El oficialismo tiene dos almas y un solo candidato:Cómo las críticas de un economista destaparon la fractura ideológica que hoy desafía la unidad de la izquierda

El oficialismo tiene dos almas y un solo candidato:Cómo las críticas de un economista destaparon la fractura ideológica que hoy desafía la unidad de la izquierda
2025-07-28
  • Un intelectual enciende la pradera: Las declaraciones de Óscar Landerretche no fueron un exabrupto, sino el síntoma de una división profunda en la izquierda.
  • Del "maldito infierno" al pacto de honor: La controversia obligó a los partidos a confrontar sus identidades irreconciliables: la socialdemocracia tradicional versus la nueva izquierda.
  • Unidad a prueba: Tras la victoria de Jeannette Jara en primarias, la pregunta sigue abierta: ¿es posible un proyecto común o solo una alianza electoral para frenar a la derecha?

Introducción: El Síntoma de una Fractura

Hace poco más de dos meses, en plena carrera por las primarias presidenciales del oficialismo, las palabras de un economista se convirtieron en un fenómeno político. Lo que comenzó como el apoyo de Óscar Landerretche a la candidatura de Carolina Tohá, mutó en el llamado “Síndrome Landerretche”: un diagnóstico público y sin anestesia sobre la fractura que divide a la coalición de gobierno. Hoy, con la primaria resuelta y una candidata única, Jeannette Jara (PC), el sismo provocado por Landerretche no ha cesado. Por el contrario, sus réplicas han redefinido el escenario, obligando a los dos bloques del progresismo —el Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad— a mirarse de frente y cuestionar si su alianza es un proyecto de futuro o un matrimonio por conveniencia electoral.

1. El Diagnóstico: “Un Maldito Infierno” y la Duda sobre la Lealtad Democrática

A principios de junio, el economista y militante socialista Óscar Landerretche oficializó su respaldo a Carolina Tohá (PPD) con una serie de intervenciones mediáticas que marcaron un punto de inflexión. Más que un simple apoyo, sus declaraciones fueron un misil a la línea de flotación de la alianza. Landerretche expresó su escepticismo sobre la conversión socialdemócrata del Presidente Gabriel Boric y, más directamente, sobre el Frente Amplio (FA). “Me gustaría que si hay un gobierno de derecha traten de no derribarlo”, afirmó en Radio Infinita, para luego rematar con una frase que resonaría por semanas: “Quiero ver si no convierten el país en un maldito infierno lleno de, digamos, de quemar iglesias”.

Su advertencia no era solo una crítica al historial de protestas del FA, sino una duda fundamental sobre su lealtad a las reglas del juego democrático. Al condicionar su apoyo al ganador de la primaria, Landerretche verbalizó un temor latente en el Socialismo Democrático: que un triunfo del FA o del Partido Comunista (PC) significaría entregar el liderazgo a una generación con la que mantienen diferencias programáticas, estratégicas y, sobre todo, de talante.

2. La Reacción en Cadena: Fuego Amigo y Deslindes Forzados

La respuesta fue inmediata y virulenta. Desde el PC y el FA acusaron a Landerretche de “dividir al oficialismo” y de usar “descalificaciones de poca monta”. El candidato del FA, Gonzalo Winter, afirmó que la postura de Landerretche proponía un “progresismo reducido que no le va a ganar a la derecha”. La polémica escaló a tal punto que el comando de Carolina Tohá, a través de su jefa de campaña Pía Mundaca, tuvo que desmarcarse, aclarando que las opiniones del economista eran “a título personal” y que él no ostentaba un cargo formal.

Este deslinde forzado evidenció la fragilidad del “pacto de honor” de las primarias. La controversia obligó a todos los actores a posicionarse, exponiendo que la unidad era más un imperativo estratégico que una convicción compartida. Mientras Landerretche reafirmaba su postura —“uno no es monedita de oro”, escribió en sus redes sociales—, el debate dejaba de ser sobre él y pasaba a ser sobre las dos almas del oficialismo.

