El aborto se instala en la agenda presidencial:Cómo un proyecto de ley congelado redefinió la carrera a La Moneda

El aborto se instala en la agenda presidencial:Cómo un proyecto de ley congelado redefinió la carrera a La Moneda
2025-07-31
  • Un proyecto de ley sobre aborto, hoy congelado, se convirtió en la principal herramienta estratégica para definir la carrera presidencial.
  • La oposición pasó de acusar una "cortina de humo" a desafiar al gobierno a un debate inmediato, exponiendo las divisiones del oficialismo.
  • El debate se trasladó del Congreso a la campaña: la discusión ya no es sobre la ley, sino sobre dos visiones de país que se enfrentan en la elección.

La Calma que Engaña: Un Proyecto en Pausa, una Batalla en Curso

Han pasado más de dos meses desde que el Presidente Gabriel Boric, en su última Cuenta Pública, sacudió el tablero político al anunciar un proyecto de ley para legalizar el aborto. Hoy, la iniciativa duerme en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, sin urgencia legislativa y sin fecha para su discusión. Sin embargo, esta parálisis en el Congreso es engañosa. Lejos de ser un fracaso o una anécdota, el anuncio se consolidó como la maniobra estratégica que, de forma abrupta, redefinió el eje de la contienda presidencial, trasladando el foco desde la gestión económica y de seguridad hacia una confrontación valórica de fondo.

Lo que comenzó como una acusación de "cortina de humo" por parte de la oposición, evolucionó hacia un complejo juego de ajedrez político cuyas consecuencias son hoy plenamente visibles: el aborto, como tema, fracturó alianzas, expuso contradicciones y obligó a todos los candidatos a trazar una línea clara, transformando un debate social latente en el principal campo de batalla electoral.

Del "Humo" a la Provocación: La Estrategia de la Cuenta Pública

A fines de mayo, la antesala de la Cuenta Pública estuvo marcada por la desconfianza. Desde la UDI, el senador Guillermo Ramírez acusó al gobierno de usar el tema del aborto para "desviar la atención" de una "pésima gestión". La Tercera publicó una carta del senador Sergio Gahona (UDI) que reforzaba la idea de una "estrategia de distracción" para hablarle a su "25% más leal". La oposición se preparaba para denunciar una maniobra de populismo identitario.

Pero el 1 de junio, el discurso presidencial fue más allá. Al confirmar no solo el proyecto de aborto, sino también la recalificación del penal de Punta Peuco, Boric no buscaba simplemente distraer, sino emplazar directamente a la derecha y forzar una realineación del debate público. La reacción fue inmediata y performática: los diputados Johannes Kaiser y Cristián Labbé se retiraron de la sala, mientras las diputadas del Partido Social Cristiano exhibían una bandera de Israel, vinculando su postura "pro-vida" con la política exterior y generando una controversia paralela que fue duramente criticada por parlamentarios oficialistas como Daniel Manouchehri (PS).

El gobierno había logrado su objetivo inicial: instalar un marco de confrontación ideológica que opacara las críticas a su gestión y movilizara a sus bases.

El Contragolpe Táctico: "Si es Prioridad, Póngale Urgencia"

La respuesta de la oposición fue tácticamente astuta. En lugar de negarse al debate —lo que los habría dejado en una posición antidemocrática—, cambiaron de estrategia. El 2 de junio, el presidente de la Cámara, José Miguel Castro (RN), recogió el guante y desafió al Presidente Boric: "Le pido que le ponga urgencia al proyecto". La derecha, desde la UDI hasta los republicanos, se sumó al llamado, pidiendo una "discusión inmediata".

El objetivo era doble. Primero, demostrar que el anuncio era "pirotecnia" sin un compromiso real del Ejecutivo. Segundo, y más importante, forzar una votación rápida para exponer las profundas fisuras dentro de la coalición de gobierno. Sabían que el tema dividía al Socialismo Democrático y que incluso generaba incomodidad en sectores del Frente Amplio y el Partido Comunista con bases en comunas populares y evangélicas.

La ministra de la Mujer, Antonia Orellana, cuestionó el súbito cambio de postura de la oposición, ironizando sobre su repentino apuro por debatir. El gobierno se vio en una encrucijada: acelerar el proyecto y arriesgar una derrota humillante que tensionara su primaria presidencial, o no hacerlo y validar las acusaciones de que todo era un cálculo electoral.

Las Grietas del Oficialismo y el Congelamiento Estratégico

Las divisiones internas no tardaron en manifestarse. En un debate de primarias a fines de mayo, la candidata del Socialismo Democrático, Carolina Tohá (PPD), aunque partidaria de la discusión, aclaró que no obligaría a los parlamentarios de su sector a votar a favor en un "tema tan sensible". Esta postura contrastaba con la de los candidatos de Apruebo Dignidad, Jeannette Jara (PC) y Gonzalo Winter (FA), más alineados con la demanda histórica del feminismo.

Con este telón de fondo, la decisión de no poner urgencia al proyecto y la posterior inacción de la Comisión de Salud, presidida por la diputada Helia Molina (PPD), fue una movida pragmática. Como informó La Tercera a mediados de junio, la discusión quedó congelada hasta después de la primaria oficialista. Se optó por la cohesión electoral de la coalición por sobre el avance legislativo de una de las promesas más simbólicas del Presidente.

Para la oposición, esto confirmó su tesis. El diputado Agustín Romero (Republicano) sentenció que los anuncios fueron "solamente pirotecnia". Para el oficialismo, fue una retirada táctica necesaria para evitar una implosión en un momento clave.

El Legado: Una Ley Dormida que Despertó la Campaña

Hoy, el proyecto de ley sobre el aborto es un fantasma en el Congreso, pero una presencia constante en la carrera presidencial. Su principal consecuencia no fue legislativa, sino política. Obligó a todos los actores a posicionarse de manera inequívoca, clarificando el panorama para los electores.

El ministro del Interior, Álvaro Elizalde, insistió en que "la voz que tiene que ser escuchada en este debate es la voz de las mujeres", un llamado que, según columnistas como Yanira Zúñiga, fue ahogado por el cálculo político. La discusión se ha vuelto un significante vacío que cada sector llena con sus propios miedos y esperanzas: para unos, representa el avance de libertades; para otros, la imposición de una agenda ajena a las "verdaderas urgencias" del país.

El gobierno, aunque sacrificó la viabilidad del proyecto a corto plazo, logró enmarcar la elección presidencial en sus términos. La pregunta que flota en el ambiente ya no es si el gobierno cumplió o no sus metas económicas, sino qué visión de sociedad se quiere para el futuro. La batalla por la ley de aborto está en pausa, pero la guerra cultural que desató está en pleno desarrollo y definirá, en gran medida, quién llegará a La Moneda.

El tema ilustra cómo una decisión presidencial puede reconfigurar abruptamente el tablero político, transformando un debate social latente en el principal campo de batalla de una elección. Permite analizar la instrumentalización de agendas valóricas, las fracturas ideológicas dentro de las coaliciones y la evolución de la narrativa pública desde el anuncio inicial hasta sus consecuencias legislativas y electorales consolidadas. La historia muestra un claro desarrollo desde un punto de inflexión, con efectos medibles en la opinión pública y en las estrategias de los actores políticos.