El Pacto de la Sombra: Cómo la Fusión de los "Chapitos" y el CJNG Proyecta los Futuros de la Soberanía Criminal y el Contrato Roto del Estado

El Pacto de la Sombra: Cómo la Fusión de los
2025-07-25
  • Una alianza corporativa: La unión entre "Los Chapitos" y el CJNG opera más como una fusión empresarial para dominar el mercado global del fentanilo que como un pacto de pandillas, señalando una nueva fase de pragmatismo criminal.
  • Soberanía en disputa: El avance de los cárteles hacia el control económico y territorial, como se ve en Michoacán y Sinaloa, erosiona el monopolio de la fuerza del Estado, instalando una gobernanza criminal de facto que redefine el poder.
  • El fracaso de la guerra contra las drogas: La cooperación de Ovidio Guzmán con EE.UU. y la violencia implacable en México exponen el agotamiento de las estrategias de seguridad tradicionales, abriendo un futuro incierto entre la balcanización del hampa o la consolidación de un supercártel global.

El tablero reconfigurado

El anuncio, confirmado por la DEA estadounidense en mayo de 2025, de una alianza estratégica entre la facción del Cártel de Sinaloa liderada por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán y sus acérrimos rivales, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), es mucho más que un realineamiento en el hampa mexicana. Es una señal sísmica que anticipa la reconfiguración del crimen organizado a escala global. Este pacto, forjado en medio de una sangrienta guerra interna por el control de Sinaloa, no es un simple armisticio; es la manifestación de una evolución estratégica hacia un modelo de narco-corporación cuyo objetivo es la hegemonía en el mercado más lucrativo y letal del siglo XXI: el fentanilo.

La génesis de esta fusión se encuentra en el vacío de poder y la posterior guerra fratricida desatada tras la captura de Ismael “El Mayo” Zambada en julio de 2024, una caída presuntamente orquestada por “Los Chapitos”. Debilitados por el conflicto con los leales a Zambada, los herederos de Guzmán han optado por un movimiento pragmático y audaz: unirse a su enemigo más poderoso para aniquilar a sus rivales internos y consolidar un nuevo imperio. Esta alianza no solo busca sumar poder de fuego, sino combinar el know-how de “Los Chapitos” en la producción y distribución de fentanilo con la vasta red de expansión territorial y la brutalidad disciplinaria del CJNG.

De la narcoeconomía a la soberanía criminal

Para comprender las implicaciones futuras de este pacto, es crucial observar una tendencia paralela y más profunda: la mutación de los cárteles de organizaciones de tráfico a entidades de gobernanza de facto. El fenómeno ya no se limita a corromper funcionarios o controlar rutas. Hoy, vemos cómo organizaciones como La Familia Michoacana ejercen un control absoluto sobre economías locales enteras en el Estado de México. Fijan los precios del pollo y el cemento, controlan el transporte, interceptan paquetería y extorsionan a toda la cadena productiva, estableciendo un sistema económico paralelo que opera bajo una lógica de terror.

Esta “soberanía criminal” se complementa con una sofisticación logística global. La desarticulación de una “narcogasolinera” flotante en el Estrecho de Gibraltar, diseñada para abastecer narcolanchas en alta mar, es un microcosmos que ilustra la capacidad de innovación y la escala transnacional de estas operaciones. Los cárteles ya no solo mueven droga; gestionan complejas cadenas de suministro, invierten en I+D para optimizar sus operaciones y externalizan servicios, funcionando como una red de empresas multinacionales ilícitas. La alianza Chapitos-CJNG es el paso lógico siguiente: la consolidación del mercado para maximizar la eficiencia y eliminar la competencia.

Escenarios para un futuro en disputa

La trayectoria de esta nueva mega-alianza no está escrita. Su evolución dependerá de factores críticos de incertidumbre, abriendo al menos tres escenarios probables a mediano y largo plazo.

  1. El Leviatán Criminal: La consolidación del supercártel. En este escenario, la alianza tiene éxito. La fusión se estabiliza, aplasta a la facción de Zambada y consolida un monopolio sobre la producción de drogas sintéticas en el hemisferio. Esta narco-corporación operaría con una eficiencia sin precedentes, expandiendo su modelo de gobernanza criminal a nuevos territorios en México y América Latina, a través de franquicias como “Los Choneros” en Ecuador. Para los Estados, el desafío se volvería existencial: enfrentar a un actor no estatal con capacidades logísticas, financieras y militares que rivalizan con las suyas. La soberanía nacional se convertiría en un concepto negociado, territorio por territorio.
  1. La Balcanización del Hampa: La guerra de todos contra todos. El pacto, construido sobre cimientos de desconfianza y traición, podría implosionar. La cooperación de Ovidio Guzmán con las autoridades estadounidenses, tras su declaración de culpabilidad en julio de 2025, podría ser el catalizador. La inteligencia proporcionada podría decapitar liderazgos clave, mientras que las viejas rencillas entre el CJNG y los sinaloenses podrían resurgir. El resultado sería un caos aún mayor: una fragmentación del poder en decenas de células más pequeñas, autónomas e hiperviolentas, luchando por los despojos del imperio. Para la sociedad civil, este escenario es el más devastador, con una violencia endémica y sin un poder central con el cual el Estado pueda siquiera intentar negociar.
  1. El Espejismo del Control: El ciclo de la estrategia fallida. El Estado, armado con la información de Ovidio Guzmán, podría lograr una serie de victorias tácticas espectaculares. La captura o eliminación de líderes de alto perfil del nuevo conglomerado sería presentada como un triunfo en la “guerra contra las drogas”. Sin embargo, este escenario representa una repetición de un ciclo histórico de fracasos. La estrategia del “kingpin” ha demostrado consistentemente que solo crea vacíos de poder que son rápidamente llenados por lugartenientes más jóvenes, ambiciosos y, a menudo, más violentos. Sin abordar las causas estructurales —la corrupción endémica, la pobreza, la demanda insaciable de drogas y la disponibilidad de armas—, cualquier victoria sería temporal, un espejismo de control antes de que el ciclo de violencia se reinicie, quizás con actores aún más resilientes.

El contrato roto

El punto de inflexión no es solo la alianza en sí, sino lo que revela sobre el estado actual del contrato social en México y otras naciones afectadas. La declaración de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, cuestionando el acuerdo de EE.UU. con Ovidio, evidencia la profunda desconfianza y las agendas divergentes entre los dos países, un obstáculo fundamental para cualquier estrategia de seguridad coherente.

La fusión entre “Los Chapitos” y el CJNG nos obliga a mirar más allá de la crónica roja. Es un espejo que refleja la fragilidad del Estado-nación, la porosidad de las fronteras económicas y la capacidad del capital ilícito para innovar y adaptarse más rápido que las burocracias gubernamentales. El futuro no se decidirá por cuántos capos sean capturados, sino por quién —el Estado o el crimen organizado— demuestre ser más capaz de ofrecer orden, servicios y un sentido de previsibilidad a una población atrapada en el fuego cruzado. La respuesta a esa pregunta definirá la seguridad y la gobernabilidad en el continente durante las próximas décadas.

La noticia documenta un punto de inflexión en la estructura del crimen organizado transnacional, pasando de la fragmentación a una nueva consolidación de poder con implicaciones globales. Su madurez temporal permite analizar las consecuencias ya visibles en las dinámicas de seguridad y las fallas estructurales de las políticas estatales, ofreciendo un caso de estudio sobre la evolución de actores no estatales que desafían la soberanía y redibujan los mapas de poder.