El Martillo y el Cristal: De la Liberación de un Sicario a los Futuros de la Justicia Asediada

El Martillo y el Cristal: De la Liberación de un Sicario a los Futuros de la Justicia Asediada
2025-07-20
  • La liberación de un sicario por un error sistémico no es un hecho aislado, sino el catalizador de una crisis de confianza en el Estado.
  • El futuro de la justicia chilena se debate entre un modelo de "mano dura" que arriesga la independencia judicial y una decadencia institucional por inacción política.
  • La respuesta a esta crisis definirá si Chile avanza hacia un fortalecimiento democrático o cede a la presión del populismo punitivo y la penetración del crimen organizado.

El Punto de Quiebre

Un oficio electrónico, emitido minutos después de una audiencia judicial, fue suficiente para dejar en libertad a un sicario de alta peligrosidad. Este evento, que podría catalogarse como un simple error administrativo, ha funcionado como un martillo que golpea el frágil cristal de la confianza ciudadana en el sistema de justicia. No se trata de una fisura aislada, sino de la manifestación visible de tensiones que han madurado bajo la superficie: la audacia creciente del crimen organizado, la permeabilidad de las instituciones del Estado y una profunda polarización política en torno a la seguridad.

La liberación del sicario Osmar Ferrer no es la causa de la crisis, sino su más potente símbolo. Ocurre en un contexto donde ya se debatía la creación de una Fiscalía Supraterritorial con un poder centralizado que inquieta a los expertos; donde las candidatas presidenciales ofrecen diagnósticos tan divergentes como la "falta de autoridad" de Carolina Tohá y el llamado a la unidad al estilo Medellín de Evelyn Matthei; y donde la sombra de los "narcomilitares" confirma que ni siquiera las Fuerzas Armadas son inmunes a la corrupción. Este golpe de martillo, por tanto, no solo rompe la imagen de un sistema funcional, sino que abre la puerta a futuros radicalmente distintos para la justicia y el Estado de Derecho en Chile.

Escenario 1: El Futuro del Puño de Hierro

Impulsado por el miedo ciudadano y la capitalización política del caos, este escenario proyecta un giro hacia el autoritarismo securitario. La demanda de orden a cualquier costo se convierte en el mandato principal. La solicitud de Evelyn Matthei de convocar al Consejo de Seguridad Nacional (Cosena) es la señal de partida: las respuestas excepcionales se normalizan y la seguridad nacional se convierte en el argumento para supeditar otros poderes del Estado.

En este futuro, la Fiscalía Supraterritorial, liderada por una figura de la "exclusiva confianza" del Fiscal Nacional, se transforma en un ente con un poder sin contrapesos efectivos. Su misión de perseguir el crimen organizado podría, bajo presión política, ampliarse para incluir la disidencia o adversarios políticos, erosionando la independencia judicial. La justicia se vuelve un instrumento de la política de seguridad, donde la celeridad y la dureza de las sentencias priman sobre las garantías del debido proceso. La histórica contienda entre justicia militar y civil se resuelve de facto, otorgando a las Fuerzas Armadas un rol protagónico en la seguridad interior, desdibujando permanentemente la frontera entre defensa y orden público. El riesgo latente es que, en la búsqueda de aniquilar al monstruo del crimen, el propio Estado adopte rasgos monstruosos.

Escenario 2: El Futuro de la Decadencia Fragmentada

Una trayectoria alternativa es la de la inacción y el desgaste. La investigación sobre la liberación del sicario concluye en un laberinto de fallas burocráticas y responsabilidades diluidas, sin identificar una red de corrupción clara. El resultado no es la reforma, sino el cinismo. La ciudadanía asume que el sistema es irremediablemente incompetente y poroso.

En este escenario, la polarización política impide los acuerdos necesarios para una reforma estructural. La Fiscalía Supraterritorial se enreda en disputas de competencia con las fiscalías regionales, y su poder se ve limitado por la propia inercia del sistema que pretendía reformar. La desconfianza se cronifica. Los ciudadanos que pueden permitírselo se refugian en la seguridad privada, mientras que en los territorios abandonados por el Estado, formas de justicia paralela, impuestas por bandas criminales, ganan legitimidad. El crimen organizado no necesita tomarse el poder central; le basta con prosperar en las grietas de un Estado fragmentado y un sistema de justicia que ha perdido la credibilidad. Chile se acostumbra a convivir con un nivel de violencia e impunidad que antes consideraba inaceptable.

Escenario 3: El Futuro de la Reforma Resiliente

Este futuro, aunque menos probable, no es imposible. El shock provocado por el "martillazo" actúa como un electroshock colectivo que obliga a los actores clave a salir de sus trincheras. Una masa crítica de juristas, académicos, políticos pragmáticos y una sociedad civil activa logran encauzar la indignación hacia una agenda de modernización profunda.

La discusión trasciende el populismo punitivo. Se aborda la vulnerabilidad de los sistemas informáticos del Poder Judicial, se legisla para acotar de manera definitiva la competencia de la justicia militar a delitos de estricta naturaleza castrense y se establecen mecanismos de control y rendición de cuentas robustos para la nueva Fiscalía Supraterritorial, asegurando su autonomía de los ciclos políticos. Se entiende que la lucha contra el crimen organizado no depende de un "súper fiscal", sino del fortalecimiento de toda la cadena: inteligencia financiera, policías con capacidades investigativas de alta complejidad, un Ministerio Público con recursos y un sistema penitenciario que funcione. Este camino es más lento y menos espectacular, pero busca reconstruir el cristal de la confianza sobre bases más sólidas y transparentes, fortaleciendo la democracia en el proceso.

La Encrucijada Institucional

La tendencia dominante en el corto y mediano plazo será una intensificación de la politización de la justicia. La seguridad se ha instalado como el eje de la contienda política y cada fallo del sistema será utilizado como arma arrojadiza. El mayor riesgo es sacrificar los principios del Estado de Derecho en el altar de una seguridad ilusoria.

La liberación de un sicario ha puesto a Chile frente a un espejo que le devuelve una imagen incómoda. La pregunta fundamental que se desprende de este episodio no es solo cómo pudo ocurrir, sino qué se hará para que no se repita. La respuesta determinará si el país opta por seguir golpeando con el martillo hasta que solo queden escombros, o si emprende la compleja tarea de recoger los fragmentos para forjar un sistema de justicia que esté verdaderamente a la altura de los desafíos del siglo XXI.

La historia encapsula una tensión fundamental de las democracias contemporáneas: el conflicto entre la independencia de las instituciones judiciales y la creciente demanda de seguridad por parte de la ciudadanía, a menudo instrumentalizada políticamente. Un fallo judicial específico actúa como catalizador, desatando un debate público que revela fracturas profundas en la confianza social y en el equilibrio de poderes del Estado. La evolución de la narrativa, desde el acto judicial inicial hasta la escalada política y el debate sobre la estructura del sistema de justicia, permite un análisis profundo sobre el futuro de la legitimidad institucional, el uso de la seguridad como herramienta electoral y la resiliencia del Estado de derecho frente a presiones populistas.