El Poder se toma Postnatal: Cómo cinco días de un Presidente reconfiguran el trabajo, la masculinidad y la política chilena

El Poder se toma Postnatal: Cómo cinco días de un Presidente reconfiguran el trabajo, la masculinidad y la política chilena
2025-07-31

- El permiso paternal del Presidente Boric no es un hecho aislado, sino una señal pública que acelera el debate sobre la corresponsabilidad.

- El futuro se debate entre dos escenarios: una reforma legal y cultural profunda o un estancamiento simbólico que no altera las prácticas laborales.

- El liderazgo del siglo XXI se redefine, integrando el cuidado como una competencia y no como un obstáculo para el poder.

Un Presidente de la República saliendo de La Moneda para ejercer su derecho a postnatal no es solo una noticia. Es una señal. La decisión de Gabriel Boric de tomarse cinco días por el nacimiento de su hija Violeta es un evento que condensa y acelera una conversación latente en Chile sobre el poder, el trabajo y los roles de género. Más allá del gesto, este acto proyecta futuros posibles para la sociedad chilena.

Fase 1: La Ruptura Simbólica (El Futuro Inmediato)

El primer efecto es la disrupción. Históricamente, la paternidad de los mandatarios chilenos, como la de Manuel Bulnes en 1842, era un asunto privado, desconectado de la función pública. El poder se ejercía desde una masculinidad que invisibilizaba el cuidado. Boric rompe ese molde. Al hacer pública su decisión y, más importante aún, al declarar que “se requiere un postnatal masculino mayor, de más tiempo, que sea obligatorio”, transforma un derecho personal en una declaración política.

El impacto inmediato es forzar el debate a nivel nacional. Las empresas, los sindicatos y las familias se ven obligados a posicionarse. La imagen de un presidente teletrabajando mientras asume labores de cuidado desafía la cultura del “presentismo” y la idea de que el liderazgo exige una dedicación total y excluyente. Este acto simbólico funciona como un catalizador, haciendo imposible ignorar la precariedad de la corresponsabilidad en el país, donde menos del 1% de los padres utiliza el postnatal parental compartido.

Fase 2: El Eco Institucional (El Futuro a Mediano Plazo)

El gesto presidencial abre dos caminos divergentes para los próximos años. La dirección que tome Chile dependerá de la voluntad política, la presión social y la reacción del mundo empresarial.

Escenario A: La Aceleración Normativa. En este futuro, el acto del Presidente crea un impulso político decisivo. El Congreso tramita con celeridad una reforma que establece un postnatal masculino obligatorio, intransferible y pagado, separado del de la madre. La discusión ya no es sobre si es necesario, sino sobre su duración y financiamiento. Las empresas, para no quedarse atrás y para atraer talento joven que valora la conciliación, empiezan a mejorar sus políticas de paternidad proactivamente. El liderazgo que cuida se convierte en un activo reputacional.

Escenario B: El Estancamiento Simbólico. En esta alternativa, el gesto es aplaudido y luego archivado. La propuesta de ley se estanca en comisiones, víctima de la polarización o de argumentos sobre su costo fiscal y el impacto en la productividad. La cultura organizacional chilena, resistente al cambio, neutraliza el efecto. El postnatal del Presidente es recordado como una anécdota, un privilegio del poder, pero no como un derecho extensible a todos los trabajadores. Las cifras de uso de permisos paternales apenas varían y la carga del cuidado sigue recayendo desproporcionadamente en las mujeres.

El factor decisivo será si la sociedad civil y los actores políticos logran convertir la señal en una demanda sostenida, o si permiten que la inercia cultural la disipe.

Fase 3: La Mutación Cultural (El Futuro a Largo Plazo)

Si Chile avanza por la vía de la aceleración, las consecuencias a largo plazo serán profundas. Una nueva generación de hombres crecerá viendo la paternidad activa no como una opción, sino como una norma. El arquetipo del “macho proveedor”, distante y enfocado en el trabajo, dará paso al del “padre cuidador”, presente y corresponsable.

Esto no solo redefine la masculinidad, sino también el liderazgo. Un líder que ha experimentado de primera mano las exigencias del cuidado infantil es potencialmente más empático y más conectado con las realidades cotidianas de los ciudadanos. La capacidad de cuidar podría empezar a ser vista como una competencia esencial para gobernar y dirigir, tanto en la política como en las empresas.

Las implicancias económicas y sociales son significativas: una distribución más equitativa del cuidado puede reducir la brecha salarial de género, mejorar la salud mental de hombres y mujeres, y fortalecer los vínculos familiares. La decisión de tener hijos dejaría de ser un factor que penaliza casi exclusivamente la carrera de las mujeres.

En síntesis, los cinco días de postnatal del Presidente Boric no son el final de la historia, sino el comienzo. Han puesto a la sociedad chilena frente a una elección: tratar el evento como un hecho anecdótico o usarlo como el punto de partida para una reestructuración fundamental del trabajo, la familia y el poder. El futuro del liderazgo en Chile podría estar gestándose, precisamente, en ese espacio doméstico que la política tradicional siempre ignoró.

El evento representa un punto de inflexión donde la vida personal de un jefe de Estado se convierte en un catalizador para un profundo debate social y cultural. La historia ha madurado más allá del hecho noticioso inicial, revelando tensiones y transformaciones en las concepciones de liderazgo, masculinidad, familia y la función de las instituciones públicas. Su evolución permite analizar cómo un acto individual puede reconfigurar simbólicamente el poder y acelerar cambios en políticas públicas y normas sociales.