A más de dos meses del día en que las cortinas de las 51 tiendas Corona bajaron por última vez, el silencio en sus locales vacíos resuena como un eco del profundo cambio que atraviesa el retail chileno. El cierre de la emblemática multitienda, fundada en 1955 por el inmigrante Leonardo Schupper, no fue solo el fin de un negocio familiar de 70 años; fue la manifestación más visible de una metamorfosis estructural que está redefiniendo el comercio en Chile.
El colapso de Corona se gestó a fuego lento, pero su desenlace fue abrupto. A pesar de haber logrado un acuerdo de reorganización judicial con sus acreedores el 5 de junio de 2025, la supervivencia de la empresa pendía de un hilo: conseguir $22 mil millones en financiamiento fresco antes del 30 de junio. La fecha llegó y los fondos nunca se materializaron. Los bancos, incluidos actores clave como Banco Internacional, BCI y Security, que inicialmente habían respaldado el plan, finalmente negaron el crédito, precipitando la liquidación.
Las escenas que se vivieron en los días finales, con multitudes agolpándose para aprovechar remates de "todo a cinco lucas", fueron el retrato de un final agónico. Para los casi 1.800 trabajadores que perdieron su empleo, la liquidación fue el fin de su fuente laboral. Para los consumidores, especialmente en regiones donde Corona tenía una fuerte presencia, significó la pérdida de una opción de compra accesible y un actor relevante en las economías locales.
La caída de Corona no puede atribuirse a una única causa. Fue el resultado de una confluencia de factores que erosionaron sus cimientos durante años.
1. El Conflicto Familiar y la Falta de Liderazgo: Fuentes cercanas a la empresa revelaron profundas desavenencias entre los hermanos Schupper, herederos del fundador. Estos conflictos habrían dificultado la toma de decisiones estratégicas y la inyección de capital fresco en momentos críticos. A pesar de que la familia postergó cobros de arriendos por cerca de $27 mil millones, no lograron un acuerdo para salvar la compañía, ni siquiera ante la fallida venta a un inversionista chino que se retiró por cambios en la política arancelaria global.
2. Un Entorno Económico Desafiante: La empresa nunca se recuperó del todo de los saqueos durante el estallido social de 2019, que afectaron a la mitad de sus tiendas, y del cierre total durante la pandemia. La posterior caída del consumo, la alta inflación y el aumento de costos operativos crearon un escenario insostenible. Corona, ya debilitada por una primera reorganización en 2020, no tuvo la liquidez para resistir este segundo embate.
3. La Incapacidad de Adaptación Digital: Mientras Corona luchaba por su supervivencia física, el mundo digital prosperaba. El CyberDay de junio de 2025 rompió récords con ventas superiores a los 520 millones de dólares. Gigantes como Walmart anunciaban que su negocio de e-commerce alcanzaría la rentabilidad ese mismo año. Este contraste es brutal: el modelo de negocio de Corona, centrado en la tienda física y un brazo financiero debilitado —habían dejado de emitir su tarjeta de crédito—, no pudo competir con la agilidad, la escala y la inversión tecnológica de los nuevos actores del mercado.
El fin de Corona generó un debate que trasciende lo meramente empresarial.
Desde una perspectiva económica, analistas señalan que es un caso de libro sobre la destrucción creativa: un modelo de negocio que no supo o no pudo evolucionar, condenado a desaparecer. Competidores como Hites, por ejemplo, reaccionaron a la crisis del sector buscando un aumento de capital para fortalecer su negocio financiero, una de las áreas que Corona había descuidado.
Desde el ámbito político y social, surgieron duras críticas. El excandidato presidencial Marco Enríquez-Ominami calificó el cierre como "el colapso de un modelo empresarial obsoleto" y denunció la "irresponsabilidad inexcusable del grupo empresarial", apuntando a una falla en la gestión que dejó a miles de familias desamparadas. Esta visión pone el foco en la responsabilidad social de los dueños y en la necesidad de marcos regulatorios que protejan a los trabajadores ante liquidaciones.
Para los trabajadores y sindicatos, la quiebra es la crónica de una mala administración que no supo reinvertir ni modernizarse, y donde el costo final lo pagaron los empleados. La caída de Corona se suma a la de otras empresas textiles y de retail, como la sociedad de los hermanos Sauer, evidenciando la fragilidad de un sector completo.
El caso Corona está cerrado, pero las preguntas que deja abiertas siguen vigentes. ¿Qué pasará con los grandes locales que ocupaban en centros urbanos de todo Chile? ¿Están otros actores tradicionales del retail en una situación similar? La respuesta parece apuntar hacia un modelo híbrido, donde la tienda física no desaparece, pero se transforma en un centro de experiencia y logística para el canal online.
La caída de Corona es un recordatorio contundente de que en la economía actual, la historia y la tradición no son suficientes para garantizar la supervivencia. La capacidad de adaptación, la inversión en tecnología y una visión de futuro clara son las verdaderas claves para no convertirse en la próxima crónica de una muerte anunciada.