El Fantasma en el Audio: Cómo el Podcast del "Rey del Oro" Proyecta los Futuros de la Memoria Criminal y el Contrato Digital con la Verdad

El Fantasma en el Audio: Cómo el Podcast del
2025-07-24

- El criminal como autor: El formato podcast permite que los perpetradores se conviertan en coautores de su propia leyenda, desafiando el monopolio de la verdad judicial y periodística.

- La industrialización de la infamia: El caso inaugura un modelo de negocio donde las narrativas criminales son tratadas como valiosa propiedad intelectual, empaquetada y vendida a través de múltiples plataformas mediáticas.

- La soberanía de la narrativa: Entramos en una era donde la historia más convincente, y no necesariamente la más veraz, puede dominar la percepción pública, forzando una renegociación de nuestro contrato digital con la verdad.

El punto de inflexión: más allá del True Crime

El lanzamiento del podcast “Rey del Oro” no es simplemente otro capítulo en la insaciable demanda del género true crime. Es una señal de futuro. La coproducción entre una potencia del audio como Podium y el prestigioso Centro de Investigación Periodística de la Universidad Diego Portales (CIP UDP) le otorga una legitimidad inusual. Pero su verdadero elemento disruptivo es la participación activa de su protagonista, Harold Vilches, quien desde el centro del relato modula su propia historia. Este fenómeno, donde el investigado se convierte en narrador, proyecta una sombra sobre cómo construiremos la memoria colectiva del crimen y redefine las fronteras entre periodismo, entretenimiento y propaganda personal.

Estamos presenciando el nacimiento de un nuevo arquetipo: el fantasma en el audio. Una voz que, desde la ambigüedad de su estatus legal y moral, utiliza las herramientas de la nueva economía mediática para hablar directamente al oído del público, sin los filtros tradicionales de la sala de un tribunal o la edición de un noticiero. Este caso nos obliga a preguntarnos: ¿qué futuros se abren cuando la narrativa del crimen se vuelve un activo negociable y su protagonista, el principal curador?

Escenario 1: La Arqueología Digital del Crimen y el Relato que Desentierra al Hecho

El podcast, con su intimidad y su capacidad para generar empatía a través de la voz, se está convirtiendo en el principal campo de batalla por la memoria histórica. A diferencia de un expediente judicial, diseñado para la precisión fáctica, una producción sonora como “Rey del Oro” está optimizada para el impacto emocional y la coherencia narrativa. La investigación periodística, con sus miles de fojas y testimonios, proporciona el andamiaje de veracidad, pero es la voz de Vilches la que le da alma a la estructura.

Esto proyecta un futuro donde la arqueología digital del crimen será una disciplina ambivalente. Por un lado, permitirá un acceso sin precedentes a las motivaciones y el contexto de un delincuente. Por otro, corre el riesgo de que el "hallazgo" principal no sea la verdad, sino una versión cuidadosamente construida de ella. Si esta tendencia se consolida, podríamos ver un aumento de producciones donde figuras condenadas o investigadas busquen activamente a periodistas y productoras para lanzar sus propias versiones de los hechos, creando un archivo histórico paralelo donde la sentencia judicial es solo una opinión más. La pregunta clave a mediano plazo será si las audiencias desarrollarán las herramientas críticas para discernir entre un testimonio y una actuación, o si la seducción de una buena historia terminará por eclipsar la búsqueda de los hechos.

Escenario 2: La Monetización de la Infamia y la Industria del Yo Criminal

El análisis del mercado del podcast en Chile, como detalla el Diario Financiero, revela una industria en plena profesionalización, donde la construcción de una “marca personal” es el activo más valioso. Lo que “Rey del Oro” pone sobre la mesa es la aplicación de esta lógica al mundo del crimen. El caso de Ozzy Osbourne y su reality show en los 2000 es un precedente histórico clave: la transformación de una figura oscura y transgresora en un producto de consumo masivo, entrañable y, sobre todo, altamente rentable.

El futuro probable es la industrialización de la infamia. Podemos vislumbrar un ecosistema de negocios donde productoras especializadas adquieran los “derechos de vida” de criminales notorios como si fueran propiedad intelectual. El podcast sería solo la punta de lanza, el producto de entrada para un universo transmedia: docuseries, libros, ficcionalizaciones y hasta merchandising. En este escenario, la figura del “agente de criminales” no sería una fantasía distópica, sino una especialización profesional. El principal riesgo de esta mercantilización es la asepsia moral del relato: el crimen se convierte en storytelling, los cómplices en personajes secundarios y las víctimas en un elemento narrativo funcional, a menudo silenciado. La infamia, lejos de ser un estigma, se convierte en capital.

Escenario 3: La Soberanía de la Narrativa y el Mensajero Sacrificado

La colaboración entre Vilches y los periodistas nos enfrenta a una paradoja que resuena con la columna de El País sobre la confusión entre periodismo y redes sociales. Mientras el periodismo busca la verdad a través de un método, este nuevo formato híbrido busca engagement a través de una narrativa en primera persona. La tensión es inevitable. ¿Hasta qué punto el periodista se convierte en un facilitador de la agenda del criminal, incluso con la mejor de las intenciones?

Aquí emerge una poderosa metáfora histórica: la de los antiguos getas, que enviaban mensajes a sus dioses sacrificando al mensajero. En el futuro de la narrativa criminal, ¿quién es el mensajero sacrificado en el altar de la atención? Una posibilidad es que sea la objetividad periodística, empalada por la necesidad de mantener el acceso a la fuente. Otra, que sea la verdad judicial, cuya complejidad y falta de espectacularidad no puede competir con un relato bien producido. O, más trágicamente, que sea la memoria de las víctimas, cuya voz queda ahogada por el carisma o la elocuencia del perpetrador.

Este escenario nos conduce a una disputa por la soberanía de la narrativa. Si cualquier individuo con una historia lo suficientemente potente puede construir su propia corte de apelaciones mediática, el contrato social basado en un sistema de justicia con hechos verificables se debilita. No se trata de censurar estas historias, sino de reconocer que estamos entrando en un territorio donde la verdad no se establece, se compite por ella. El futuro no pertenecerá a quien tenga los hechos, sino a quien domine el arte de contarlos.

La emergencia del “fantasma en el audio” no es una anécdota, sino un síntoma de transformaciones profundas en la tecnología, los medios y la cultura. Nos obliga a pensar no solo en quién tiene derecho a contar una historia, sino en qué tipo de oyentes, lectores y ciudadanos debemos ser para navegar un mundo donde la línea entre el testigo y el protagonista se ha vuelto, para siempre, una frecuencia difusa.

La historia ha sido seleccionada por su capacidad para ilustrar la reconfiguración de la memoria colectiva a través de nuevos formatos mediáticos. El resurgimiento de una figura criminal del pasado, impulsado por un podcast, permite analizar la evolución de las narrativas sobre el crimen, la justicia y la fama. Este caso ofrece una oportunidad única para explorar cómo la tecnología no solo documenta el pasado, sino que lo reinterpreta activamente, generando nuevos debates públicos y desafiando las narrativas oficiales. Su madurez temporal permite un análisis profundo sobre la intersección entre el periodismo de investigación, el entretenimiento y la construcción de mitos en la era digital.