El trabajo en Chile ya no es lo que era: La pugna entre nuevas leyes, salarios al alza y un mercado laboral que no despega

El trabajo en Chile ya no es lo que era: La pugna entre nuevas leyes, salarios al alza y un mercado laboral que no despega
2025-07-30
  • Leyes y realidad: Nuevas normativas como las 40 horas y la Ley Karin buscan mejorar la calidad del trabajo, pero chocan con una débil creación de empleo y una economía bajo presión.
  • La paradoja salarial: Mientras los salarios reales suben y el sueldo mínimo aumenta, disminuyen los cotizantes de altos ingresos y los expertos en reclutamiento proyectan un futuro pesimista.
  • Cultura vs. Estructura: El debate trasciende las cifras, revelando una tensión entre la búsqueda de propósito y corresponsabilidad, y un modelo laboral rígido (público y privado) que se resiste al cambio.

Hace tres meses, las cifras de desempleo y los debates sobre nuevas leyes laborales copaban los titulares. Hoy, con la distancia que otorga el tiempo, emerge un panorama más complejo que una simple alza en la desocupación. La tasa de desempleo del 8,9% (que se eleva a un preocupante 10,1% para las mujeres) es solo la superficie de una profunda reconfiguración del mundo del trabajo en Chile. El país se encuentra en una encrucijada, atrapado entre la legítima aspiración a un trabajo más digno y un modelo económico que cruje bajo la presión de nuevas demandas sociales y rigideces estructurales.

La paradoja: Mejores condiciones en un mercado estancado

En los últimos meses, Chile ha avanzado en una agenda que busca responder a demandas históricas. La implementación gradual de la jornada laboral de 40 horas, el aumento del salario mínimo a $500.000 con subsidios para las PYMES, y la puesta en marcha de la Ley Karin para erradicar el acoso laboral, son hitos que apuntan a mejorar la calidad de vida de los trabajadores. El ministro del Trabajo, Giorgio Boccardo, ha enmarcado estas políticas como una respuesta directa al malestar social, argumentando que abordan las causas de fondo como los bajos salarios y las jornadas extensas.

Sin embargo, estas mejoras contrastan con una realidad económica tozuda. La creación de empleo se ha desacelerado drásticamente y la confianza empresarial flaquea. Un panel de head hunters consultado por la UNAB reveló un pesimismo generalizado, con un índice de perspectivas laborales que se sitúa en terreno negativo (44 puntos sobre 100), reflejando una "cautela en las contrataciones". Desde el sector privado, la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) insiste en la necesidad de mayor flexibilidad laboral para reactivar la inversión y el empleo formal, advirtiendo que la rigidez actual frena la movilidad y la productividad.

Esta tensión se manifiesta en una paradoja salarial: mientras el Índice de Remuneraciones Reales acumula 27 meses de alzas, impulsado por una inflación más controlada y el reajuste del mínimo, el número de personas que cotizan por el tope imponible (ingresos sobre $3,4 millones) ha caído a su nivel más bajo desde 2020. Según Carmen Cifuentes, de Clapes UC, esto sugiere una "contracción en los salarios más altos", un síntoma de un mercado laboral debilitado en su segmento formal y de mayores ingresos.

Los dos mundos del trabajo: La rigidez pública y la presión privada

La discusión sobre el futuro del trabajo en Chile se libra en dos frentes muy distintos pero igualmente complejos.

Por un lado, el sector público y su Estatuto Administrativo, calificado por expertos como "el elefante en la sala". Creado en 1989, este marco normativo es criticado por su extrema rigidez, la falta de incentivos al mérito y una inamovilidad que, según el exministro Ignacio Briones, es una "camisa de fuerza". El reciente escándalo por el uso fraudulento de licencias médicas abrió una ventana para debatir su reforma. Sin embargo, las opiniones están divididas: mientras algunos abogan por una modernización profunda que incorpore elementos del Código del Trabajo, otros, como el economista Salvador Valdés, sostienen que el problema no es el estatuto, sino la "gestión abandonada por parte de los directivos" y la contaminación política, donde el "apitutar a los tuyos" sigue siendo una práctica extendida.

Por otro lado, el sector privado enfrenta las presiones de un mercado global incierto y los crecientes costos laborales internos. La presidenta del Banco Central, Rossana Costa, identificó tres factores que explican el deterioro del empleo: un crecimiento económico con rezago en sectores clave como la construcción, factores estructurales como la dificultad de los mayores de 55 años para reinsertarse, y un ajuste a "presiones de costo" sistemáticas. El instituto emisor confirmó, a través de estudios con microdatos, que las empresas con mayor proporción de trabajadores con salario mínimo mostraron una peor evolución del empleo, validando las preocupaciones de las PYMES.

El factor cultural: Cuando las leyes no bastan

Más allá de las cifras y las estructuras, la transformación del trabajo en Chile es profundamente cultural. La pregunta ya no es solo cuánto se trabaja, sino "¿trabajar más o trabajar mejor?", como planteaba una carta en el Diario Financiero. Esta búsqueda de propósito y equilibrio choca con prácticas arraigadas.

Un ejemplo elocuente es la corresponsabilidad parental. Pese a que la ley lo permite desde 2011, menos del 1% de los padres hace uso del postnatal parental. Esta abrumadora estadística demuestra que la carga del cuidado sigue recayendo desproporcionadamente en las mujeres, lo que impacta directamente su participación laboral (49,3%, muy por debajo del promedio OCDE de 60,3%) y perpetúa las brechas de género.

A un año de su implementación, la Ley Karin también evidencia esta brecha entre la norma y la cultura. Nacida para proteger a los trabajadores de la violencia y el acoso, la ley ha generado un "cuello de botella" en la Dirección del Trabajo, con investigaciones que se extienden por meses en lugar de los 30 días estipulados. Abogados laborales advierten que la norma se está utilizando para resolver conflictos menores o como herramienta de presión, desnaturalizando su espíritu preventivo y sobrecargando un sistema que no cuenta con los recursos para responder.

Un debate abierto y en plena evolución

El mercado laboral chileno no está en crisis; está en medio de una reconfiguración profunda y no resuelta. Las nuevas legislaciones han elevado el estándar de lo que se considera un trabajo digno, pero la economía y las instituciones luchan por adaptarse. La pugna entre flexibilidad y seguridad, entre las expectativas de las nuevas generaciones y las rigideces de un modelo heredado, sigue en pleno desarrollo. El desafío para Chile es mayúsculo: construir un consenso que permita articular el desarrollo económico con mejoras laborales sostenibles, para que la búsqueda de un mejor trabajo no termine en la precariedad de no tenerlo.

El tema permite analizar una transformación estructural y cultural que va más allá de las cifras de empleo coyunturales. Revela la tensión entre nuevas legislaciones, expectativas generacionales y un modelo económico bajo presión, ofreciendo una narrativa completa sobre la evolución del concepto de 'trabajo' y sus consecuencias sociales a mediano plazo.