El 10 de julio de 2025, tras 50 años de operación, Multitiendas Corona bajó sus cortinas para siempre. Más que la quiebra de una empresa, el evento es una señal estructural. La caída de Corona, sumada a la de otras firmas icónicas como Muebles Fernando Mayer o la innovadora Algramo, no es una coincidencia. Es la evidencia de que las reglas del juego del consumo, el trabajo y el espacio urbano en Chile están cambiando de forma irreversible.
El colapso fue rápido. A pesar de un acuerdo de reorganización aprobado por los acreedores el 5 de junio, la empresa no logró asegurar el financiamiento de $22.000 millones que necesitaba para sobrevivir. El 27 de junio, la noticia del cierre llegó a sus 1.800 empleados. Lo que siguió fue un "remate final" con productos a $5.000, una imagen potente del fin de una era de consumo aspiracional.
El resultado inmediato es tangible: 51 locales comerciales vacíos a lo largo de Chile, desde Iquique hasta Punta Arenas. Estos espacios, antes centros de actividad, son ahora cicatrices en el tejido urbano. Para las ciudades de menor tamaño, el riesgo de que se conviertan en focos de abandono es alto, acelerando la precarización de sus centros comerciales. Para los trabajadores, representa la pérdida de una fuente de empleo que parecía estable. Para los acreedores, una deuda de más de $66.900 millones de difícil recuperación.
El futuro de Chile se jugará, en parte, en lo que ocurra con estos metros cuadrados vacíos. Tres escenarios probables se perfilan en el mediano plazo, y no son mutuamente excluyentes.
Escenario 1: La reconversión pragmática. Los locales mejor ubicados, especialmente aquellos que son propiedad de los mismos dueños de Corona a través de sus sociedades inmobiliarias (un patrimonio avaluado en cerca de 80 millones de dólares), serán los primeros en transformarse. La tendencia del "sale and leaseback", donde empresas venden sus propiedades para luego arrendarlas y obtener liquidez, indica que hay inversionistas institucionales buscando activos de renta. Estos locales podrían convertirse en centros de salud, sedes educacionales, gimnasios, o "dark stores" para la logística del e-commerce. Será una reconversión impulsada por la rentabilidad, no por la necesidad comunitaria.
Escenario 2: El mosaico híbrido. Este es el futuro más probable. Veremos una fragmentación del paisaje comercial. Mientras los locales de alto valor en Santiago y capitales regionales se reconvierten rápidamente, los de ubicaciones secundarias enfrentarán un futuro incierto. Podrían ser ocupados por retailers de bajo costo, tiendas de importadores asiáticos o permanecer vacíos durante años, creando un paisaje urbano desigual. La capacidad de las municipalidades para incentivar nuevos usos será un factor crítico.
Escenario 3: El desierto comercial. En el peor de los casos, la falta de inversión y la contracción económica podrían dejar muchos de estos espacios en un estado de abandono prolongado. Este escenario es una amenaza real para la vitalidad de los centros urbanos de ciudades intermedias, que dependían fuertemente de tiendas ancla como Corona para generar flujo de personas y actividad económica.
La quiebra de Corona es también el fin de una promesa: la del ascenso social a través del crédito y el consumo de bienes. La clase media chilena, hoy más endeudada y con menor poder adquisitivo, ha modificado su comportamiento de forma estructural.
El modelo de Corona, basado en vender ropa y productos a crédito a un segmento que no siempre accedía a la banca tradicional, se volvió insostenible. La competencia del e-commerce, las marcas de "fast fashion" internacional y un consumidor más cauto y digitalizado rompieron el modelo. La lealtad ya no está en la tarjeta de la tienda, sino en la conveniencia de la aplicación, el precio más bajo o la experiencia de compra.
La caída de Algramo, un proyecto enfocado en la reutilización y la sostenibilidad, demuestra la complejidad del nuevo consumidor. Aunque existe un interés por modelos más conscientes, la prioridad económica y la falta de compromiso de las grandes corporaciones —que en tiempos de crisis recortan presupuestos de innovación y sostenibilidad— imponen un límite.
El futuro del retail se polariza. Por un lado, gigantes digitales y de bajo costo que compiten por precio y eficiencia. Por otro, un comercio de nicho, enfocado en la experiencia, la curaduría y la exclusividad. El espacio intermedio, el de la multitienda masiva y generalista como Corona, se está vaciando. Su desaparición no deja solo locales abandonados, sino también un vacío en la identidad de una clase media que ahora debe construir sus aspiraciones sobre nuevas bases.