Un Capítulo Abierto

La historia del fin del cepo está lejos de concluir. La primera etapa, evitar una crisis cambiaria, fue superada con éxito. Ahora comienza la segunda y más difícil: demostrar que el ajuste fiscal es sostenible socialmente y que se puede reconstruir la confianza para que los capitales vuelvan a circular. El propio FMI, si bien apoyó el fin del cepo, observa con “suma atención” el nuevo blanqueo, preocupado por los estándares antilavado. El experimento argentino ha entrado en un territorio donde la estabilidad macroeconómica se juega no solo en las pizarras de la city porteña, sino en la capacidad del Estado para convencer a sus ciudadanos de que, esta vez, la historia no se repetirá.

La historia documenta el impacto de una drástica liberalización económica en un país y sus efectos transfronterizos, permitiendo analizar las consecuencias reales de una política de shock más allá de su anuncio inicial. Ofrece una narrativa completa sobre la evolución de los mercados, el comportamiento de los ciudadanos y la reconfiguración de las dinámicas económicas regionales, mostrando cómo una decisión de política interna reverbera en la vida cotidiana de naciones vecinas.