El Despertar de la Materia: De la Cancha de Fútbol al Quirófano, los Futuros de un Mundo Co-habitado por Robots Autónomos:Escenarios Proyectados: De la Obsolescencia del "Experto" Humano a la Soberanía Algorítmica del Espacio Físico

El Despertar de la Materia: De la Cancha de Fútbol al Quirófano, los Futuros de un Mundo Co-habitado por Robots Autónomos:Escenarios Proyectados: De la Obsolescencia del
2025-07-18
  • Divergencia radical: Mientras los robots humanoides tropiezan en el campo de juego, sistemas especializados alcanzan una precisión quirúrgica sobrehumana.
  • El fin del experto: La automatización avanza desde tareas manuales a competencias cognitivas de alta especialización, cuestionando el futuro de profesiones como la medicina.
  • Soberanía algorítmica: La IA no solo procesa datos, sino que comienza a controlar y reconfigurar el espacio físico, desde quirófanos hasta ciudades, planteando nuevos dilemas éticos y de poder.

La Paradoja del Cuerpo Sintético: Torpeza Pública, Maestría Privada

En los últimos meses, el mundo ha sido testigo de dos espectáculos robóticos que, aunque aparentemente contradictorios, definen las dos velocidades a las que avanza la autonomía física. Por un lado, vimos a robots humanoides trotar con torpeza en una media maratón en Beijing y luego patear un balón con la coordinación de un niño de cinco años en el primer torneo de fútbol para IA. Estos eventos, ampliamente difundidos, mostraron máquinas que necesitaban asistencia humana para no caer, cambiar baterías o evitar chocar entre sí. La imagen pública es clara: la robótica de propósito general, aquella que busca imitar la versatilidad del cuerpo humano en entornos dinámicos y abiertos, sigue en una fase embrionaria, casi cómica.

Sin embargo, lejos de los estadios y en el silencio de un laboratorio, una realidad muy distinta tomaba forma. Investigadores de las universidades Johns Hopkins y Stanford anunciaron que su robot SRT-H había realizado una colecistectomía (extirpación de vesícula) de forma completamente autónoma, con una tasa de éxito del 100% en un modelo anatómico realista. A diferencia de sus contrapartes atletas, este sistema no seguía un guion rígido. Entrenado con videos de cirujanos humanos y dotado de una IA similar a la de los grandes modelos de lenguaje, el SRT-H pudo identificar tejidos, adaptarse a variaciones anatómicas y tomar decisiones en tiempo real con una precisión comparable a la de un profesional. Esta divergencia no es una falla, sino una señal fundamental: la autonomía robótica no avanza de manera uniforme. Progresa a pasos agigantados en entornos controlados, tareas especializadas y aplicaciones de alto valor, mientras se arrastra en el complejo e impredecible mundo físico general.

La Obsolescencia Programada del Experto Humano

El hito del robot cirujano SRT-H trasciende la mera automatización de una tarea. Desafía una de las suposiciones más arraigadas sobre el futuro del trabajo: que las profesiones que requieren alta especialización, juicio y destreza manual fina estaban a salvo de la disrupción tecnológica. El sistema no solo ejecutó movimientos, sino que aprendió por imitación y demostró capacidad de adaptación, dos pilares de la pericia humana. Como señaló el académico Pedro Salcedo-Lagos, los modelos de IA “construyen el mundo a través del lenguaje” con el que son entrenados. El SRT-H construye su realidad quirúrgica a partir de la observación de los mejores cirujanos, planteando preguntas ineludibles: ¿Podría un robot, entrenado con miles de cirugías exitosas, llegar a ser más fiable y cometer menos errores que un humano sujeto a la fatiga, el estrés o la variabilidad de su habilidad?

Este avance proyecta una sombra sobre el concepto mismo de “experto”. Si un procedimiento tan complejo puede ser codificado y ejecutado por una máquina, ¿qué sigue? El diagnóstico médico, el análisis legal, la auditoría financiera o incluso la ingeniería de software podrían ser los próximos dominios en ser redefinidos. El futuro no parece ser uno donde los robots simplemente reemplazan el trabajo manual, sino uno donde desafían el monopolio humano sobre el conocimiento especializado. La conversación, como ya se inicia en Chile con proyectos de cirugía robótica en hospitales públicos como el de La Serena, se desplaza de la eficiencia a la redefinición de roles. El cirujano del futuro podría no ser quien empuña el bisturí, sino quien supervisa una flota de brazos robóticos, audita sus decisiones y maneja las implicancias éticas de una intervención sin autoría humana directa.

