El precio de una amistad de mil millones: La trama de sicariato, deuda y farándula que expuso las economías ocultas de Santiago

El precio de una amistad de mil millones: La trama de sicariato, deuda y farándula que expuso las economías ocultas de Santiago
2025-07-30
  • Un asesinato por encargo revela una red de préstamos informales que operaba con códigos de amistad y traición.
  • La detención del empresario Wilson Verdugo como autor intelectual destapa una deuda superior a los $1.160 millones como móvil del crimen.
  • El caso expone fallas sistémicas, desde la fuga de un sicario hasta la inesperada conexión con figuras del espectáculo chileno.

La anatomía de una traición

Lo que comenzó el 19 de junio como el asesinato a sangre fría de un comerciante en Ñuñoa, hoy, más de un mes después, se ha decantado en una compleja narrativa de traición, sicariato y economías sumergidas. El homicidio de José Felipe Reyes Ossa, conocido como el “Rey de Meiggs”, no fue un robo al azar. La investigación de la Fiscalía Metropolitana Oriente apunta a un plan meticulosamente orquestado por quien la víctima consideraba un amigo cercano, casi una figura paterna: el empresario gastronómico y hípico Wilson Verdugo Díaz.

El móvil, según la fiscalía, es tan antiguo como la tragedia misma: una deuda. Pero no una cualquiera. Los registros, incluyendo un cuaderno manuscrito de la víctima, señalan una cifra que supera los $1.160 millones de pesos y 80 mil dólares. Verdugo, dueño de los restaurantes “La Vaquita Sabrosa”, habría financiado sus negocios durante años con los préstamos informales de Reyes. La presión de esta deuda, argumenta el Ministerio Público, lo llevó a pagar $30 millones de pesos a un intermediario para contratar a tres sicarios venezolanos y eliminar a su financista.

La frialdad del plan se revela en los detalles. El día del crimen, Verdugo dejó un sobre con $9 millones en la conserjería del edificio de Reyes, un señuelo para asegurar su presencia. Minutos antes de ser acribillado, la última llamada que Reyes recibió fue de Verdugo. Horas después, el mismo Verdugo se presentaba en la escena del crimen, abrazaba a los deudos, asistía al funeral e incluso intentaba desviar la atención hacia un empresario colombiano. “Siempre con actitud fría, sin botar ni una lágrima por Felipe, siendo que él lo veía como un papá”, declaró un amigo de la víctima.

La defensa de Verdugo, a cargo del abogado Luis Inostroza, presenta una contra-narrativa. Sostiene que la deuda era considerablemente menor —cerca de $112 millones— y que su cliente la estaba pagando religiosamente. Cuestiona el origen del dinero de Reyes y califica el móvil presentado por la fiscalía como “fabricado” e “inexistente”, argumentando que no hay pruebas directas que vinculen a su representado con los ejecutores del crimen.

El engranaje del crimen y un sistema resquebrajado

El caso ha expuesto no solo la brutalidad del crimen por encargo, sino también las grietas del sistema. La operación, según el testimonio de uno de los sicarios detenidos, Yonder Blanco Véliz, fue tercerizada. Verdugo habría contactado a un intermediario —presuntamente de nacionalidad ecuatoriana, aún prófugo—, quien a su vez contrató al trío de ejecutores. Les proporcionó fotos, la dirección y la información clave para la emboscada.

Este engranaje criminal operó con una eficacia que contrasta con la posterior respuesta institucional. El 10 de julio, uno de los sicarios, Alberto Carlos Mejía, fue liberado por un error administrativo desde la cárcel, en un fallo en cadena que involucra al Poder Judicial y a Gendarmería. Logró huir de Chile, y su búsqueda internacional sigue en curso. Este episodio transformó un caso policial de alto impacto en un escándalo sobre la capacidad del Estado para enfrentar al crimen organizado transnacional.

Paralelamente, el asesinato del “Rey de Meiggs” desnuda la existencia de un robusto sistema financiero informal. Reyes operaba como un banco paralelo para una red de comerciantes y empresarios que, por diversas razones —como deudas previas o negocios no declarados—, no tienen acceso al crédito formal. Este mundo, que funciona con códigos de confianza y palabra, demostró ser tan letal como cualquier otro cuando esos códigos se rompen.

El espejo de la fama: cuando la farándula se cruza con el hampa

La historia adquirió una nueva dimensión con la citación a declarar del animador de televisión Francisco Kaminski. Su testimonio, en calidad de testigo, confirmó que mantenía una relación de negocios y una deuda de aproximadamente $45 millones con Reyes para la producción de una fonda. La revelación no solo amplió el espectro de la red del prestamista, sino que también trajo a la memoria pública las declaraciones de la exesposa de Kaminski, Carla Jara, quien meses antes había expresado su temor por las “deudas informales” y los negocios de su entonces pareja.

La aparición de Kaminski, junto a la de otros nombres del espectáculo como el cantante Luis Lambis en el cuaderno de deudores, introdujo el caso en el circuito mediático de la farándula. Sin embargo, su rol es más sintomático que central: evidencia cómo las economías sumergidas se entrelazan con esferas públicas, borrando las fronteras entre la legalidad, la informalidad y el crimen.

Un debate abierto

Actualmente, Wilson Verdugo se encuentra en prisión preventiva, imputado por homicidio calificado, robo con intimidación y tenencia ilegal de municiones. La investigación sigue abierta, con la mira puesta en el intermediario y el sicario prófugo. Más allá del resultado judicial, el caso del “Rey de Meiggs” ha instalado un debate incómodo pero necesario. Ha puesto sobre la mesa la realidad del sicariato en Chile, la fragilidad de las instituciones y la existencia de mundos económicos que operan en las sombras, regidos por la confianza hasta que una deuda de mil millones de pesos demuestra que, a veces, la amistad tiene un precio mortal.

La historia ofrece una narrativa completa sobre un crimen por encargo que trasciende el hecho policial, revelando las dinámicas de poder en economías informales, la fragilidad de las relaciones basadas en la deuda y la inesperada colisión entre el mundo delictual y la cultura de la celebridad. Su evolución, desde el asesinato hasta la detención del autor intelectual, permite un análisis profundo de las motivaciones humanas y las fallas sistémicas que convergen en un caso de alto impacto social.

Fuentes