Hace poco más de dos meses, en mayo, la conversación pública sobre el comercio de origen chino en Chile se centraba en una pregunta: ¿son legales los llamados "malls chinos"? La Cámara Nacional de Comercio (CNC) encendía las alarmas, exigiendo investigaciones por presuntas infracciones tributarias, laborales y sanitarias. Se hablaba de un catastro inexistente, de competencia desleal y de un modelo de negocio opaco que se expandía por todo el país. Hoy, 90 días después, esa pregunta parece insuficiente. Mientras el foco estaba en los pasillos de cientos de locales de bajo costo, la verdadera transformación ocurría en los directorios de grandes empresas: el capital chino no solo llegó para competir en el retail de bajo formato, sino para comprarlo.
La narrativa del "dragón comercial" en Chile se ha desarrollado en dos frentes simultáneos y contrastantes. Por un lado, la preocupación expresada por Sergio Morales, de la CNC, sobre la proliferación de locales con un modelo de "economía de escala" y "posibles vulneraciones gravísimas" sigue siendo un desafío para la fiscalización. La denuncia apuntaba a un fenómeno visible, capilar y difícil de regular, que generaba inquietud en el comercio tradicional.
Sin embargo, en julio, la historia dio un giro estratégico. La gigante china Oriental Yuhong, con ingresos anuales que superan los 4.600 millones de dólares, anunció la compra de la cadena de ferreterías Construmart por 123 millones de dólares. Este movimiento no es menor: una empresa china no solo entra al mercado formal, sino que adquiere una marca chilena con 29 sucursales a nivel nacional para competir directamente con los líderes del sector, Sodimac (Falabella) y Easy (Cencosud).
Analistas del sector, como Claudio Pizarro de CIS Consultores, ven esta adquisición como una "puerta de entrada a Latinoamérica", recordando que las inversiones chinas en la región se han multiplicado exponencialmente. No obstante, otros son más cautos y recuerdan el fracaso del gigante estadounidense Home Depot en Chile, una lección sobre la necesidad de entender las particularidades de un mercado ultracompetitivo. La compra de Construmart, una empresa que enfrentaba dificultades, sugiere que los nuevos dueños planean una profunda reestructuración para poder competir, un desafío que va más allá de la simple inyección de capital.
Esta ofensiva comercial, tanto formal como informal, no ocurre en el vacío. Responde a una demanda latente y a un cambio profundo en los hábitos de los chilenos. Los datos de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS) de julio son elocuentes: China lidera la demanda del comercio electrónico internacional en Chile. Plataformas como AliExpress, Shein y Temu no solo dominan las preferencias, sino que han acostumbrado al consumidor a un acceso global a precios bajos y a una logística cada vez más eficiente. Shein, por ejemplo, pasó de un 8% de preferencia en 2020 a un 22% en 2025, pisándole los talones al rey histórico, AliExpress.
Este apetito por precios convenientes se ve reforzado por fenómenos como el turismo de compras argentino, que ha marcado récords en 2025. La llegada masiva de visitantes en busca de mejores precios ha dinamizado el comercio en varias regiones, demostrando que la sensibilidad al precio es un factor clave en el mercado actual. En este contexto, tanto un "mall chino" en una comuna periférica como una plataforma de e-commerce o un outlet en una ruta internacional responden a la misma lógica: satisfacer a un consumidor que busca activamente optimizar su gasto.
La reconfiguración del retail chileno es un fenómeno más amplio que la sola presencia china. A finales de julio, el grupo peruano Intercorp dio luz verde a su plan de expansión en Chile con su formato de supermercados de descuento (hard discount) Mass, tras haber adquirido la cadena local Erbi. Con un agresivo plan de apertura de locales, su objetivo es "pintar de amarillo Chile", compitiendo en el segmento de tiendas de conveniencia y supermercados de proximidad.
La llegada de Mass se suma a la competencia que ya ejercen Oxxo y los formatos express de las grandes cadenas. Esto demuestra que la presión sobre el retail tradicional no proviene de un solo origen geográfico, sino de nuevos modelos de negocio que priorizan la eficiencia, los costos bajos y la capilaridad. La pregunta para los actores establecidos —Walmart, Cencosud, SMU, Falabella— ya no es cómo enfrentar a un competidor, sino cómo adaptarse a un ecosistema comercial completamente nuevo y multifacético.
La historia de la irrupción del retail chino ha madurado. La discusión inicial sobre la legalidad y la fiscalización, aunque sigue vigente para el comercio informal, ha quedado subsumida en un debate de mayor envergadura: la estrategia competitiva del mercado chileno. La compra de Construmart y la expansión de nuevos formatos de bajo costo han demostrado que la globalización del retail es un hecho consumado.
El tema, por tanto, no está cerrado. Ha evolucionado. Las preguntas que surgen ahora son más complejas: ¿Cómo innovarán las empresas chilenas para competir en este nuevo escenario? ¿Qué rol jugará la producción nacional frente a la avalancha de importaciones de bajo costo? ¿Están preparadas las regulaciones chilenas para un mercado donde las fronteras entre lo físico y lo digital, y lo formal e informal, son cada vez más difusas? La atención ya no está solo en el pasillo, sino en el mapa completo.