Dos meses después de que Julio Ponce Lerou anunciara su retiro del control de las sociedades “Cascada”, el entramado que por décadas le permitió dominar SQM, el ruido mediático ha dado paso a un silencio operativo. Pero bajo esa calma, se está ejecutando una de las transformaciones corporativas más significativas de la historia financiera reciente de Chile. No se trata solo de un cambio de nombre en la testera, sino del desmantelamiento de una estructura que fue sinónimo de complejidad, controversia y poder.
El 5 de junio, Ponce Lerou no solo comunicó su paso al costado, sino que legó “el control y dirección” a su hija, Francisca Ponce Pinochet. Este relevo generacional es el catalizador de todo. Mientras su padre cultivó una imagen de outsider del establishment empresarial, quienes conocen a Francisca la describen con un perfil distinto: formada con un MBA en la Universidad Católica, con experiencia en los directorios del grupo desde 2010 y con un estilo que, según fuentes cercanas, valora el trabajo en equipo y busca integrar el patrimonio familiar al mundo empresarial convencional, no al margen de él.
El anuncio clave, que siguió al relevo, fue la decisión unánime de los directorios de Norte Grande, Oro Blanco, Pampa Calichera, Nitratos de Chile, Potasios de Chile y Global Mining de fusionarse. El plan es reducir esta compleja red de seis sociedades a solo dos: Oro Blanco y Potasios. Para liderar este proceso, a fines de julio se confirmó la contratación del banco de inversión BTG Pactual como asesor financiero, una señal de formalidad y profesionalismo que el mercado ha valorado.
¿Por qué ahora? La simplificación era una demanda histórica de los accionistas minoritarios, pero solo fue posible tras ordenar la casa. Durante años, las sociedades mantuvieron una extensa disputa tributaria con el Servicio de Impuestos Internos (SII) por operaciones realizadas en 2011. A fines de 2024, con gran parte de esos conflictos zanjados —implicando pagos millonarios y rectificaciones de impuestos—, el camino quedó despejado.
Las consecuencias de la simplificación son múltiples y explican el optimismo del mercado, que hizo que las acciones de las sociedades se dispararan tras el anuncio:
La reestructuración es una victoria para los accionistas minoritarios. Gestoras como Moneda Asset Management y, en su momento, Bancard (el ex family office de Sebastián Piñera), junto a las AFP, exigieron por décadas esta simplificación. Hoy, fondos como Pionero, ligado a Pablo Echeverría, e inversores institucionales como la familia Solari Donaggio, ven con buenos ojos el proceso, aunque la atención ahora se centra en un punto clave: la relación de canje de las acciones en las fusiones. La forma en que se valoren las distintas sociedades será determinante para asegurar que todos los accionistas reciban un trato justo, un proceso que BTG Pactual deberá supervisar con celo.
Desde la vereda de los analistas, Guillermo Araya, de Renta 4, ha señalado que la simplificación del gobierno corporativo podría “mejorar la percepción sobre la evaluación del mismo”, un activo intangible pero crucial en los mercados modernos.
Esta reorganización interna no puede entenderse sin mirar el panorama general de SQM. La compañía está en medio de la materialización de su alianza público-privada con Codelco para explotar el Salar de Atacama hasta 2060. Este acuerdo, que se espera quede sellado en los próximos meses, es la piedra angular de la Estrategia Nacional del Litio y redefine el futuro de la industria en Chile.
Para Codelco y el Estado, tener como socio a un grupo controlador más simple, transparente y con un liderazgo renovado es, sin duda, un escenario más favorable que el anterior. La reestructuración de las Cascadas puede interpretarse como un movimiento estratégico para alinear la estructura de propiedad de SQM con las exigencias de una nueva era, una donde la colaboración con el Estado y la supervisión internacional —el acuerdo aún requiere la aprobación del regulador antimonopolios de China, donde Tianqi, accionista de SQM, ha mostrado reparos— son fundamentales.
El proceso de desmantelamiento de las Cascadas está en marcha, con un horizonte fijado para 2026. Se cierra así un capítulo definido por la complejidad y la controversia, para abrir uno que busca la simpleza y la legitimidad. El legado de Ponce Lerou no desaparece, se transforma, adaptándose a un nuevo ecosistema donde el poder económico debe dialogar con nuevas reglas de gobernanza y estrategia país.