El General y la Poeta: Anatomía de una Convivencia Simbólica en la Plaza de la Discordia

El General y la Poeta: Anatomía de una Convivencia Simbólica en la Plaza de la Discordia
2025-07-26
  • Una solución salomónica: Tras años de debate, el Gobierno optó por reinstalar la estatua del General Baquedano junto a un nuevo monumento a Gabriela Mistral, buscando un equilibrio simbólico en el epicentro del estallido social.
  • Un espacio "sin ganadores ni perdedores": La postura oficial promueve un proyecto de unidad y encuentro, pero la decisión genera lecturas contrapuestas que van desde la restauración del orden hasta una reconciliación insuficiente que no satisface a todos los sectores.
  • La frontera que persiste: Más allá de los bronces, la plaza sigue siendo un límite geográfico y social que divide Santiago, y la pugna por sus símbolos refleja la tensión no resuelta por definir el relato del Chile actual.

El epicentro de las tensiones chilenas tiene nuevos guardianes

A más de dos meses del anuncio presidencial en la Cuenta Pública, la decisión sobre el futuro del espacio más emblemático y disputado de Santiago está zanjada: la estatua del General Manuel Baquedano regresará a su plinto, pero no lo hará sola. A su lado se erigirá una nueva escultura en honor a la poeta y premio Nobel, Gabriela Mistral. Lo que a primera vista parece una solución de consenso, un intento por suturar una herida abierta desde el estallido social de 2019, es en realidad un complejo mapa de las tensiones, aspiraciones y contradicciones del Chile contemporáneo. La plaza, que para algunos nunca dejó de ser Baquedano y para otros se transformó en el corazón de la Dignidad, se prepara para albergar un diálogo de estatuas que representa el difícil camino del país por construir una memoria compartida.

Crónica de un pedestal vacío

Para comprender la magnitud de la decisión, es necesario rebobinar. La estatua ecuestre del General Baquedano, instalada en 1928, fue durante décadas un punto de referencia neutral para celebraciones y un hito geográfico. Sin embargo, a partir de octubre de 2019, se convirtió en el epicentro de las mayores protestas sociales en la historia reciente de Chile. El monumento fue intervenido, pintado y resignificado incontables veces, transformándose en un lienzo de las demandas ciudadanas y un símbolo de la revuelta contra el modelo establecido.

El 12 de marzo de 2021, tras reiterados intentos de vandalización e incendios, el Consejo de Monumentos Nacionales decidió retirar la escultura para su restauración. El pedestal vacío se convirtió en un potente símbolo en sí mismo: para algunos, la imagen de la derrota de un orden antiguo; para otros, una dolorosa ausencia y una falta de respeto a la historia patria. Desde entonces, el debate sobre qué o quién debía ocupar ese lugar ha sido un termómetro de la polarización nacional.

La narrativa oficial: un pacto de bronce por la unidad

El Gobierno ha enmarcado la decisión como un acto de reconciliación. La subsecretaria del Patrimonio Cultural, Carolina Pérez, afirmó que el objetivo es la “recuperación de un espacio público en donde no haya ganadores ni perdedores”. La idea es transformar el conflictivo nudo vial en un nuevo “punto de encuentro” ciudadano, fruto de una conversación entre actores diversos como el Gobierno central, el Gobierno Regional y la Municipalidad de Providencia, liderada por la oposición (UDI).

Esta solución busca equilibrar dos visiones de país. Por un lado, se reconoce la figura de Baquedano, un héroe de la Guerra del Pacífico y una figura central para el Ejército y los sectores más conservadores. Por otro, se incorpora a Gabriela Mistral, una mujer, intelectual, premio Nobel y figura de talla mundial, cuyo legado cultural y social resuena con una visión más progresista e inclusiva de la nación. Es, en esencia, una apuesta por la “convivencia” de memorias, una materialización de la política “en la medida de lo posible” que ha caracterizado otros momentos de la historia chilena.

Las lecturas divergentes: entre la restauración y la claudicación

Lejos de generar un consenso unánime, la solución ha sido interpretada desde prismas opuestos:

  • La perspectiva de la restauración: Para los sectores de derecha y los defensores de la institucionalidad tradicional, el regreso de Baquedano es una victoria fundamental. Simboliza la restauración del orden, el respeto por los héroes militares y la recuperación de un espacio que consideran fue “usurpado” y “vandalizado”. Desde esta óptica, la inclusión de Mistral es una concesión aceptable, un peaje a pagar para asegurar que la figura del general vuelva a presidir la plaza.
  • La perspectiva de la reconciliación insuficiente: Desde la izquierda y los movimientos sociales que protagonizaron el estallido, la decisión tiene un sabor agridulce, e incluso a derrota. Para quienes rebautizaron el lugar como “Plaza de la Dignidad”, Baquedano representa un pasado oligárquico y militarista que se buscaba superar. Su regreso, aunque acompañado, es visto como una claudicación ante las presiones conservadoras y una incapacidad del poder político para consolidar los nuevos significados que la ciudadanía le otorgó al espacio. Voces dentro del propio oficialismo, como la delegada presidencial Constanza Martínez, manifestaron su descontento, afirmando que hubiesen preferido la relocalización del monumento.

El análisis de fondo: la plaza como frontera

Más allá de la disputa simbólica, análisis como el del académico Naim Bro recuerdan que Plaza Italia es una frontera real y tangible. Los datos socioeconómicos, urbanísticos y culturales confirman que allí termina un tipo de ciudad y comienza otro, dividiendo Santiago en al menos tres grandes zonas con realidades marcadamente distintas. La pugna por la estatua es, en el fondo, una pugna por cuál de esos “Santiagos” impone su relato en el punto que los une y los separa.

La pregunta que queda abierta es si esta convivencia de bronce entre el general del siglo XIX y la poeta del siglo XX logrará tender un puente real sobre esa fractura. ¿O se limitará a ser una representación estática de un conflicto que sigue latente en la sociedad?

Un diálogo de estatuas para un debate abierto

La decisión está tomada y las grúas, eventualmente, harán su trabajo. El General y la Poeta compartirán un espacio que ha sido testigo de las alegrías y las rabias de un país. El resultado no es un final, sino el comienzo de un nuevo capítulo en la interminable conversación chilena sobre su memoria. Si este diálogo forzado entre dos figuras tan dispares inspirará un futuro de mayor cohesión o si simplemente se convertirá en un monumento a la incapacidad de acordar un relato común, es algo que solo el tiempo y los ciudadanos que transiten por esa nueva plaza podrán responder.

La historia encapsula una profunda disputa simbólica sobre la memoria histórica y la identidad nacional, manifestada en la reconfiguración de un espacio público central. El evento ha madurado, permitiendo analizar no solo los hechos, sino también la evolución del debate público, las tensiones sociales subyacentes y los intentos institucionales por construir nuevas narrativas de reconciliación. Ofrece una narrativa completa con un claro arco de desarrollo: la caída de un símbolo, el debate sobre su restauración y el surgimiento de una nueva propuesta que busca redefinir el significado del lugar para una sociedad polarizada.