El Presidente se despide gobernando: La última Cuenta Pública de Boric entre el legado, la campaña y un país en dos mitades

El Presidente se despide gobernando: La última Cuenta Pública de Boric entre el legado, la campaña y un país en dos mitades
2025-07-31
  • Una alocución de contrastes: Boric mezcló una autocrítica sobre el diagnóstico inicial de su gobierno con una defensa de sus logros económicos y sociales.
  • Una agenda que polariza: Anuncios sobre aborto, Punta Peuco e Israel energizaron a su base, pero profundizaron la brecha con una oposición que lo acusó de gobernar para una minoría.
  • El balance final: Aunque las encuestas mostraron un alza en su aprobación y una mejor percepción en seguridad, actores clave del mundo empresarial y social cuestionaron la falta de un plan concreto para urgencias como la reactivación económica y la migración.

A más de dos meses de la última Cuenta Pública del Presidente Gabriel Boric, el eco de sus palabras resuena no como un punto final, sino como el prólogo de un debate que definirá su legado. El discurso del 1 de junio de 2025 no fue solo un balance administrativo; fue una compleja pieza política que buscó cerrar un ciclo de gobierno, admitir errores estratégicos y, al mismo tiempo, trazar una ruta de futuro, tanto para el país como para su propio proyecto político. La ceremonia dejó al descubierto las dos almas de su administración y las dos mitades de un país que lo escuchó con expectativas diametralmente opuestas.

El Mea Culpa y la Reescritura de un Mandato

Quizás el momento de mayor calado reflexivo fue cuando el Presidente admitió un error de diagnóstico al inicio de su gestión. “Hubo señales anticipatorias que no supimos leer con claridad”, reconoció Boric, apuntando a que los resultados electorales de 2021 debieron advertirles que “no bastaba con las convicciones y la voluntad de cambio para gobernar”. Esta confesión fue interpretada como una justificación del giro pragmático de su gobierno, que lo llevó a “ensanchar su espacio de alianzas” incorporando a sectores del Socialismo Democrático con los que antes “habíamos antagonizado”.

Para el oficialismo, fue una muestra de madurez. Para la oposición, una admisión tardía e insuficiente. “Un mea culpa sin culpa”, sentenció en una carta José Francisco Lagos, del Instituto Res Publica, argumentando que el Presidente no asumió la responsabilidad directa por las críticas “injustas” que su sector profirió durante la pandemia, mientras aún persisten querellas de personeros de izquierda contra las exautoridades sanitarias.

La Economía: Entre Cifras Oficiales y Escepticismo Empresarial

En el plano económico, el Presidente Boric defendió su gestión con cifras: un aumento del sueldo mínimo a $539.000, la creación de 600 mil empleos formales y un crecimiento económico que, según él, superó los pronósticos. “Cada año crecimos más de lo que habían pronosticado; todo lo que era posible”, afirmó, destacando la estabilización de la economía tras la alta inflación heredada.

Sin embargo, el mundo empresarial y económico recibió el discurso con escepticismo. La presidenta de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Susana Jiménez, lamentó que la cuenta “no se hizo cargo de las preocupaciones más urgentes, tanto sociales como económicas”, y criticó la falta de propuestas para mejorar la eficiencia del gasto público. En la misma línea, el economista jefe de Bci, Sergio Lehmann, calificó los anuncios como “bien menores”, y el expresidente de la CPC, Juan Sutil, fue más duro: “El discurso del Presidente adolece de credibilidad, tiene una importante falta de autocrítica”.

La encuesta Cadem posterior al discurso reflejó esta dualidad: la aprobación presidencial subió cinco puntos al 32%, y la percepción de que el país está peor en delincuencia y migración disminuyó notablemente respecto a 2024. No obstante, un 59% consideró que el mandatario omitió temas importantes.

La Ofensiva Valórica: ¿Un Discurso para la Base?

Los momentos de mayor tensión y polarización llegaron con los anuncios de la llamada “agenda valórica”. La confirmación del ingreso de un proyecto de ley de aborto legal, la decisión de transformar el penal de Punta Peuco en una cárcel común y el endurecimiento de la postura frente a Israel generaron aplausos cerrados en las bancadas oficialistas y un rechazo frontal en la oposición.

El diputado Johannes Kaiser (libertario) abandonó la sala tras el anuncio sobre el aborto, mientras el presidente del Senado, Manuel José Ossandón (RN), acusó a Boric de hablarle a su “nicho” con un proyecto sin viabilidad política. El timonel republicano, Arturo Squella, se declaró “avergonzado” y criticó que el Presidente “abre heridas entre los chilenos”.

La política exterior también fue un campo de batalla. Al calificar las acciones de Israel en Gaza como “genocidio” y anunciar la prohibición de importaciones de territorios ocupados, Boric satisfizo una demanda histórica de su sector. El embajador israelí, Gil Artzyeli, quien se ausentó de la ceremonia, advirtió que “el único que quedará perjudicado es Chile”. Estas decisiones, si bien simbólicas, marcaron un punto de inflexión en la diplomacia chilena, alineándola con una postura más crítica a nivel internacional.

Los Silencios y la Agenda Pendiente

Más allá de los anuncios, el discurso también fue analizado por sus omisiones. Juan Pablo Ramaciotti, del Centro de Políticas Migratorias, criticó que el tema migratorio se redujera al control fronterizo, ignorando los desafíos de integración y gestión. “La cuenta pública y los invisibilizados”, tituló su carta, reflejando una sensación compartida por otros grupos.

Damnificados por los incendios de Viña del Mar se manifestaron acusando abandono, y la Federación de Instituciones de Educación Particular (FIDE) exigió acciones concretas e inmediatas para la seguridad en los colegios, un tema que, a pesar de los hechos de violencia recientes, no tuvo la centralidad esperada.

La última Cuenta Pública de Gabriel Boric no fue un cierre, sino una declaración de intenciones. Presentó a un presidente que, en su tramo final, busca consolidar un legado social y de derechos humanos, aun a costa de la confrontación política. Fue, como analizó un experto, “un discurso de campaña, de un Boric que vuelve”, dejando abierta la pregunta sobre su futuro político. El debate sobre si su gobierno logró estabilizar el país o profundizó sus fracturas está lejos de concluir y será la arena donde se dispute la próxima contienda presidencial.

Un discurso presidencial de fin de mandato constituye un testamento político y un punto de inflexión que define la agenda pública para el tramo final de una administración. Con la distancia temporal suficiente, es posible analizar no solo las reacciones inmediatas, sino también la evolución de sus promesas, el impacto real de sus anuncios y la brecha entre la retórica y los resultados. Permite una evaluación profunda del legado de un gobierno y cómo sus últimas acciones reconfiguran el escenario electoral posterior.

Fuentes