La salud rural se quedó sin médicos: Qué pasó cuando los doctores de Pemuco y Peumo presentaron licencia al mismo tiempo

La salud rural se quedó sin médicos: Qué pasó cuando los doctores de Pemuco y Peumo presentaron licencia al mismo tiempo
2025-07-31
  • A principios de junio, los CESFAM de Pemuco y Peumo paralizaron su atención, dejando a miles de pacientes sin acceso a salud por la ausencia simultánea de todos sus médicos con licencia.
  • Lo que comenzó como una investigación por posible fraude en licencias médicas ha evolucionado hacia un diagnóstico sobre el agotamiento profesional y la precariedad laboral en la salud pública rural.
  • El caso expuso la desigualdad territorial en salud, abriendo un debate estructural sobre cómo el Estado garantiza la atención en zonas donde el sistema depende de un puñado de profesionales.

A más de dos meses de que los titulares alertaran sobre el colapso sanitario en las comunas de Pemuco (Región de Ñuble) y Peumo (Región de O"Higgins), la urgencia mediática ha desaparecido. Sin embargo, para sus habitantes, la crisis dejó una cicatriz de incertidumbre y para el sistema de salud chileno, un diagnóstico ineludible sobre su propia fragilidad. Lo que en un principio se enmarcó como un posible escándalo de licencias médicas, con el tiempo ha revelado las fracturas profundas de la atención primaria en el Chile rural: el agotamiento de sus profesionales, la precariedad de sus condiciones y la abismal distancia entre tener un carnet de Fonasa y acceder efectivamente a la salud.

Para comprender la dimensión del problema, más allá del sumario que aún instruye la Contraloría, es necesario responder a las preguntas que la inmediatez noticiosa dejó abiertas.

¿Qué ocurrió exactamente a principios de junio?

La primera semana de junio, el único Centro de Salud Familiar (CESFAM) de Pemuco se quedó sin médicos. Sus siete profesionales presentaron licencia médica, suspendiendo indefinidamente la atención. Un escenario similar se replicó en Peumo, paralizando el acceso a la salud para miles de personas dependientes del sistema público. Las consultas de morbilidad, los controles de pacientes crónicos y el seguimiento de tratamientos quedaron en el aire, generando angustia y desamparo en la comunidad.

La reacción inicial fue de sospecha. Medios como La Tercera y Cooperativa informaron que la Contraloría General de la República inició una investigación especial, ante denuncias de concejales que apuntaban a que los propios facultativos se habrían otorgado las licencias entre ellos. La controversia escaló rápidamente, insertándose en el debate nacional sobre el uso y abuso de este instrumento.

¿Fue un acto de protesta o un colapso por agotamiento?

Aquí la narrativa se bifurca, generando una disonancia que obliga a examinar dos realidades que coexisten en el sistema público.

Por un lado, la tesis del conflicto laboral parece tener asidero. Según reportó Cambio21, la crisis en Pemuco estalló después de que el concejo municipal eliminara asignaciones transitorias para los profesionales de la salud, contempladas en el artículo 45 de la Ley 19.378. El director del Departamento de Salud Municipal, Francisco Garrido, vinculó directamente la decisión administrativa con la presentación masiva de licencias, lo que sugiere una acción coordinada como medida de presión.

Por otro lado, emerge con fuerza la tesis del agotamiento sistémico. Gremios médicos y expertos en salud pública advirtieron que reducir el caso a un mero conflicto laboral o a un fraude era simplista. La situación de Pemuco y Peumo, argumentan, es el síntoma extremo de una enfermedad crónica: el burnout de los profesionales de la salud en zonas rurales. Estos médicos enfrentan cargas laborales extenuantes, falta de recursos, soledad profesional y la presión de ser el único soporte sanitario para comunidades enteras. Desde esta perspectiva, las licencias no serían tanto una estrategia de protesta, sino la consecuencia inevitable de un sistema que exige a sus trabajadores una resistencia sobrehumana hasta que, simplemente, colapsan.

¿Qué revela este caso sobre la salud en Chile?

El episodio de Pemuco y Peumo se ha convertido en un caso de estudio sobre las desigualdades estructurales del modelo de salud chileno.

  1. La ilusión de la cobertura universal: A fines de julio, Fonasa celebró haber superado los 17 millones de afiliados, cubriendo al 84% de la población del país. Sin embargo, la crisis en estas comunas demuestra la brecha entre la afiliación y el acceso real. ¿De qué sirve tener un seguro público si en tu comuna no hay un médico que te atienda? El caso expone que la cobertura en el papel no garantiza el derecho a la salud si el Estado no asegura la presencia y bienestar de los profesionales en todo el territorio.
  1. El centralismo y la desigualdad territorial: Mientras en los centros urbanos se debate sobre la capacidad del sector privado para reducir las listas de espera, como propuso Clínicas de Chile, en las zonas rurales la discusión es mucho más básica: cómo asegurar la atención mínima. La crisis evidenció una dependencia crítica de un pequeño número de profesionales, cuyo agotamiento o partida puede desmantelar la red sanitaria local, algo impensable en las grandes ciudades.
  1. La precariedad como norma: El conflicto por las asignaciones económicas en Pemuco es un reflejo de las condiciones laborales a menudo precarias en la atención primaria municipal. La falta de incentivos robustos para atraer y retener a médicos en zonas aisladas es un problema de larga data que el Estado no ha logrado resolver de manera estructural, dejando la salud de miles de chilenos en un equilibrio inestable.

¿Y ahora qué?

La emergencia en Pemuco y Peumo fue contenida con médicos de reemplazo y la promesa de una investigación a fondo. El sumario de Contraloría seguirá su curso y probablemente determinará responsabilidades administrativas. Sin embargo, el problema de fondo sigue intacto.

La verdadera pregunta que deja esta crisis no es si los siete médicos de Pemuco cometieron una falta, sino si el Estado está cometiendo una negligencia sistémica al sostener un modelo de salud rural tan frágil. El colapso de junio fue una advertencia. La interrogante que queda es si servirá para impulsar un rediseño profundo de la atención primaria en los territorios más olvidados o si, por el contrario, será otra crisis que se archivará hasta que el próximo consultorio vuelva a cerrar sus puertas.

La historia utiliza un evento específico y de alto impacto ocurrido a principios de junio de 2025 —el colapso simultáneo de centros de atención primaria en dos comunas por la ausencia total de sus médicos— como punto de partida para un análisis profundo de una crisis sistémica y crónica: la precariedad de la salud pública en zonas rurales. El tiempo transcurrido permite examinar las consecuencias directas en la comunidad, la respuesta institucional y las causas subyacentes, que van desde el agotamiento profesional hasta su conexión con el debate nacional sobre el uso de licencias médicas. La narrativa ha evolucionado de una emergencia local a un caso de estudio sobre la desigualdad territorial en el acceso a la salud, mostrando una clara evolución con un principio, un desarrollo y consecuencias visibles que invitan a una reflexión estructural.