La Epidemia de Papel: De la Licencia Médica a los Futuros del Contrato Social Roto y la Soberanía de la Confianza

La Epidemia de Papel: De la Licencia Médica a los Futuros del Contrato Social Roto y la Soberanía de la Confianza
2025-07-21

- La crisis de las licencias médicas no es solo fraude; es el síntoma de un contrato social y laboral fracturado.

- El futuro oscila entre un Estado de vigilancia para controlar el ausentismo y la oportunidad de repensar radicalmente la salud, el trabajo y la confianza.

- La devaluación de la palabra médica y la politización del malestar anuncian una era de sospecha digital que redefine las relaciones entre ciudadanos, Estado y empresas.

El Diagnóstico Oculto

Lo que comenzó como una serie de escándalos aislados —médicos en Pemuco auto-otorgándose licencias, funcionarios públicos viajando al extranjero durante su reposo, e incluso familiares de altas autoridades políticas bajo sospecha— ha madurado hasta revelar el diagnóstico de una patología social más profunda. La "epidemia de papel" no es una simple infección de corrupción; es una manifestación sintomática del colapso de un pacto fundamental: aquel basado en la confianza mutua entre el trabajador, el empleador, el Estado y el profesional de la salud.

Los datos son elocuentes y sistémicos. Más de 25.000 funcionarios públicos viajando con licencia. Cerca de 1.500 médicos emitiendo permisos mientras ellos mismos estaban en reposo. Despidos masivos en empresas estatales como BancoEstado. Y un sistema de fiscalización (SUSESO) que mantenía activas cuentas de miles de fallecidos. Estos no son fallos anecdóticos, sino las grietas visibles de una estructura que se desmorona. La licencia médica, concebida como un pilar del estado de bienestar, se ha transformado en un instrumento de trueque, un arma de presión sindical, una vía de escape al malestar laboral y, en última instancia, en un papel sin valor soberano. Estamos presenciando la devaluación de la confianza como moneda de cambio social.

Escenario 1: El Futuro de la Sospecha y la Vigilancia Tecnológica

La respuesta inmediata, y por tanto la más probable a corto y mediano plazo, es la del endurecimiento punitivo y la implementación de un Estado de vigilancia laboral. La promulgación de leyes más severas y los proyectos que buscan la destitución inmediata son solo el comienzo. El siguiente paso lógico es la tecnificación del control.

Podemos proyectar un futuro donde la validación de una licencia médica no dependa solo de la firma de un doctor, sino de un ecosistema de verificación digital. Esto podría incluir:

  • Fiscalización algorítmica: Sistemas de inteligencia artificial que crucen datos de geolocalización del móvil, actividad en redes sociales, compras con tarjeta y registros migratorios para detectar "inconsistencias" con el reposo indicado.
  • Certificación biométrica: La obligación de realizar chequeos periódicos a través de aplicaciones que verifiquen la identidad y quizás ciertos parámetros de salud del trabajador.
  • Devaluación de diagnósticos "blandos": Un sesgo sistémico contra las licencias por salud mental, consideradas subjetivas y difíciles de verificar, lo que agudizaría la estigmatización y dejaría sin protección a quienes sufren de un malestar genuino pero no fácilmente cuantificable.

Este escenario, si bien podría reducir el fraude, tendría un costo social altísimo: la normalización de la sospecha como política pública y corporativa. La relación laboral se desplazaría de un contrato de colaboración a uno de supervisión constante, erosionando la autonomía y la dignidad del trabajador. La pregunta fundamental ya no sería "¿estás enfermo?", sino "¿puedes probarlo de manera irrefutable ante una máquina?".

Escenario 2: El Colapso del Gatekeeper y la Reinvención del Pacto

Una trayectoria alternativa, más disruptiva pero plausible, es que la crisis actual acelere el colapso del médico como único guardián (gatekeeper) de la legitimidad del reposo. El hecho de que los propios profesionales de la salud sean actores centrales en los esquemas fraudulentos dinamita la base del sistema. Si no se puede confiar en el emisor del certificado, el certificado pierde todo su valor.

Este colapso podría abrir la puerta a futuros divergentes:

  • Nuevos modelos de trabajo y bienestar: Algunas organizaciones, en lugar de invertir en más control, podrían optar por rediseñar el trabajo. Esto implicaría la normalización de semanas laborales más cortas, mayor flexibilidad, permisos de "salud mental" sin necesidad de diagnóstico médico formal, y un enfoque proactivo en crear ambientes laborales que no "enfermen" a sus empleados. Sería un cambio de paradigma: de gestionar la ausencia a promover la presencia saludable.
  • La medicalización del malestar social: Por otro lado, la crisis podría ser interpretada no como un problema laboral, sino como una crisis de salud pública. Esto podría llevar a una mayor medicalización de problemas sociales y económicos, donde el descontento, la precariedad y el estrés se tratan como patologías individuales que requieren tratamiento, en lugar de ser abordados como fallas estructurales del sistema. La licencia se convierte así en un sedante social, que oculta las causas profundas del malestar.

El Futuro es un Campo de Batalla Político

La transversalidad política de los involucrados —desde el entorno del Presidente Boric hasta figuras de la oposición— no neutraliza el conflicto, sino que lo convierte en un arma arrojadiza universal. Cada sector utilizará la crisis para validar su propia agenda.

La derecha y los sectores liberales argumentarán que esto demuestra la ineficiencia inherente al sector público y la necesidad de reducir el Estado, privatizar servicios y desregular el mercado laboral. La narrativa del "funcionario fraudulento" será un ariete potente contra el estado de bienestar.

La izquierda, por su parte, se encuentra en una posición incómoda. Defender los derechos de los trabajadores se vuelve complejo cuando el abuso del sistema amenaza su sostenibilidad. Se verá forzada a un discurso dual: condenar el fraude mientras advierte que la respuesta no puede ser la precarización y la vigilancia masiva.

Lo que está en juego no es solo el futuro de la licencia médica, sino la legitimidad del Estado para proveer seguridad social.

Hacia una Nueva Soberanía de la Confianza

Los próximos años serán decisivos. La "epidemia de papel" ha puesto a Chile frente a un espejo que le devuelve una imagen incómoda sobre su cultura del trabajo, la integridad de sus instituciones y la salud de su cohesión social. La tentación de la solución fácil —más control, más castigo, más tecnología— es grande. Sin embargo, no resolverá la enfermedad de fondo: la ruptura de un pacto basado en la confianza.

El verdadero desafío no es tecnológico ni legislativo, sino cultural. Implica iniciar una conversación incómoda pero necesaria sobre qué significa estar "sano" en una sociedad exigente, qué valor le damos al bienestar frente a la productividad, y cómo reconstruir un sistema donde la palabra de una persona —sea médico o paciente— vuelva a tener soberanía. De no hacerlo, el futuro será uno en el que todos seremos, por defecto, sospechosos hasta que un algoritmo demuestre lo contrario.

La historia documenta la erosión sistémica de un pilar del estado de bienestar, transformando un instrumento de cuidado en un síntoma de desconfianza generalizada. Su evolución, desde casos aislados hasta una crisis institucional, permite analizar las fracturas del contrato social, la medicalización del descontento y los futuros dilemas entre el derecho a la salud y la necesidad de control en las sociedades contemporáneas.