3. El “Síndrome” se Propaga: Las Dos Almas del Progresismo

El término “Síndrome Landerretche” fue acuñado por la prensa para describir un sentimiento que se extendía silenciosamente por las filas del Socialismo Democrático. No se trataba de un caso aislado. El senador socialista Fidel Espinoza fue aún más tajante: “¿Con Winter? Jamás en la vida apoyaría a una persona de esas características”. La Democracia Cristiana, que había entregado su apoyo a Tohá, también aclaró que este respaldo no era transferible automáticamente a otro candidato de la primaria.

El “síndrome” reveló la desconfianza histórica entre la ex-Concertación y la nueva izquierda. Para el primer grupo, el FA y el PC representan un infantilismo político, una irresponsabilidad fiscal y una relación ambigua con la violencia como método de acción política. Para el segundo, el Socialismo Democrático encarna el pragmatismo que renunció a las transformaciones profundas y administró el modelo neoliberal. Estas dos visiones, que habían logrado una convivencia tensa durante el gobierno de Boric, se mostraban ahora como proyectos difícilmente reconciliables.

4. El Veredicto de las Urnas y el Anuncio del Voto Nulo

Tras la victoria de Jeannette Jara en las primarias del 29 de junio, la pregunta sobre la unidad se volvió ineludible. La respuesta de Landerretche llegó el 20 de julio: en una entrevista con La Tercera, anunció que en primera vuelta “voy a anular”. Su decisión no era un arrebato, sino una objeción de fondo. Criticó la concepción “marxista-leninista” del PC, que, según él, utiliza la democracia liberal de forma táctica para superarla, y su visión económica, incompatible con su propuesta de un “big push” para reactivar la inversión privada y el crecimiento.

Al anunciar su voto nulo, Landerretche llevaba su crítica a la consecuencia lógica: si las diferencias son de principios, la unidad electoral es un cascarón vacío. Su postura representaba el dilema de un sector de la centroizquierda que se siente más lejano de sus aliados de coalición que de una derecha moderada, forzándolos a elegir, en sus palabras, por el “mal menor” en una eventual segunda vuelta.

5. La Jugada Inesperada: Del Conflicto al Diálogo

Cuando se esperaba una condena fulminante desde el comando de Jara, la candidata comunista optó por una estrategia inesperada. En lugar de confrontar, extendió un puente. “Me interesa mucho la opinión de Óscar Landerretche”, declaró, valorando sus “ideas innovadoras” en materia económica. “Voy a ver si es posible que podamos conversar los próximos días y a lo mejor me puede escuchar”, añadió, en un gesto que buscaba posicionarla como una figura de unidad, capaz de dialogar incluso con sus críticos más duros.

Landerretche aceptó la invitación, declarándose “completamente disponible” para reunirse con cualquier candidato, con el fin de “colaborar con la calidad de la conversación pública”. Este giro, desde el choque frontal hacia una posible conversación, marca el estado actual de la fractura. El “Síndrome Landerretche” no ha desaparecido; ha evolucionado. Ya no es solo un conflicto público, sino una negociación subterránea sobre las bases programáticas y la distribución del poder en un futuro gobierno. La pregunta que abrió el economista hace dos meses sigue sin respuesta: ¿pueden las dos almas del progresismo chileno gobernar juntas, o están condenadas a vigilarse mutuamente mientras intentan, por separado, evitar su propio “maldito infierno”?

La historia documenta la evolución de una fractura ideológica dentro de una coalición gobernante, catalizada por las intervenciones de un influyente intelectual. Permite analizar cómo el debate de ideas precede y moldea los realineamientos políticos, culminando en un resultado electoral que redefine el equilibrio de poder. El tema ofrece una narrativa completa sobre el rol de las figuras críticas en la política, la tensión entre pragmatismo y principios, y las consecuencias de la fragmentación en un proyecto político colectivo.