Hacia la Soberanía Algorítmica del Espacio Físico

La irrupción de robots autónomos en el quirófano es la punta de lanza de una tendencia mucho más profunda: la transferencia del control del espacio físico a agentes no humanos. Un robot cirujano ejerce una soberanía algorítmica sobre el micro-universo del cuerpo del paciente. Extrapolando esta lógica, estamos en la antesala de sistemas que gestionarán espacios mucho más amplios y complejos. Almacenes donde enjambres de robots organizan inventarios sin intervención humana ya son una realidad. El siguiente paso son los sistemas de tráfico urbano, las redes de distribución de energía o incluso la seguridad pública, todos gestionados por IA con actuadores físicos (drones, vehículos autónomos, brazos robóticos).

Este traspaso de control del mundo físico a algoritmos plantea un nuevo contrato social y tecnológico. ¿Quién es responsable si un sistema de tráfico autónomo optimiza el flujo a costa de un accidente? ¿Qué sesgos se incorporan en un robot de seguridad que patrulla un barrio? ¿Cómo se audita o apela una decisión tomada por una máquina que controla una infraestructura crítica? La torpeza de los robots futbolistas puede generar una falsa sensación de seguridad, haciéndonos subestimar la velocidad con la que sistemas mucho más sofisticados, aunque invisibles para el público, están asumiendo el control de funciones esenciales de nuestra sociedad. La verdadera revolución no está en los robots que se parecen a nosotros, sino en la inteligencia invisible que comienza a orquestar el mundo material.

Futuros Plausibles: Colaboración, Competencia o Coexistencia Regulada

El camino hacia este futuro co-habitado no está escrito. Tres escenarios dominantes se perfilan en el horizonte, y las decisiones que tomemos hoy determinarán cuál de ellos prevalecerá.

  1. El Futuro Colaborativo: En este escenario, los humanos conservan un rol central de supervisión, estrategia y juicio ético. Los robots son herramientas avanzadas, “colegas” sintéticos que aumentan las capacidades humanas. El cirujano se convierte en un director de orquesta quirúrgica; el logista, en un estratega de flotas autónomas. Es el modelo del “centauro”, donde la combinación humano-máquina supera a cualquiera de las partes por separado.
  1. El Futuro Competitivo: Impulsado por la eficiencia económica, la automatización avanza hacia el reemplazo total en dominios donde las máquinas demuestran ser más baratas, rápidas y seguras. Esto podría generar una dislocación laboral sin precedentes, afectando no solo a los trabajadores manuales sino a las clases profesionales, y exacerbando la desigualdad si no se implementan nuevos modelos de distribución de la riqueza y el trabajo.
  1. El Futuro Regulado: En respuesta a los riesgos éticos y sociales, la sociedad impone marcos regulatorios estrictos. Se definen legalmente las áreas de “soberanía humana”, prohibiendo la autonomía total en sectores críticos como la justicia o la defensa. El debate sobre la transparencia, la responsabilidad y el control de los algoritmos se convierte en un eje central de la política del siglo XXI, generando una tensión constante entre la innovación tecnológica y la cohesión social.

Los tropiezos en la cancha y la perfección en el quirófano no son más que los primeros párrafos de este nuevo capítulo. Nos recuerdan que la tecnología es un espejo de nuestras prioridades y un motor de futuros posibles. La pregunta fundamental ya no es si las máquinas actuarán en nuestro mundo, sino cómo negociaremos los términos de esa coexistencia.

La historia documenta una aceleración tecnológica sin precedentes, transitando en pocos meses desde la anécdota de la competencia lúdica a la realidad de la intervención autónoma en dominios de alta complejidad como la cirugía. Esta evolución narrativa obliga a examinar los inminentes desplazamientos en el mercado laboral, la redefinición del concepto de 'habilidad' y los profundos dilemas éticos y de gobernanza que surgen cuando la inteligencia artificial adquiere agencia física en el mundo real. El tema permite proyectar escenarios sobre la coexistencia, la competencia y la inevitable fusión entre la inteligencia humana y la robótica en los espacios más críticos de la sociedad.