Hace poco más de dos meses, el 16 de junio de 2025, una noticia sacudió al mercado financiero chileno: un grupo de fondos de inversión internacionales liquidó una participación del 3,3% en LATAM Airlines, equivalente a US$370 millones. Lo que a primera vista parecía una señal de desconfianza o una "fuga de capitales" desde uno de los emblemas corporativos del país, se ha transformado, en menos de 60 días, en una demostración de la resiliencia y astucia estratégica de la aerolínea. Hoy, la conversación no es sobre la incertidumbre, sino sobre una compañía que ha logrado no solo absorber el golpe, sino también fortalecer su posición financiera y reconquistar la confianza del mercado.
La historia comenzó a mediados de junio, cuando los fondos Sixth Street y SVP Funds, que habían ingresado a la propiedad de LATAM como acreedores durante su proceso de reorganización bajo el Capítulo 11 en Estados Unidos, anunciaron la venta de 10 millones de ADRs (American Depositary Receipts). Esta era la segunda operación de este tipo en menos de un año, sumando presión vendedora sobre el papel y generando interrogantes sobre la estabilidad de su estructura de propiedad post-reestructuración.
La reacción inicial del mercado fue de nerviosismo. Una venta de tal magnitud por parte de actores institucionales suele interpretarse como una señal negativa. A esto se sumaba un contexto externo complejo, con un alza en el precio del petróleo debido a tensiones geopolíticas en Medio Oriente, un factor que impacta directamente los costos operativos de cualquier aerolínea.
Contrario a lo que se podría esperar, la acción de LATAM demostró una notable solidez. Aunque experimentó caídas puntuales, se mantuvo en niveles cercanos a sus máximos en años. ¿La razón? El mercado local, principalmente Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) e inversionistas institucionales extranjeros, vieron la venta no como una crisis, sino como una oportunidad de compra. Absorbieron la oferta, validando los fundamentos de la compañía.
La gerencia de LATAM no se quedó de brazos cruzados. Su respuesta fue una contraofensiva financiera en tres actos:
Con la perspectiva que da el tiempo, la acción de los fondos vendedores puede ser reinterpretada. Sixth Street y SVP Funds no eran inversionistas tradicionales, sino acreedores que convirtieron su deuda en acciones durante un momento crítico para la aerolínea. Su salida, tras una valorización de la acción de casi un 40% en 2025, se asemeja más a una toma de ganancias planificada que a una huida por falta de confianza. Es el ciclo natural de un fondo que entra en una reestructuración, apoya a la empresa y, una vez estabilizada y valorizada, materializa su retorno.
Desde la otra vereda, la reacción de los analistas y compradores locales revela una perspectiva distinta. Mauricio Cañas, de BTG Pactual, señaló a fines de julio que LATAM "seducía al mercado", destacando su sólida posición competitiva frente a rivales regionales debilitados, como las brasileñas Gol y Azul, y su dominio en rutas clave.
El debate sobre la "fuga de capitales" está, por ahora, cerrado. LATAM ha demostrado tener una base de inversionistas locales y extranjeros que confían en su plan de largo plazo, y una administración capaz de ejecutar movimientos financieros sofisticados para fortalecer la compañía. La narrativa ha evolucionado desde una potencial crisis de confianza hacia un caso de estudio sobre cómo una empresa puede gestionar activamente las expectativas del mercado y su propia estructura de capital.
El tema ahora se centra en los próximos pasos: consolidar los márgenes de ganancia, rentabilizar sus rutas de larga distancia y gestionar los riesgos externos como el precio del combustible, para lo cual la empresa ya cuenta con coberturas para más del 50% de su consumo en el trimestre actual. La historia del vuelo de retorno de LATAM no solo muestra cómo se superó una turbulencia, sino cómo se utilizó para ganar altitud.