El Contrato de la Verdad Rota: Cómo el Caso Tomás Bravo Proyecta los Futuros de la Justicia Impune, la Sospecha Colectiva y la Soberanía del Duelo

El Contrato de la Verdad Rota: Cómo el Caso Tomás Bravo Proyecta los Futuros de la Justicia Impune, la Sospecha Colectiva y la Soberanía del Duelo
2025-07-28

- Impunidad normalizada: La absolución por falta de pruebas consolida un futuro donde el fracaso judicial en casos complejos se convierte en la expectativa, no en la excepción.

- Sospecha permanente: Sin un culpable legal, la condena social se vuelve perpetua, creando una nueva categoría de ciudadanos absueltos por la ley pero sentenciados por la opinión pública.

- Duelo politizado: La ausencia de justicia estatal podría transformar el dolor de las víctimas en un motor de activismo cívico, demandando reformas legales y supervisión ciudadana del sistema.

La Herida Abierta

La absolución unánime de Jorge Escobar, tío abuelo de Tomás Bravo, por el delito de abandono con resultado de muerte, no es el cierre de un caso que conmocionó a Chile. Es, por el contrario, la cristalización de una fractura mucho más profunda: la del contrato social que promete verdad y justicia. Más de cuatro años después de la desaparición del niño en Caripilún, el veredicto no ofrece respuestas, sino que magnifica las preguntas. El fallo, que apunta a “una serie de irregularidades”, la “falta de resguardo del sitio del suceso” y una “duda razonable” sobre la participación de terceros, deja un vacío que será llenado no por certezas, sino por proyecciones que redefinirán la relación de los chilenos con sus instituciones.

El caso Tomás Bravo ha dejado de ser un expediente judicial para convertirse en un símbolo cultural de la desconfianza. Su legado no se medirá en los tribunales, sino en la forma en que modelará las expectativas futuras sobre la justicia, la culpa y el duelo colectivo.

Escenario 1: El Futuro como Precedente – La Normalización del Fracaso Judicial

El resultado del juicio proyecta una trayectoria dominante: la normalización de la impunidad en crímenes de alto impacto. El caso se suma a una larga lista de fracasos investigativos (Matute Johns, Viviana Haeger) que han erosionado la fe en el sistema. La diferencia fundamental es la escala de la exposición mediática y digital, que ha transformado este fracaso en una lección masiva y en tiempo real sobre la inoperancia del Estado.

En el mediano plazo, es probable que el “efecto Tomás Bravo” se convierta en un estándar cínico. Ante futuros crímenes complejos, la expectativa ciudadana no será la de una resolución, sino la de un espectáculo de errores procesales. Esto podría tener dos consecuencias divergentes. Por un lado, una apatía creciente, donde la sociedad se resigna a que ciertos crímenes, especialmente los que ocurren en contextos rurales y con menos recursos, simplemente no tienen solución. Por otro, podría alimentar un peligroso apetito por soluciones extrajudiciales. La desconfianza en la fiscalía y la policía podría incentivar la proliferación de “investigadores privados” de redes sociales, el juicio público a través de “funas” y una peligrosa validación del vigilantismo como única forma de “justicia” posible.

Escenario 2: El Juicio Perpetuo – La Emergencia del Sospechoso Permanente

La absolución de Jorge Escobar no limpia su nombre ante la opinión pública; simplemente lo traslada a un limbo legal y social. Lo mismo ocurre con los otros miembros de la familia que, según se ha revelado, fueron objeto de “medidas intrusivas” y figuran como imputados en una investigación paralela. Sin una verdad procesal, la sospecha se convierte en una condena social indefinida.

Estamos presenciando el nacimiento de una nueva categoría social: el “sospechoso permanente”. Son individuos que, aunque absueltos por la justicia formal, quedan atrapados en un juicio sin fin, alimentado por la fragmentación mediática y la polarización familiar. En el futuro, cualquier persona involucrada en una investigación fallida de alto perfil podría enfrentar este destino. Su vida, y la de sus familias, quedará marcada por una mancha que ninguna sentencia puede borrar. Este fenómeno plantea un desafío crítico a derechos fundamentales como la presunción de inocencia y el derecho al olvido en la era digital, donde la acusación, por infundada que sea, deja una huella digital imborrable.

Escenario 3: El Duelo que Legisla – El Poder Político del Dolor Irresuelto

Cuando el Estado falla en su deber de proveer justicia, el duelo de las víctimas deja de ser un asunto privado para convertirse en una poderosa fuerza política. La búsqueda de verdad de la familia de Tomás, particularmente de su madre, ya ha trascendido el ámbito personal para convertirse en una demanda pública de rendición de cuentas.

A largo plazo, es plausible que este impulso se canalice hacia un activismo cívico estructurado. Podríamos ver el surgimiento de fundaciones con el nombre de la víctima, destinadas a monitorear el sistema judicial, o la promoción de reformas legales específicas, una “Ley Tomás”, que busque corregir las fallas sistémicas expuestas por el caso: protocolos de búsqueda, manejo de evidencia y especialización de los fiscales.

Esta “soberanía del duelo” empodera a las víctimas y puede ser un motor de cambio positivo. Sin embargo, también conlleva riesgos. La politización del dolor puede ser instrumentalizada por actores políticos con agendas propias, simplificando problemas complejos en eslóganes de “mano dura” que no resuelven las fallas de fondo. Además, la narrativa construida desde el dolor, aunque legítima, no siempre es sinónimo de verdad objetiva, lo que puede profundizar aún más la polarización y la confusión en una sociedad ya fracturada.

Los Ecos de Caripilún: ¿Qué Futuros Construiremos?

El caso Tomás Bravo es un espejo que devuelve una imagen incómoda de Chile: la de un país con instituciones que no están a la altura de las tragedias que las ponen a prueba. La absolución sin culpables no es un punto final, sino un eco que resonará durante años.

Las trayectorias que se abren a partir de esta herida no son deterministas. Dependerán de decisiones críticas que se tomen en el ámbito político, judicial y social. ¿Se utilizará este fracaso como catalizador para una reforma profunda y técnica del sistema de justicia penal? ¿O se permitirá que el cinismo se consolide, abriendo la puerta a formas más primitivas y peligrosas de resolución de conflictos? El futuro que se construya sobre las ruinas de este caso definirá no solo la confianza en la justicia, sino la propia cohesión de la sociedad chilena.

La historia presenta una narrativa de largo aliento que ha alcanzado un punto de inflexión crucial con la absolución del principal imputado. Este cierre judicial provisional, lejos de resolver el caso, abre un profundo campo de análisis sobre sus consecuencias: el fracaso institucional en la impartición de justicia, la erosión de la confianza pública y la reevaluación del rol de los medios. El tema permite proyectar escenarios futuros sobre la reforma del sistema judicial, los protocolos de investigación en casos complejos y la construcción de la verdad en una sociedad mediatizada, generando una reflexión crítica sobre la responsabilidad colectiva ante la tragedia y la impunidad.