La frontera se silenció, pero la desconfianza sigue armada: Qué pasó realmente entre Tailandia y Camboya

La frontera se silenció, pero la desconfianza sigue armada: Qué pasó realmente entre Tailandia y Camboya
2025-07-29

- Un conflicto centenario por mapas coloniales escaló a bombardeos aéreos y una crisis humanitaria con casi 300.000 desplazados.

- La intervención de potencias externas (EE.UU.) y la mediación regional (Malasia) forzaron un alto al fuego que fue violado en horas.

- Hoy, la paz es una tregua vigilada: los ejércitos retrocedieron, pero la disputa territorial y las narrativas opuestas siguen intactas.

Pregunta y Respuesta: Desentrañando una Crisis Olvidada

Han pasado más de dos meses desde que los estruendos de la artillería cesaron en la frontera entre Tailandia y Camboya. El ciclo noticioso mundial ya giró hacia otras urgencias, dejando tras de sí la imagen de un conflicto resuelto con un apretón de manos en Malasia. Sin embargo, para los miles de civiles que aún no recuperan la normalidad y para los soldados que se observan desde trincheras opuestas, el silencio es frágil y la paz, condicional. A continuación, desglosamos en formato de preguntas y respuestas la anatomía de una crisis que, lejos de estar cerrada, ha entrado en una nueva y tensa fase de latencia.

1. ¿Qué desató la peor escalada militar en más de una década?

El 24 de julio de 2025, el conflicto estalló, pero sus raíces son mucho más profundas. La chispa inmediata fue una serie de incidentes en la zona del templo jemer de Ta Muen Thom, un área cuya soberanía está en disputa. Bangkok acusó a Phnom Penh de iniciar las hostilidades con fuego de artillería y drones de vigilancia, lo que justificó, según su versión, el bombardeo con cazas F-16 sobre posiciones militares camboyanas. Por su parte, Camboya sostuvo que sus tropas respondieron a una “agresión no provocada” de soldados tailandeses que avanzaron sobre territorio en disputa, violando acuerdos previos.

Este choque de narrativas no es nuevo. Se enmarca en una disputa territorial que se remonta a la demarcación fronteriza de 1907, realizada durante la colonización francesa de Indochina. Mapas antiguos y templos milenarios como el de Preah Vihear (otorgado a Camboya por la Corte Internacional de Justicia en 1962, aunque los accesos siguen en disputa) han sido focos recurrentes de nacionalismo y enfrentamientos, como los ocurridos entre 2008 y 2011.

2. ¿Cómo un conflicto fronterizo se convirtió en una crisis humanitaria?

La escalada fue vertiginosa. En 48 horas, los intercambios de disparos se transformaron en un conflicto a gran escala que se extendió por múltiples puntos de la frontera de 817 kilómetros. Ambos bandos utilizaron armamento pesado, incluyendo sistemas de lanzacohetes BM-21. Tailandia llegó a declarar ley marcial en ocho de sus distritos fronterizos y admitió el uso de municiones de racimo, un armamento prohibido por convenciones internacionales debido a su carácter indiscriminado, aunque argumentó que su uso fue contra “objetivos militares”.

La consecuencia directa fue un éxodo masivo. Las cifras oficiales llegaron a sumar casi 300.000 civiles desplazados entre ambos países. Familias enteras huyeron con lo puesto, buscando refugio en escuelas y campamentos improvisados. El balance final fue de al menos 35 muertos, incluyendo civiles y niños, y cientos de heridos, evidenciando que el costo más alto de las disputas geopolíticas lo paga la población civil atrapada en el fuego cruzado.

3. ¿Qué rol jugaron los actores internacionales en el alto al fuego?

La diplomacia operó en dos velocidades. Por un lado, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), con Malasia en la presidencia rotatoria, activó sus mecanismos de mediación. El primer ministro malasio, Anwar Ibrahim, convocó a los líderes de ambos países a una reunión de emergencia en Kuala Lumpur.

En paralelo, y de forma más disruptiva, intervino el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El 26 de julio, anunció en redes sociales que había conversado con ambos líderes y que estos habían acordado negociar un cese al fuego “inmediato”. Fuentes diplomáticas sugieren que Trump vinculó la desescalada a futuras negociaciones comerciales, una táctica de presión que, si bien poco ortodoxa, pareció acelerar la voluntad de diálogo.

Finalmente, el 28 de julio, en Malasia, se firmó un alto al fuego “inmediato e incondicional”. El acuerdo fue un triunfo de la diplomacia regional, pero catalizado por la presión de una superpotencia. China, por su parte, mantuvo una postura más cauta, llamando al diálogo pero sin una intervención directa, fiel a su política de no injerencia en disputas bilaterales complejas en su esfera de influencia.

4. Si se firmó la paz, ¿por qué la desconfianza sigue armada?

Porque el acuerdo silenció las armas, pero no resolvió el problema de fondo. La desconfianza quedó en evidencia apenas horas después de la firma: Tailandia acusó a Camboya de violar la tregua. Aunque los mandos militares lograron contener la situación y acordaron un repliegue, el incidente demostró la fragilidad del pacto.

El tema central —la soberanía sobre los territorios en disputa— no fue abordado en las negociaciones de alto al fuego y se ha pospuesto indefinidamente. Las narrativas nacionales siguen intactas: para muchos tailandeses, se defendió el territorio de una agresión; para muchos camboyanos, se resistió a un vecino más poderoso. Mientras estos relatos opuestos sigan alimentando la política interna de ambos países, cualquier chispa, como una mina terrestre o un malentendido en un puesto de control, puede volver a encender la pradera.

5. ¿Cuál es el estado actual de la situación?

El conflicto ha entrado en una fase de paz vigilada. Los ejércitos han reducido su presencia ostensible, pero la frontera sigue militarizada. Los canales de comunicación diplomática se han restablecido y se ha acordado un mecanismo de verificación, pero la normalización completa está lejos. Las consecuencias económicas, con cruces fronterizos cerrados durante semanas y el comercio afectado, aún se sienten en las comunidades locales.

El tema ha salido de los titulares, pero la pregunta fundamental persiste: ¿fue el alto al fuego una solución real o simplemente una pausa impuesta por la presión internacional? La historia de esta frontera sugiere que, sin una demarcación definitiva y un verdadero proceso de reconciliación política, la paz es solo un interludio entre crisis.

La historia presenta una narrativa completa y resuelta, desde la escalada militar inicial hasta los esfuerzos de pacificación y sus frágiles resultados. Permite un análisis profundo de las dinámicas geopolíticas regionales, el impacto humanitario de un conflicto fronterizo con más de 100.000 civiles desplazados y el rol de la mediación internacional. El paso del tiempo ha permitido que las consecuencias sean visibles y que el ciclo noticioso inmediato haya sido superado, ofreciendo la oportunidad de una reflexión contextualizada sobre las causas subyacentes y la sostenibilidad de la paz en la región.