El Soberano Prófugo: Cómo la Cacería de un Influencer Proyecta los Futuros de la Justicia Espectacular, la Fama Delictiva y el Contrato de la Impunidad de Clase

El Soberano Prófugo: Cómo la Cacería de un Influencer Proyecta los Futuros de la Justicia Espectacular, la Fama Delictiva y el Contrato de la Impunidad de Clase
2025-07-26

- Justicia-espectáculo: El tribunal se expande a redes sociales, donde las sentencias se emiten en likes y los acusados dirigen su propio drama judicial.

- Impunidad 2.0: El privilegio de clase ya no solo compra defensa legal, sino que financia narrativas de victimización digital para deslegitimar al sistema y fabricar una inocencia mediática.

- Fama delictiva: Emerge una nueva figura, el "influencer criminal", que monetiza la transgresión y utiliza a su audiencia como un escudo contra la justicia formal.

El Caso como Laboratorio del Futuro

El caso de Martín de los Santos —el influencer que agredió brutalmente a un conserje, huyó del país y transformó su proceso judicial en una serie por entregas— es mucho más que una crónica policial. Es una ventana a un futuro que ya está aquí, donde las fronteras entre el sistema judicial, el espectáculo mediático y la soberanía individual se disuelven. La saga, que transitó desde un edificio en Vitacura hasta una celda en Brasil, no solo expone las grietas de la justicia tradicional, sino que funciona como un laboratorio para tres fenómenos que redefinirán el contrato social en la era digital: la justicia como reality show, la impunidad como narrativa y la fama como coartada.

Escenario 1: La Justicia como Reality Show Permanente

La audiencia del 23 de junio de 2025 no fue un simple procedimiento legal; fue una transmisión en vivo. Conectado telemáticamente, Martín de los Santos no se comportó como un imputado, sino como el protagonista de su propio show. Fumando, tomando mate y encarando a la jueza, a quien acusó de ceder a la “opinión pública”, demostró que el estrado ya no es un espacio sagrado y exclusivo de la ley. Se ha convertido en un escenario más, y el acusado, en su propio director.

Este fenómeno proyecta un futuro donde los procesos judiciales se disputarán cada vez más en la arena mediática. Los acusados con recursos y conocimiento digital no se limitarán a la defensa legal; lanzarán campañas de relaciones públicas, crearán contenido para desacreditar a testigos, filtrarán información selectivamente y apelarán directamente a su audiencia. La estrategia ya no es solo probar la inocencia, sino ganar la narrativa.

Un punto de inflexión crítico será la respuesta del Poder Judicial. ¿Prohibirá los dispositivos en audiencias telemáticas, arriesgando la transparencia? ¿O desarrollará sus propias estrategias de comunicación para contrarrestar la desinformación, convirtiéndose en un actor más del ecosistema mediático? El riesgo latente es la erosión total de la autoridad judicial, donde sus veredictos compiten en credibilidad con un reel de Instagram o un hilo de X (antes Twitter).

Escenario 2: La Impunidad de Clase se Vuelve Digital

Históricamente, la impunidad de clase se manifestaba en el acceso a mejores abogados, influencias y un sistema a menudo deferente con el poder. El caso De los Santos revela su mutación al siglo XXI: la impunidad como performance digital. Su escape a Brasil, financiado y ejecutado con eficiencia, y su posterior campaña mediática desde el extranjero, no son solo actos de un prófugo, sino la exhibición de un privilegio que se sabe capaz de construir una realidad paralela.

En este futuro, la impunidad ya no consiste únicamente en evitar la cárcel, sino en controlar el relato hasta anular el hecho. El capital económico se traduce en capital narrativo. Se invierte en crear una comunidad de seguidores que actúe como cámara de eco, en posicionar al agresor como víctima de una “cacería de brujas” y en transformar un delito violento en un debate sobre los excesos del sistema. Las declaraciones de De los Santos desde Brasil, quejándose de la vulneración de su “derecho a defensa” mientras la víctima real perdía un ojo, son el ejemplo perfecto de esta inversión de roles.

Esta dinámica podría consolidar una justicia de dos velocidades: una para quienes pueden costear una contraofensiva digital y otra para quienes solo tienen los hechos de su lado. El resultado es una profunda desconfianza ciudadana, que percibe que la balanza de la justicia no solo está desequilibrada por el dinero, sino por la capacidad de generar más ruido y confusión en el debate público.

Escenario 3: El Ascenso del "Anti-Héroe" Digital y la Fama Delictiva

“Tengo millones de seguidores y saben que hay un recurso vigente. ¿Cómo no respetan eso en Brasil? ¡Es muito grave!”, exclamó De los Santos ante un juez brasileño. En esa frase se condensa la emergencia de una nueva figura: el transgresor que se legitima a través de su audiencia. No se ve a sí mismo como un delincuente, sino como un outsider que desafía a un sistema corrupto, y su fama es la prueba de su supuesta razón.

Este escenario proyecta la consolidación de la fama delictiva como un nicho de influencia. Personajes que construyen su marca personal en torno a la confrontación con la ley pueden encontrar un público leal, especialmente entre sectores desencantados con las instituciones. Su desafío no es solo legal, es ideológico. Se presentan como mártires de la libertad de expresión o víctimas de la persecución política, y cada acción judicial en su contra es reinterpretada como una confirmación de su relato.

El factor de incertidumbre es cuán permeable será la sociedad a estas narrativas. Si la desconfianza en la justicia, la política y los medios tradicionales sigue creciendo, el terreno será fértil para que estos soberanos digitales ganen legitimidad. Su poder no radicará en la ley, sino en su capacidad para movilizar a una comunidad online que actúa como jurado, financista y ejército de defensa.

Síntesis: La Justicia en la Encrucijada

El caso de Martín de los Santos no es una anécdota, sino un presagio. Nos obliga a confrontar un futuro donde la justicia será disputada en múltiples frentes simultáneos: el legal, el mediático y el digital. El mayor riesgo es el colapso de un marco de realidad compartido, donde la verdad objetiva se vuelve irrelevante frente a la narrativa más poderosa o viral. La oportunidad latente, aunque remota, es que esta crisis obligue a las instituciones a una profunda autocrítica y a innovar para recuperar una legitimidad que ya no se puede dar por sentada.

La pregunta que queda abierta no es si Martín de los Santos será condenado, sino qué tipo de justicia emergerá de las ruinas de este espectáculo. ¿Una más resiliente y transparente, capaz de adaptarse al ecosistema digital? ¿O una irremediablemente fragmentada, donde cada ciudadano elige en qué versión de los hechos creer? El veredicto final sobre esto aún no está escrito.

La historia encapsula una transformación social significativa donde la administración de justicia es cada vez más influenciada y representada a través de narrativas mediáticas. Presenta un arco narrativo completo —desde un acto violento hasta una persecución internacional y la subsiguiente batalla legal—, lo que permite un análisis profundo de la evolución de la percepción pública. El caso resalta la potente intersección del privilegio de clase, la cultura de los influencers y el sistema judicial, convirtiéndolo en un poderoso caso de estudio para explorar escenarios futuros de conflicto social, rendición de cuentas y la definición misma de la verdad en la era digital. Sus múltiples capas y consecuencias visibles proporcionan una base rica para un análisis reflexivo con relevancia duradera.