El Dilema del No Alineado: De la Cumbre BRICS a los Futuros de la Soberanía Chilena en un Mundo Fracturado

El Dilema del No Alineado: De la Cumbre BRICS a los Futuros de la Soberanía Chilena en un Mundo Fracturado
2025-07-19
  • La asistencia de Chile a la cumbre BRICS+ no es un hecho aislado, sino el síntoma de una encrucijada estratégica en un orden global que se fragmenta.
  • El país enfrenta tres futuros probables: una lealtad renovada con Occidente, un pivote decisivo hacia el Sur Global liderado por BRICS+, o un equilibrio precario cada vez más difícil de sostener.
  • La ruta que se elija redefinirá la soberanía económica, la política exterior y la identidad nacional de Chile para las próximas décadas, con consecuencias directas sobre sus recursos estratégicos y su rol en el mundo.

La Señal: Más Allá de una Cumbre

La participación del Presidente Gabriel Boric en la cumbre BRICS+ en julio de 2025, lejos de ser un mero acto protocolar, ha funcionado como un catalizador, destapando un debate latente y profundo sobre el futuro de la inserción de Chile en el mundo. La polémica interna que generó —con una oposición que alertaba sobre la inconsistencia de sentarse junto a regímenes como los de Rusia, China e Irán, y un gobierno que defendía el pragmatismo de dialogar con potencias emergentes— es la señal más clara de que la tradicional política exterior chilena, basada en un no alineamiento pragmático y una apertura comercial universal, enfrenta su mayor prueba de estrés en décadas.

En un planeta que transita desde un orden unipolar hacia una competencia abierta entre bloques, la pregunta ya no es si Chile puede mantener relaciones cordiales con todos, sino por cuánto tiempo más podrá hacerlo sin verse forzado a tomar decisiones estratégicas de largo aliento. El gesto diplomático en Río de Janeiro ha abierto la puerta a tres escenarios futuros, cada uno con sus propias promesas, riesgos y renuncias.

Escenario 1: La Lealtad Occidental Renovada

Este futuro se materializa si Chile concluye que los costos de un acercamiento al bloque BRICS+ superan con creces los beneficios. Impulsado por una posible escalada de tensiones globales, presiones directas de socios tradicionales como Estados Unidos —que, según analistas, podría pasar de las advertencias a la imposición de aranceles— o un cambio de timón en la política interna chilena, el país optaría por reafirmar y profundizar sus alianzas históricas con Norteamérica y Europa.

  • Consecuencias Probables: Políticamente, Chile consolidaría su identidad como una democracia liberal, alineando sus posturas en foros internacionales con las de Occidente en materias de derechos humanos y seguridad. Económicamente, buscaría asegurar su acceso preferencial a mercados de alto valor y tecnología avanzada, protegiéndose de la volatilidad geopolítica asociada al bloque rival. Sin embargo, el precio sería una menor autonomía estratégica y el riesgo de sufrir represalias económicas por parte de China, su principal socio comercial. Chile quedaría anclado a un lado del nuevo telón de acero, con todo lo que ello implica.
  • Voces del Futuro: Este escenario es el preferido por sectores de la derecha política y círculos empresariales que ven en la estabilidad de las reglas del juego occidentales la mayor garantía para la prosperidad del país. Advierten que coquetear con el BRICS+ es “intoxicar” las relaciones comerciales y traicionar una tradición diplomática de predictibilidad.

Escenario 2: El Pivote hacia un Nuevo Sur Global

En esta ruta alternativa, Chile interpreta el ascenso de BRICS+ no como una amenaza, sino como una oportunidad histórica para diversificar su dependencia y ganar soberanía. La decisión sería avanzar desde la condición de invitado a una asociación más formal con el bloque, atraído por la promesa de un orden mundial multipolar y el acceso a nuevas arquitecturas financieras como el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), concebido como una alternativa al FMI y al Banco Mundial.

