A fines de julio de 2025, en una discreta ceremonia en la embajada de Estados Unidos en Santiago, la Policía de Investigaciones (PDI) y la Fiscalía de Chile entregaron seis relojes de lujo. No eran piezas cualquiera: pertenecían al actor Keanu Reeves y habían sido robadas de su mansión en Hollywood Hills en 2023. Entre ellos, un Rolex Submariner grabado con el nombre de la película John Wick, valorado en más de 13.000 dólares. El valor total de lo recuperado ascendía a más de 120.000 dólares.
Este acto, que podría parecer el cierre de un caso policial de alto perfil, fue en realidad la culminación de meses de tensión diplomática y negociaciones de seguridad. Dos meses después de que los relojes fueran recuperados en operativos en Santiago, su devolución coincidió con la visita a Chile de Kristi Noem, la Secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Su presencia no era casual: el robo a Reeves, y otro que ella misma sufrió a manos de delincuentes chilenos en Washington, se habían convertido en catalizadores de una reevaluación profunda de las relaciones de seguridad entre ambos países.
El caso Reeves no fue un hecho aislado. Desde hace años, la participación de chilenos en bandas dedicadas a robos en barrios de alto poder adquisitivo en Estados Unidos y Europa ha erosionado la confianza y puesto bajo severo escrutinio el Programa de Exención de Visa (Visa Waiver), del que Chile es el único beneficiario en Latinoamérica. Para políticos estadounidenses, tanto republicanos como demócratas, el programa se había convertido en una puerta de entrada para el "turismo delictual".
La presión alcanzó un punto crítico. El robo a una figura de la talla de Keanu Reeves amplificó el problema en los medios internacionales, pero fue el incidente que afectó directamente a Kristi Noem en abril de 2025 el que llevó la discusión al más alto nivel del gobierno estadounidense. La jefa de Seguridad Nacional, responsable de las fronteras y la inmigración, se convertía en un símbolo de la vulnerabilidad que su propio país le reclamaba a Chile.
La pregunta en Washington y Santiago ya no era si existía un problema, sino si Chile estaba haciendo lo suficiente para solucionarlo. La permanencia en la Visa Waiver, un beneficio que permite a miles de chilenos viajar a EE.UU. por turismo o negocios sin necesidad de un visado, pendía de un hilo.
La reunión del 30 de julio entre la secretaria Noem y el ministro de Seguridad Pública de Chile, Luis Cordero, fue el escenario donde se selló el futuro del programa. Lejos de ser un encuentro protocolar, fue una negociación estratégica. Noem llegó a Santiago tras reunirse en Argentina con la ministra Patricia Bullrich para coordinar la lucha contra el crimen organizado en la región, dejando claro el enfoque de su gira.
Tras la cita, Noem fue explícita: “Chile ha hecho esfuerzos para asegurar el cumplimiento del programa Visa Waiver y esperamos seguir reforzándolo a futuro”. Con estas palabras, confirmó la continuidad del beneficio, pero el alivio en el gobierno chileno venía con condiciones claras.
El acuerdo central fue la extensión y profundización del Programa de Alerta Migratoria Transnacional de Identificación Biométrica (Bitmap). Este sistema, que ya operaban las policías chilenas, permite compartir en tiempo real datos biométricos (como huellas dactilares) con las agencias de seguridad estadounidenses. El nuevo acuerdo, extendido hasta 2026, incorpora a Gendarmería, lo que permitirá crear un censo biométrico completo de la población penal extranjera en Chile y cruzar información sobre cualquier persona de interés.
En la práctica, Chile se comprometió a un nivel de intercambio de información personal sin precedentes para mantener el privilegio de viajar sin visa. “El levantamiento de datos biométricos, especialmente respecto a aquellas personas de las cuales desconocemos sus identidades, resulta clave para la persecución contra el crimen”, afirmó el ministro Cordero, validando la medida como una herramienta esencial de seguridad.
El caso de los relojes de Keanu Reeves ha concluido su ciclo. Las piezas fueron devueltas, los responsables enfrentan a la justicia y la amenaza sobre la Visa Waiver fue neutralizada. Sin embargo, la historia deja un balance complejo.
Por un lado, demostró la capacidad de las policías chilenas para desarticular redes criminales con alcance internacional, en coordinación con agencias como el FBI. Por otro, expuso una vulnerabilidad sistémica que obligó al país a ceder una cuota de información soberana para preservar un acuerdo de alto valor ciudadano y comercial.
El tema no está cerrado; ha evolucionado hacia una nueva etapa de cooperación vigilante. La permanencia de Chile en la Visa Waiver ahora depende, más explícitamente que nunca, de su eficacia en el control de sus propios ciudadanos y en la transparencia de su información de seguridad. El robo en Hollywood no solo fue una noticia sobre una celebridad, sino un recordatorio de que en un mundo interconectado, la seguridad de un pasaporte se defiende tanto en las fronteras propias como en las ajenas.