El Caballo de Troya en la Frecuencia Abierta:La llegada de RT a Chile y los futuros de la soberanía informativa

El Caballo de Troya en la Frecuencia Abierta:La llegada de RT a Chile y los futuros de la soberanía informativa
2025-07-26
  • La irrupción de RT no es un mero acuerdo comercial, sino una señal geopolítica que instala a Chile como un nuevo campo de batalla por la influencia global.
  • El vacío legal que permite la transmisión expone la obsolescencia de la regulación mediática chilena, abriendo la puerta a que otros actores estatales repliquen el modelo.
  • El caso acelera forzosamente el debate sobre soberanía informativa y alfabetización mediática, desafiando a la sociedad a enfrentar las narrativas de Estado en sus propias pantallas.

El tablero se reordena en silencio

Lo que comenzó como una curiosidad para trasnochadores y observadores de medios —la súbita transformación de la parrilla de Telecanal en una réplica de Russia Today (RT)— es, en realidad, una de las señales más nítidas sobre los futuros que se disputan en el ecosistema informativo chileno. Más allá de la sorpresa inicial, la llegada del canal financiado por el Kremlin a la televisión abierta no es un evento aislado, sino el síntoma de una confluencia de fuerzas: la precariedad económica de los medios tradicionales, la porosidad de las regulaciones nacionales y la intensificación de una nueva guerra fría que se libra en el terreno de la percepción pública.

La operación, gestionada como un acuerdo comercial para vender tiempo de emisión, aprovecha una zona gris en la legislación chilena. El Consejo Nacional de Televisión (CNTV) ha señalado que, mientras Telecanal mantenga la responsabilidad editorial, no se requiere una autorización previa. Este pragmatismo legal, sin embargo, inaugura un precedente de consecuencias impredecibles. Chile, sin buscarlo, se ha convertido en un laboratorio para observar cómo las democracias liberales gestionan la presencia de medios estatales de potencias no alineadas directamente en su espectro radioeléctrico. A continuación, exploramos tres escenarios probables que se desprenden de este punto de inflexión.

Escenario 1: La Normalización de la Influencia

En este futuro, la controversia inicial se disipa. La presencia de RT en la televisión abierta se convierte en parte del paisaje mediático. El CNTV, limitado por su marco legal y una posible falta de voluntad política para escalarlo, se restringe a fiscalizar contenidos específicos que infrinjan la normativa —como el tratamiento de la violencia o la protección de la infancia—, pero sin abordar la cuestión de fondo: la propaganda como estrategia editorial. El modelo de negocio de Telecanal resulta exitoso en su modestia, inspirando a otros medios con dificultades financieras a buscar acuerdos similares. En pocos años, no sería extraño ver en la parrilla chilena canales con financiamiento de otras potencias globales, cada uno promoviendo su propia visión del mundo.

El resultado es un ecosistema mediático más fragmentado, donde la audiencia se segmenta en burbujas informativas geopolíticas. La confianza en los medios, ya debilitada, se erosiona aún más, pues el ciudadano promedio tiene dificultades para distinguir entre periodismo, opinión y operación de influencia. El punto de inflexión que podría evitar este escenario sería una reforma legislativa que regule explícitamente la retransmisión de medios controlados por estados extranjeros, exigiendo, por ejemplo, total transparencia sobre su financiamiento y estructura de control.

Escenario 2: La Reacción Soberana

Una alternativa es que el arribo de RT actúe como un catalizador. La presión de sectores políticos, académicos y de la sociedad civil fuerza un debate nacional sobre la soberanía informativa. Este concepto, hasta ahora abstracto, adquiere una urgencia concreta. El Congreso Nacional inicia la tramitación de una "Ley de Transparencia Mediática" que, sin caer en la censura, establece condiciones claras para los operadores extranjeros. Se podría exigir, por ejemplo, que un porcentaje de la programación sea de producción local o que se identifique claramente el origen estatal del financiamiento en pantalla.

En este escenario, Telecanal se ve obligado a renegociar su contrato con RT o a rescindirlo para cumplir con la nueva normativa. Chile se posiciona como un país que, respetando la libertad de expresión, establece defensas institucionales contra la guerra híbrida. Este camino, sin embargo, no está exento de riesgos. Actores internos y externos podrían calificar estas regulaciones como un acto de censura, utilizando el mismo argumento de "pluralidad" que hoy esgrime la diplomacia rusa. El éxito de este futuro depende de la capacidad de los legisladores para diseñar una regulación equilibrada y de la madurez de la opinión pública para comprender su propósito.

Escenario 3: El Campo de Batalla por el Sentido Común

Este es quizás el futuro más complejo y plausible, una mezcla de los dos anteriores. RT permanece en el aire, pero su presencia nunca se normaliza del todo. Se convierte en un objeto de estudio y escrutinio permanente. Universidades, centros de pensamiento y organizaciones de fact-checking desarrollan programas de alfabetización mediática específicamente diseñados para analizar y deconstruir las narrativas de RT y otros medios similares.

El periodismo chileno, en lugar de ignorar a RT, lo utiliza como un contrapunto para explicar las complejidades de la geopolítica global. Las noticias no solo informan sobre un evento, sino también sobre cómo diferentes actores globales lo están narrando. La audiencia, aunque expuesta a la propaganda, desarrolla gradualmente un "músculo crítico", aprendiendo a identificar sesgos, verificar fuentes y comprender los intereses detrás de la información. En este futuro, la defensa de la democracia no se basa en la prohibición, sino en el fortalecimiento de las capacidades críticas de sus ciudadanos. Chile se transforma en un caso de estudio sobre resiliencia informativa.

Conclusión: La Pregunta que Queda en el Aire

La llegada de RT a Chile no es la historia de un canal ruso, sino una historia sobre Chile mismo. Refleja las vulnerabilidades de su mercado de medios y la obsolescencia de sus herramientas regulatorias. Cualquiera que sea el escenario que termine dominando, este evento ya ha modificado el debate. Ha forzado al país a confrontar preguntas incómodas: ¿Qué entendemos por pluralismo en una era de desinformación estratégica? ¿Dónde termina la libertad de expresión y dónde comienza la operación de influencia de un Estado extranjero? ¿Cómo se defiende el "sentido común" de una sociedad sin traicionar sus principios democráticos? Las respuestas que Chile construya a estas preguntas definirán la salud de su esfera pública en las próximas décadas.

La noticia representa un caso de estudio sobre la intersección de la geopolítica, la tecnología mediática y la soberanía cultural. Su evolución, desde un cambio de programación a un debate sobre propaganda estatal, permite analizar las tensiones contemporáneas entre la libertad de información y la guerra narrativa. La historia ha madurado lo suficiente para observar las reacciones institucionales y públicas, ofreciendo un terreno fértil para proyectar escenarios sobre el futuro de la confianza en los medios, la polarización social y la influencia de potencias extranjeras en la esfera pública local.