  • Consecuencias Probables: Los beneficios potenciales incluyen el acceso a gigantescos mercados en crecimiento y a fuentes de inversión para infraestructura con menos condicionalidades políticas que las occidentales. Chile podría posicionarse como un puente entre Latinoamérica y el pujante bloque euroasiático-africano. No obstante, los riesgos son enormes: una potencial confrontación diplomática y económica con Estados Unidos, la incomodidad de compartir mesa con regímenes autoritarios cuyas visiones sobre la democracia y los derechos humanos son diametralmente opuestas, y el peligro de pasar de una dependencia a otra, esta vez con China como actor hegemónico.
  • Voces del Futuro: Este camino resuena con sectores de la izquierda y corrientes que abogan por una política exterior “desde el sur”, que desafíe las jerarquías globales heredadas. Ven en el pragmatismo del gobierno actual un primer paso, aunque tímido, en la dirección correcta para un mundo que ya cambió.

Escenario 3: El Equilibrista Precario

Este es el escenario de la inercia estratégica: intentar mantener un pie en cada canoa. Chile continuaría su política de maximizar los beneficios económicos de su relación con China, mientras busca mantener su alianza política y de seguridad con Estados Unidos. Es el arte de la ambigüedad calculada, una estrategia que le ha servido bien al país en el pasado.

  • Consecuencias Probables: A corto plazo, esta parece la opción más racional, pues evita una ruptura traumática con cualquiera de los dos polos. Sin embargo, a medida que la competencia entre superpotencias se intensifique, este camino se volverá un campo minado. Chile correría el riesgo de ser percibido como un socio poco fiable por ambos bandos, quedando expuesto a presiones cruzadas. Decisiones sobre la explotación del litio, el desarrollo de redes 5G o votaciones críticas en la ONU se convertirían en pruebas de lealtad con un alto costo por cualquier lado. La habilidad para navegar estas aguas turbulentas requeriría una destreza diplomática excepcional y un consenso político interno hoy inexistente.
  • Voces del Futuro: Académicos como Jorge Sahd han advertido sobre la inviabilidad de esta postura a largo plazo, señalando que los costos de la “incomodidad geopolítica” podrían terminar superando los beneficios económicos. Es el camino del presente, pero su fecha de caducidad parece acercarse.

Puntos de Inflexión y un Futuro Abierto

El rumbo que tome Chile no dependerá solo de su propia voluntad. Factores externos como el resultado de las próximas elecciones en Estados Unidos, la evolución del conflicto en Medio Oriente o la propia cohesión interna del heterogéneo bloque BRICS+ serán determinantes. A nivel interno, el futuro de la política exterior chilena se decidirá en las urnas y en la capacidad de sus élites para forjar un consenso sobre el interés nacional que trascienda a los gobiernos de turno.

La era de la globalización feliz, donde la economía y la política podían transitar por carriles separados, ha terminado. La asistencia a una cumbre ha dejado al descubierto que Chile debe comenzar a pensar no solo en sus próximos acuerdos comerciales, sino en su lugar fundamental en el nuevo mapa del poder mundial. La decisión, implícita o explícita, definirá si el país sigue siendo un ancla de Occidente en Sudamérica, un pionero en la construcción de un Sur Global autónomo, o si se arriesga a ser arrastrado por las corrientes de un mundo fracturado.

La historia encapsula el dilema estratégico fundamental que enfrentan las potencias medias en un orden global en plena reconfiguración. La decisión de un país de asistir a una cumbre de potencias emergentes se convierte en el catalizador de un debate nacional profundo sobre identidad, soberanía y el futuro de sus alianzas económicas y políticas. Este evento, con sus repercusiones visibles en el debate público y político, ofrece un caso de estudio perfecto para analizar las tensiones entre el pragmatismo económico y la coherencia ideológica, permitiendo proyectar escenarios futuros sobre cómo las naciones navegan la creciente polarización mundial.