Chile retira su personal militar de Israel: La diplomacia de principios enfrenta el costo del pragmatismo

Chile retira su personal militar de Israel: La diplomacia de principios enfrenta el costo del pragmatismo
2025-07-31
  • Un gesto diplomático por la crisis en Gaza desató una tormenta política interna y repercusiones internacionales.
  • La decisión expuso la contradicción entre la condena simbólica y la vigencia de millonarios contratos de defensa con Israel.
  • La tensión escaló a una posible revisión de la Visa Waiver por parte de Estados Unidos, poniendo a prueba la política exterior chilena.

El eco de un gesto a 60 días

Han pasado más de 60 días desde que el Gobierno de Chile, el 28 de mayo, anunciara el retiro de sus agregados militares de la embajada en Tel Aviv. Lo que comenzó como una "señal" en respuesta a la "gravísima situación humanitaria" en la Franja de Gaza, ha madurado hasta convertirse en un complejo caso de estudio sobre los límites y consecuencias de una política exterior basada en principios. Hoy, la decisión ya no es solo un titular, sino un campo de tensiones donde chocan la ética humanitaria, el cálculo político interno, los intereses comerciales y las presiones geopolíticas de potencias aliadas.

El debate ha trascendido el gesto inicial, evolucionando hacia una discusión nacional sobre el tipo de actor que Chile aspira a ser en el escenario global. La medida, lejos de cerrarse, ha abierto nuevas interrogantes y ha puesto a prueba la coherencia y el pragmatismo de la diplomacia chilena.

La bifurcación: Principios versus intereses

La decisión del gobierno del Presidente Gabriel Boric fue presentada inicialmente como una acción ineludible de coherencia. El ministro del Interior, Álvaro Elizalde, la calificó como una "señal humanitaria" ante una operación militar "desproporcionada e indiscriminada". Esta postura fue respaldada por sectores del oficialismo y la Comunidad Palestina de Chile, que la consideraron una medida "coherente y necesaria". La diputada Ericka Ñanco (RD), presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores, y el diputado Jorge Brito (RD) fueron más allá, llamando a "repensar las relaciones diplomáticas" y a "aislar al Estado de Israel".

En la vereda opuesta, la oposición política reaccionó con escepticismo y críticas. La candidata presidencial Evelyn Matthei acusó al Presidente Boric de hacer un "uso político de una tragedia", cuestionando la efectividad real de la medida para aliviar el sufrimiento en Gaza. "¿Alguien cree eso?", interpeló. En una línea similar, el presidente del Partido Republicano, Arturo Squella, llamó a no romper relaciones, argumentando la importancia de mantener los canales diplomáticos abiertos. El embajador de Israel en Chile, Gil Artzyeli, fue categórico al afirmar que con estas decisiones "el único perjudicado es Chile", y que las relaciones bilaterales habían "tocado fondo".

La disonancia: Símbolos diplomáticos, contratos vigentes

La tensión entre principios y pragmatismo alcanzó su punto más álgido cuando, un día después del anuncio, el canciller Alberto van Klaveren aclaró un punto crucial: los millonarios contratos de defensa que el Estado chileno mantiene con empresas israelíes seguían vigentes. "La provisión de material de defensa por parte de empresas israelíes se rige por contratos que tienen un carácter comercial, y obviamente ahí se aplica una lógica comercial", explicó.

Esta declaración introdujo una disonancia cognitiva fundamental en el debate público. ¿Puede un gesto simbólico de condena coexistir con una relación comercial estratégica en el mismo ámbito que se critica? La decisión de mantener los contratos, que incluyen desde armamento hasta plataformas de comunicaciones para las Fuerzas Armadas y Carabineros, expuso una brecha entre el discurso ético y la realidad material. Si bien el Presidente Boric, días después en su Cuenta Pública, instruyó a la ministra de Defensa a presentar un plan para "diversificar" los proveedores y dejar de depender de la industria israelí, la realidad contractual inmediata permaneció inalterada, planteando interrogantes sobre el alcance y la profundidad del gesto diplomático.

La sombra del norte: Cuando Washington entra en la ecuación

El conflicto, hasta entonces bilateral, adquirió una nueva dimensión con la intervención de un tercer actor: Estados Unidos. A principios de junio, el medio estadounidense The Media Line informó que la administración de Donald Trump estaría evaluando imponer sanciones contra Chile por su postura crítica hacia Israel. Entre las medidas barajadas, se mencionó explícitamente la posible suspensión del programa de Visa Waiver, un beneficio altamente valorado por los ciudadanos chilenos, junto con un eventual aumento de aranceles.

Aunque el Gobierno chileno llamó a "no hacer especulaciones", la noticia instaló una amenaza tangible. El reporte cobró mayor verosimilitud en el contexto de las acciones de la Casa Blanca contra instituciones como la Universidad de Harvard, a la que también se le amenazó con restricciones de visas por permitir manifestaciones propalestinas. Esta presión externa transformó el debate interno, obligando a sopesar no solo las consecuencias de la relación con Israel, sino también los costos de tensionar los lazos con un aliado estratégico como Estados Unidos.

Un debate abierto y en evolución

Dos meses después, el retiro de los agregados militares ha demostrado ser el punto de partida de un proceso mucho más complejo. La relación con Israel se encuentra en su nivel más bajo en décadas, mientras que la política exterior chilena se enfrenta a un test de estrés que la obliga a calibrar sus convicciones con las realidades del poder y el comercio internacional. El tema no está cerrado; por el contrario, ha evolucionado hacia una reflexión profunda sobre la identidad diplomática de Chile. La pregunta que resuena ya no es solo sobre Gaza, sino sobre el precio y el valor de los principios en un mundo interconectado y pragmático.

El tema permite analizar la evolución de una decisión diplomática de alto impacto, desde su anuncio hasta sus consecuencias políticas y comerciales. La historia revela las tensiones entre la política exterior basada en principios y las presiones pragmáticas, mostrando cómo un gesto simbólico puede reconfigurar alianzas, generar un intenso debate interno y convertirse en un punto de inflexión en las relaciones bilaterales.

Fuentes