Jeannette Jara se queda en el Partido Comunista: La anatomía de una crisis no forzada que definió el arranque de su campaña

Jeannette Jara se queda en el Partido Comunista: La anatomía de una crisis no forzada que definió el arranque de su campaña
2025-07-30
  • Una sugerencia estratégica para ampliar su base de apoyo se convirtió en una crisis pública por vocerías descoordinadas dentro del Partido Comunista.
  • La decisión final de Jara de no suspender su militancia fue un acto de reafirmación de liderazgo frente a las presiones de su propio partido.
  • El episodio expuso la tensión estructural entre la identidad comunista y la necesidad de construir una mayoría de centroizquierda, un dilema que sigue abierto.

La decisión que no fue

A principios de julio, a menos de una semana de su contundente victoria en las primarias oficialistas, Jeannette Jara se enfrentó a su primera gran prueba. No vino de la oposición, sino del corazón de su propio partido. Tras días de declaraciones cruzadas y una evidente desorganización interna, la candidata presidencial zanjó el debate que se había tomado la agenda: no suspendería su militancia en el Partido Comunista. "Ese tema no está sobre la mesa", declaró el 6 de julio durante el aniversario de la colectividad. La frase, aparentemente simple, cerraba un capítulo caótico que reveló las complejas dinámicas de poder que deberá gestionar en su camino a La Moneda.

De gesto estratégico a crisis pública

La idea no era nueva. A fines de junio, la exministra y ex-DC Laura Albornoz sugirió que Jara podría seguir el ejemplo de Patricio Aylwin, quien suspendió su militancia en la Democracia Cristiana para proyectar una imagen de unidad nacional. Era un guiño calculado para atraer al electorado de centro, un sector clave y esquivo para una candidata comunista. La propia Jara, el 30 de junio, reconoció la existencia del debate, afirmando que era una "conversación que no se ha dado" pero que "seguramente en los próximos días se va a dar", posicionándose como "la candidata de la coalición de centro izquierda", no solo del PC.

Lo que era una deliberación estratégica interna implosionó el 3 de julio. Daniel Jadue, desde su programa en YouTube, se adelantó a cualquier anuncio oficial: "Se ha tomado la decisión, entiendo yo, de que suspenda su militancia". La declaración, que luego matizó como una "opinión personal", desató una tormenta. Horas después, Marcos Barraza, asesor clave de la campaña, confirmó que la suspensión era una posibilidad "muy cierta", pero criticó a Jadue por convertir "en controversia una medida que podría haber sido un gran anuncio".

El presidente del partido, Lautaro Carmona, intentó poner orden, calificando las declaraciones de "poco rigurosas" y subrayando que la decisión final sería comunicada en conjunto con la candidata. Pero el daño ya estaba hecho. La discusión dejó de ser sobre la conveniencia estratégica del gesto y pasó a ser sobre quién controlaba la campaña de Jara.

La reafirmación del liderazgo

La respuesta de Jeannette Jara tres días después fue un golpe de autoridad. Al negar la suspensión, no solo cerró el debate, sino que desautorizó públicamente a las figuras de su partido que habían hablado por ella. Semanas más tarde, el 28 de julio, sería aún más explícita: “Hay liderazgos que pretenden hablar en mi nombre y lo encuentro muy inadecuado”.

La decisión de permanecer militante, que a primera vista podría interpretarse como un gesto de rigidez ideológica, fue analizada por expertos como un movimiento tácticamente necesario para preservar su credibilidad. Suspender su militancia después de la filtración de Jadue la habría hecho parecer débil y manipulable. En cambio, al mantenerse firme, proyectó una imagen de autonomía y control sobre su propio proyecto político.

Las dos almas del comunismo y el "factor Jadue"

El episodio dejó al descubierto las tensiones que coexisten dentro del Partido Comunista. Por un lado, un ala pragmática, representada por Jara y su círculo cercano, dispuesta a realizar concesiones tácticas para ampliar su base electoral. Por otro, una corriente más ortodoxa y mediáticamente disruptiva, encarnada por Daniel Jadue, cuyas intervenciones a menudo generan conflictos que la candidata debe salir a gestionar.

Las polémicas no cesaron. El 24 de julio, Jadue afirmó que "el pueblo (...) tiene todo el derecho y la razón para pasarse por sobre el Estado de Derecho", obligando a Jara a distanciarse una vez más: “No soy comentarista de las declaraciones que haga una persona”.

Para los socios de la coalición, el problema se volvió más complejo. Lo que inicialmente era un recelo hacia la "marca PC" comenzó a mutar en un rechazo explícito a la figura de Jadue. A fines de julio, en plenas negociaciones parlamentarias, el senador PS Juan Luis Castro llegó a calificarlo como "una persona non grata en esta coalición", mientras otros líderes pedían al PC evitar su candidatura al Congreso para no perjudicar la campaña presidencial.

Un debate cerrado, un desafío permanente

Meses después del incidente, el debate sobre la militancia de Jeannette Jara parece resuelto. Sin embargo, la crisis que lo rodeó fue fundacional. Marcó el inicio de su campaña, obligándola a definir tempranamente su estilo de liderazgo y a trazar una línea clara entre su proyecto y las voces disonantes de su propio partido.

La cuestión de fondo, no obstante, sigue vigente. ¿Cómo se compatibiliza la identidad histórica del Partido Comunista con la construcción de una mayoría social y política amplia? La respuesta de Jara, hasta ahora, ha sido priorizar su rol como líder de una coalición diversa, aunque eso signifique confrontar públicamente a figuras de su propia casa política. La crisis de la "militancia en suspenso" demostró que su mayor desafío no será solo convencer a quienes no son comunistas, sino también gestionar a quienes lo son.

La historia expone la compleja dinámica interna de un partido político en un momento crucial, mostrando cómo se negocia la identidad ideológica frente a una carrera presidencial. Ilustra la tensión entre la lealtad partidaria y la necesidad de construir coaliciones más amplias, un desafío fundamental en las democracias modernas. No es solo un evento político, sino un caso de estudio sobre estrategia, identidad y poder, cuya resolución tuvo consecuencias visibles en la configuración de las alianzas políticas posteriores.

Fuentes