La Doctrina del Caos: Del Libre Comercio a la Guerra de Bloques, Escenarios de un Mundo Fragmentado por el Arancel

La Doctrina del Caos: Del Libre Comercio a la Guerra de Bloques, Escenarios de un Mundo Fragmentado por el Arancel
2025-07-17
  • El fin del consenso: La era de la globalización y el libre comercio basado en reglas ha dado paso a una lógica de poder transaccional y nacionalismo económico.
  • Guerra de bloques: El mundo se reconfigura en esferas de influencia económica, forzando a países como Chile a navegar entre un bloque estadounidense de acuerdos bilaterales coercitivos y un eje sino-céntrico.
  • El arancel como arma total: Las barreras comerciales ya no son solo herramientas económicas; se han convertido en instrumentos de presión geopolítica, ideológica y cultural.

El Fin de una Era: De la Globalización al Nacionalismo Transaccional

El orden económico global, construido durante décadas sobre los pilares del libre comercio y el multilateralismo, se resquebraja. La reciente andanada de medidas arancelarias impuestas por la administración de Donald Trump —desde un impuesto del 50% al cobre que pone en vilo a Chile, hasta la ruptura de tratados históricos con México y la presión sobre Brasil por razones políticas— no son actos aislados. Son las señales inequívocas de una nueva doctrina operativa: la Doctrina del Caos. Su objetivo es desmantelar el sistema existente para reemplazarlo por una red de acuerdos bilaterales donde el poder, y no las reglas, dicta los términos.

La lógica es simple y disruptiva. Donde antes se veía interdependencia, ahora se percibe vulnerabilidad. Donde había tratados multilaterales, ahora se impone la “reciprocidad” unilateral, definida y ejecutada por Washington. Anuncios como el arancel del 100% a la industria cinematográfica extranjera o los gravámenes a la Unión Europea no buscan simplemente equilibrar balanzas comerciales; buscan relocalizar industrias, reafirmar la soberanía productiva y, fundamentalmente, reescribir las reglas del juego global. La fecha límite del 1 de agosto se perfila como el primer gran punto de inflexión en esta reconfiguración forzada.

Escenario 1: El Mundo de los Bloques y las Esferas de Influencia

A medida que el antiguo orden se disuelve, un futuro probable es la consolidación de bloques económicos geográficamente definidos. Este escenario nos proyecta a un mundo tripolar, o incluso multipolar, donde las naciones se ven obligadas a alinear sus economías con una de las grandes esferas de influencia.

  • El Bloque Americano: Liderado por Estados Unidos, no se basaría en la igualdad de sus socios, sino en una serie de acuerdos bilaterales asimétricos. Países como Vietnam ya han aceptado un pacto que, si bien les garantiza acceso al mercado estadounidense, lo hace bajo condiciones estrictas y con tarifas diseñadas para contener la influencia china. México y Canadá ven cómo el T-MEC (USMCA) pierde su carácter preferencial, siendo tratados bajo la misma lógica de presión que el resto.
  • El Eje Sino-Céntrico: China, principal objetivo de la ofensiva arancelaria, acelerará la consolidación de su propia esfera a través de iniciativas como la Franja y la Ruta. Este bloque buscará la autosuficiencia en tecnologías clave y ofrecerá un modelo alternativo de comercio y financiación, atrayendo a países de Asia, África y partes de América Latina.
  • La Fortaleza Europea: La Unión Europea intentará mantener su autonomía estratégica. Su disposición a negociar un arancel universal del 10% con Washington es una muestra de pragmatismo, pero también de la tensión interna entre los intereses de sus 27 miembros. Su futuro dependerá de su capacidad para actuar como un ente unificado y no como una suma de intereses nacionales fragmentados.

Para países como Chile, cuya economía depende de la apertura global, este escenario presenta un dilema existencial: ¿alinearse con el bloque americano, arriesgando su relación con China (su principal socio comercial), o intentar un precario equilibrio que podría dejarlo aislado?

Escenario 2: La Soberanía Fragmentada y el "Sálvese Quien Pueda"

Una alternativa más caótica es que los bloques no lleguen a consolidarse plenamente, dando lugar a un desorden global generalizado. En este futuro, las alianzas serían fluidas y transaccionales, y la incertidumbre, la norma. Las cadenas de suministro, ya golpeadas por la pandemia, se acortarían drásticamente (nearshoring y reshoring), pero a un costo elevado en eficiencia y precios para el consumidor.

La volatilidad de los mercados, como el histórico salto en el precio del cobre en el Comex tras el anuncio de Trump, sería una constante. Esta distorsión, desconectada de la demanda real y ligada a la especulación arancelaria, demuestra cómo la fragmentación de los mercados puede generar disrupciones profundas. En este mundo, la resiliencia económica se convertiría en la máxima prioridad, pero para economías pequeñas y dependientes de las exportaciones, construir esa resiliencia en solitario sería una tarea titánica.

El Arancel como Arma Total: Los Puntos de Inflexión

El uso del arancel ha trascendido lo económico para convertirse en un arma de amplio espectro. La amenaza de un gravamen del 50% a Brasil está explícitamente ligada a la presión para detener el juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro, un aliado de Trump. Esto representa la instrumentalización del comercio para fines de política interna y geopolítica, un precedente que desdibuja todas las fronteras conceptuales del derecho internacional.

El futuro inmediato depende de varios puntos de inflexión críticos:

  1. La respuesta de China y la UE: ¿Optarán por una represalia total, desatando una guerra comercial a gran escala, o buscarán una acomodación pragmática que legitime el nuevo estatus quo?
  2. La reacción de los mercados: Hasta ahora, la volatilidad ha sido contenida. Una corrección bursátil severa o una crisis del dólar podrían ser los únicos frenos efectivos a la escalada actual.
  3. El impacto en el consumidor: La retórica proteccionista funciona mientras sus costos no se trasladen masivamente a los precios. El momento en que la inflación se dispare en Estados Unidos podría cambiar el cálculo político interno.

Independientemente del escenario que prevalezca, una certeza emerge: la era de un comercio global predecible y basado en reglas compartidas ha terminado. El péndulo de la historia oscila desde la cooperación hacia la confrontación. El desafío para las naciones, las empresas y los ciudadanos no es ya cómo prosperar en un mundo abierto, sino cómo sobrevivir y encontrar un lugar en uno que se define por sus murallas.

La historia representa una ruptura fundamental con el paradigma de la globalización de las últimas décadas, mostrando una clara evolución desde amenazas retóricas hasta acciones concretas con consecuencias económicas y geopolíticas visibles a nivel mundial. Su desarrollo permite analizar la reconfiguración de alianzas, el resurgimiento del proteccionismo y los futuros de la soberanía económica en un orden internacional cada vez más fragmentado. El tema ha madurado lo suficiente para observar los efectos en cadena, desde la volatilidad de los mercados hasta las respuestas políticas de diversas naciones, ofreciendo un caso de estudio sobre el poder, la interdependencia y la fragilidad del sistema global.