El Fantasma de Caripilún: Cómo el Caso sin Culpables de Tomás Bravo Proyecta los Futuros de la Justicia, la Verdad y la Memoria Colectiva en Chile

El Fantasma de Caripilún: Cómo el Caso sin Culpables de Tomás Bravo Proyecta los Futuros de la Justicia, la Verdad y la Memoria Colectiva en Chile
2025-07-19

- El fracaso del Estado en el caso Tomás Bravo acelera la erosión de la confianza en el sistema judicial, proyectando un futuro de cinismo institucional.

- Ante el vacío estatal, emerge la "Justicia Ciudadana": un escenario dual donde la participación comunitaria puede derivar en un vigilantismo sin control.

- La tecnología se perfila como un nuevo árbitro: la "Verdad Algorítmica" promete objetividad, pero arriesga una nueva forma de opacidad y dependencia tecnológica.

La absolución de Jorge Escobar, tío abuelo de Tomás Bravo, no es el cierre de un capítulo, sino la apertura de una profunda grieta en la conciencia nacional. Más de cuatro años después de la desaparición y muerte del niño en Caripilún, el veredicto unánime del Tribunal de Cañete no solo deja el caso sin culpables, sino que certifica un fracaso investigativo y judicial que resuena mucho más allá de los tribunales. El caso se ha convertido en un doloroso símbolo, un catalizador que proyecta las tensiones y posibles transformaciones en la manera en que Chile concebirá la justicia, la verdad y la memoria en las próximas décadas. Las señales actuales nos permiten vislumbrar tres escenarios futuros, no excluyentes, que se disputan el porvenir: el afianzamiento del "Fracaso Sistémico", el auge de una "Justicia Ciudadana" y la irrupción de una "Verdad Algorítmica".

Escenario 1: El Fracaso Sistémico como Futuro Inercial

La trayectoria del caso Tomás Bravo es una hoja de ruta de la desconfianza. Desde un sitio del suceso mal resguardado y peritajes contradictorios hasta una acusación por abandono que el tribunal consideró carente de pruebas, cada etapa ha reforzado la percepción de un sistema judicial ineficaz y superado. La absolución de Escobar, fundamentada en la falta de pruebas y la existencia de una “duda razonable” sobre la intervención de terceros, es la validación judicial de lo que la ciudadanía ya sentía: el Estado falló.

Este no es un hecho aislado. Se inscribe en un contexto más amplio de crisis de legitimidad, donde errores como la liberación por error de un sicario o la lentitud en causas de alto impacto alimentan un relato de impunidad. Si esta tendencia se mantiene, el futuro inercial de Chile es uno de cinismo institucionalizado. La desconfianza en la policía, fiscalías y tribunales se volverá endémica, generando una ciudadanía que no espera justicia del sistema, sino que asume la impunidad como una regla. En este escenario, la memoria colectiva de casos como el de Tomás no será un llamado a la mejora, sino una cicatriz que recuerda la impotencia y la desconexión entre las instituciones y la gente.

Escenario 2: El Amanecer de la "Justicia Ciudadana", entre la Vigilancia y el Vigilantismo

El vacío dejado por el Estado no permanece desocupado. La masiva búsqueda inicial de Tomás, organizada en gran parte por civiles, fue la primera señal de un fenómeno que ha crecido en la era digital: la "Justicia Ciudadana". Ante la inoperancia percibida, la sociedad se organiza, investiga y, a veces, juzga.

Este impulso proyecta un futuro de doble filo. Por un lado, podría evolucionar hacia una fiscalización ciudadana constructiva. Imaginemos comités de vigilancia con poder real para auditar investigaciones, plataformas de crowdfunding para financiar peritajes independientes o el uso de tecnología comunitaria (drones, análisis de datos abiertos) para complementar las pesquisas oficiales. Este camino podría forzar una mayor transparencia y rendición de cuentas del aparato estatal.

Sin embargo, el riesgo latente es su deriva hacia el vigilantismo. En un ecosistema de desinformación, las redes sociales se convierten en tribunales populares donde la "funa" reemplaza al debido proceso. La especulación se confunde con evidencia y la presunción de inocencia se desvanece. El caso Bravo ya ha mostrado destellos de esto, con facciones de la opinión pública condenando a distintos actores sin pruebas concluyentes. Si este es el camino dominante, el futuro de la justicia podría fragmentarse en una serie de micro-juicios digitales, tan rápidos como falibles, erosionando cualquier posibilidad de una verdad compartida y reparadora.

Escenario 3: La "Verdad Algorítmica", ¿Solución Tecnocrática o Nueva Opacidad?

Un elemento clave en la absolución de Jorge Escobar fue la pericia de un experto que, analizando videos de una cámara de seguridad, sugirió la presencia de un tercero. Este detalle es una poderosa señal de futuro: cuando los métodos tradicionales de investigación fracasan, la tecnología emerge como un potencial árbitro de la verdad.

Esto nos proyecta a un escenario de "Verdad Algorítmica". En el mediano y largo plazo, podríamos ver investigaciones criminales donde la inteligencia artificial (IA) asume un rol protagónico. Sistemas de IA analizarían de forma masiva y cruzada datos de cámaras de vigilancia, geolocalización, transacciones y comunicaciones para identificar patrones, inconsistencias y sospechosos con una velocidad y capacidad inalcanzables para el ser humano. Los informes generados por algoritmos podrían convertirse en la prueba reina en los juicios del futuro.

El punto de inflexión crítico será la transparencia. ¿Serán estos algoritmos auditables y comprensibles, o funcionarán como "cajas negras" cuyas conclusiones debemos aceptar por fe? La promesa de una justicia objetiva y eficiente podría dar paso a una nueva forma de opacidad, donde la falibilidad humana es reemplazada por el sesgo algorítmico y el error de código. El debate futuro podría no ser sobre la credibilidad de un fiscal, sino sobre la fiabilidad de un software, planteando un desafío inédito a los fundamentos del derecho.

La Encrucijada de la Confianza

Estos tres futuros no son profecías, sino posibilidades latentes en el presente. Lo más probable es que el porvenir sea un híbrido complejo: un sistema judicial que lucha por no volverse irrelevante, una ciudadanía cada vez más activa en la exigencia de justicia y una tecnología que ofrece soluciones tan potentes como riesgosas. El caso de Tomás Bravo ha dejado al descubierto que la crisis más profunda no es solo de gestión, sino de confianza. La forma en que Chile decida reconstruir ese pilar fundamental definirá no solo el futuro de su justicia, sino también la capacidad de su sociedad para procesar sus traumas y construir una memoria colectiva que, en lugar de dividir, permita sanar.

Esta historia encapsula una herida social profunda y un punto de inflexión narrativo. La absolución del único imputado, tras años de intensa cobertura mediática y escrutinio público, transforma un caso criminal en un símbolo del fracaso institucional y la crisis de la verdad. Su evolución permite analizar la frágil relación entre justicia, medios de comunicación y opinión pública, proyectando escenarios sobre el futuro de la confianza, la búsqueda de culpables en una sociedad polarizada y la memoria colectiva ante la ausencia de un cierre.