La ciudad respira un problema crónico:Qué deja el invierno de alertas ambientales más allá de la restricción vehicular

La ciudad respira un problema crónico:Qué deja el invierno de alertas ambientales más allá de la restricción vehicular
2025-07-31
  • Las alertas y preemergencias se han convertido en un ritual invernal, normalizando una crisis de salud pública que va más allá de lo respiratorio.
  • El encierro forzado por la contaminación agrava problemas de salud mental como la soledad, un costo invisible que no se mide en las estaciones de monitoreo.
  • El debate se estanca en la gestión de la emergencia (restricciones, prohibiciones), postergando las soluciones estructurales sobre urbanismo, transporte y matriz energética.

A medida que las temperaturas suben y los días se alargan, la densa capa gris que cubrió Santiago durante meses comienza a disiparse. Sin embargo, el alivio es temporal. El invierno de 2025 no fue la excepción, sino la confirmación de una normalidad preocupante: una sucesión de alertas y preemergencias ambientales que, más que noticias, se han convertido en parte del calendario estacional de la capital y otras ciudades del centro y sur del país.

Anatomía de una Crisis Anunciada

El ciclo es predecible y se repitió con precisión. A fines de mayo, con la llegada de las bajas temperaturas, la cuenca de Santiago quedó atrapada bajo el fenómeno de la inversión térmica. La geografía, que en otras épocas es un marco imponente, se convierte en una tapa que impide la dispersión de contaminantes. La principal fuente de material particulado fino (MP2,5), el más dañino para la salud, proviene de dos frentes: el transporte y, de manera crucial, el uso de calefacción a leña, no solo en la Región Metropolitana sino con especial intensidad en ciudades como Temuco y Osorno.

El guion se desarrolló según lo esperado. El 31 de mayo se declaraba la primera Alerta Ambiental en la RM. Para el 4 de junio, la capital ya acumulaba cinco días consecutivos bajo esta medida. El 8 de junio, la situación escaló a la primera preemergencia del año, con la estación de Cerro Navia marcando niveles críticos. El patrón continuó durante julio, con nuevas alertas y preemergencias decretadas por la Delegación Presidencial, como las del 17 y 29 de julio, que reiteraban el mismo paquete de medidas: restricción vehicular, prohibición de quemas agrícolas y la veda a los calefactores a leña, que en los episodios más graves llegó a incluir a los de pellets.

El Ritual de la Restricción: ¿Solución o Paliativo?

La respuesta de las autoridades, encabezadas por la Delegación Presidencial y la Seremi de Medio Ambiente, se ha consolidado en un protocolo de gestión de crisis. "Se hizo un llamado a respetar las medidas decretadas", declaraba el delegado presidencial Gonzalo Durán en junio, una frase que se repitió como un mantra durante todo el invierno. La estrategia se centra en la restricción y la fiscalización, medidas necesarias pero que operan sobre la consecuencia, no sobre la causa.

Este enfoque convierte la crisis ambiental en una serie de eventos administrativos. Para el ciudadano, significa revisar cada noche si al día siguiente podrá usar su auto o si debe suspender actividades al aire libre. Para los colegios, implica, como recomendó el Ministerio de Educación, "modificar la intensidad de las clases de educación física". La vida cotidiana se adapta a los índices de contaminación, normalizando una disrupción que tiene costos profundos y a menudo, invisibles.

Los Costos Invisibles: De los Pulmones a la Mente

El impacto directo en la salud respiratoria es bien conocido y documenta el aumento de consultas médicas y hospitalizaciones. Sin embargo, la madurez de esta crisis crónica permite observar efectos secundarios que no capturan las estaciones de monitoreo.

Un estudio de la ACHS-UC, publicado a mediados de junio, alertaba sobre un aumento de la soledad en Chile, especialmente en adultos jóvenes. Aunque el estudio no vincula directamente este fenómeno con la contaminación, sus hallazgos resuenan con la experiencia del "invierno inmóvil". Las recomendaciones de "quedarse en casa" y la atmósfera opresiva de una ciudad bajo una nube tóxica limitan la interacción social y pueden exacerbar sentimientos de aislamiento. La crisis ambiental, por tanto, no solo enferma los pulmones; también contribuye a un malestar anímico y social que ya es una preocupación de salud pública.

Asimismo, la crisis revela las fracturas del sistema. Mientras Santiago concentra la atención mediática, la falta de recursos en otras zonas, como la escasez de ambulancias avanzadas en comunas del Biobío, plantea una pregunta incómoda: ¿está el sistema de salud preparado para las consecuencias sistémicas y a largo plazo de un problema ambiental que no da tregua?

Un Debate Pendiente

El invierno termina y el aire, por ahora, es más respirable. Las restricciones se levantan y la atención se desplaza a otros temas. Sin embargo, la crisis de contaminación atmosférica no está resuelta; solo está en pausa. Las alertas y preemergencias de 2025 demostraron, una vez más, que las medidas de gestión son insuficientes para quebrar el ciclo.

El tema sigue abierto y ha evolucionado de ser una emergencia puntual a una condición crónica de la vida urbana. La pregunta que queda flotando en el aire, ahora más limpio, es si el próximo invierno nos encontrará nuevamente discutiendo sobre qué patentes no pueden circular, o si finalmente se habrá avanzado hacia un debate estructural sobre el modelo de ciudad, la matriz energética residencial y un sistema de transporte público que ofrezca una alternativa real y sostenible para que Santiago, y Chile, puedan respirar profundo sin miedo.

La recurrencia de un problema crónico, manifestado a través de múltiples eventos noticiosos a lo largo de varios meses, permite un análisis profundo de sus causas estructurales, las consecuencias a largo plazo en la salud pública y la calidad de vida, y la efectividad de las políticas implementadas. La madurez temporal de la historia transforma una serie de alertas inmediatas en un caso de estudio sobre la relación entre desarrollo urbano, políticas medioambientales y bienestar ciudadano.