El Estado reordena sus símbolos: Punta Peuco se vuelve cárcel común mientras el General Baquedano regresa a su plaza

El Estado reordena sus símbolos: Punta Peuco se vuelve cárcel común mientras el General Baquedano regresa a su plaza
2025-08-01
  • El gobierno anunció simultáneamente la reconversión del penal de Punta Peuco y la reinstalación del monumento a Baquedano, generando un debate sobre la gestión de la memoria.
  • La medida sobre Punta Peuco es vista como un acto de justicia por el oficialismo y de venganza por la oposición, aunque su impacto práctico es limitado por la sobrepoblación del penal.
  • La vuelta de Baquedano, junto a una nueva estatua de Gabriela Mistral, se interpreta como un intento de normalización del espacio público o como una compleja resignificación simbólica.

Un país, dos gestos: La compleja ecuación de la memoria

Han pasado más de 60 días desde la última Cuenta Pública del Presidente Gabriel Boric, y dos de sus anuncios más resonantes continúan decantando en el debate público. A primera vista, la decisión de transformar el penal de Punta Peuco en una cárcel común y la de reinstalar el monumento al General Baquedano en Plaza Italia parecen transitar por carriles separados. Sin embargo, analizados en conjunto, revelan una compleja y, para algunos, contradictoria estrategia del Estado para administrar las cicatrices y símbolos de una memoria nacional fracturada. Son dos gestos simultáneos que interpelan a distintos sectores del espectro político y social, abriendo una profunda reflexión sobre qué significa la justicia, la reparación y la normalidad en el Chile actual.

Acto 1: Los muros de Punta Peuco, entre el simbolismo y la realidad

El anuncio fue categórico: "No existe justificación para ese privilegio". Con esas palabras, el Presidente Boric instruyó modificar el decreto que confería a Punta Peuco un estatus especial, albergando exclusivamente a condenados por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. La medida fue celebrada por el oficialismo y organizaciones de víctimas como un acto de justicia tardío. La candidata presidencial del PC, Jeannette Jara, la calificó como "una medida justa y necesaria que en parte viene a reparar el dolor".

No obstante, el gesto pronto se enfrentó a dos realidades. La primera, la política. Desde la oposición, la candidata Evelyn Matthei calificó el anuncio como un tema que no cambiaría la vida de los chilenos y advirtió que "no cuesta nada revertirlo". La tensión escaló a un crudo intercambio de descalificaciones, donde la ministra Antonia Orellana afirmó que a Matthei "cuando le tocan el pinochetismo como que se desequilibra", provocando réplicas como la del diputado Felipe Donoso (UDI), quien respondió: "Que la guachita no se meta en peleas de perros grandes".

La segunda realidad es la pragmática. Según datos publicados por La Tercera, el penal ya presenta una sobrepoblación del 124%, con 139 internos en un espacio para 112. El propio ministro de Justicia, Jaime Gajardo, aclaró que los actuales reos no serán trasladados y que el plan contempla evaluar una "ampliación y densificación" para albergar a otras personas mayores de bajo compromiso delictual. Esto convierte el fin del "privilegio" en un proceso administrativo lento y de efectos más simbólicos que inmediatos. Para algunos sectores del Partido Comunista, la medida tuvo "gusto a poco", ya que esperaban un cierre definitivo, como señaló el diputado Matías Ramírez, quien afirmó que aquello "debió desarrollarse en el marco de las acciones iniciales del gobierno".

Acto 2: El cemento de Baquedano, ¿restauración o reescritura?

Paralelamente, el gobierno confirmó el regreso de la estatua del General Baquedano a su plinto en el epicentro de la capital, del cual fue retirada en 2021 tras ser vandalizada sistemáticamente desde el estallido social. El anuncio, sin embargo, vino con un contrapunto: la instalación de un nuevo monumento en honor a la poeta y premio Nobel, Gabriela Mistral.

Para figuras como el alcalde de Providencia, Jaime Bellolio, la decisión representa el triunfo de la democracia sobre la violencia. "Baquedano ausente es una herida abierta", escribió en una carta, celebrando que el retorno "nos reconcilia con nuestra historia". La editorial de La Tercera lo enmarcó como "una señal de que hay una voluntad de recuperar la normalidad".

Pero esta visión no es unánime, ni siquiera dentro de la coalición de gobierno. La presidenta del Frente Amplio, Constanza Martínez, manifestó su descontento, declarando que le "hubiese gustado que fuera relocalizado", argumentando que desde 2019 la figura carga con una estela de división.

Una tercera lectura, más académica, sugiere una operación simbólica más compleja. Carlos Maillet, ex director del Servicio de Patrimonio, propuso que "al incorporar a Mistral, no borramos a Baquedano: lo resignificamos". Desde esta perspectiva, la llegada de la poeta —símbolo de la educación, la cultura y una visión humanista— crea un diálogo y una tensión crítica con la figura militar, transformando el espacio en un "tejido de valores" más diverso.

El doble gesto: ¿Equilibrio pragmático o contradicción profunda?

Aquí radica el nudo del asunto. ¿Cómo se concilian estos dos actos? Por un lado, el Estado avanza en desmantelar un símbolo de excepcionalidad asociado a la dictadura. Por otro, restaura una figura que para una parte importante de la ciudadanía, incluyendo a la base de apoyo del gobierno, evoca la represión histórica y la violencia estatal durante la crisis de 2019.

Esta dualidad puede interpretarse de varias maneras. Podría ser un ejercicio de pragmatismo político, un intento de gobernar para un país polarizado ofreciendo gestos a ambos lados de la fractura. O podría ser la evidencia de una tensión interna no resuelta dentro de un gobierno que debe equilibrar sus principios fundacionales con las demandas de orden y estabilidad.

Finalmente, podría ser una nueva política de la memoria, una que apuesta no por borrar ni reemplazar, sino por complejizar el paisaje simbólico, obligando a los ciudadanos a un diálogo incómodo pero necesario entre las distintas facetas de su historia. Las ganadoras del concurso para el monumento a Mistral, Norma Ramírez y Mariana Silva, apuntaron a esta idea, señalando que buscan que su obra conviva y dialogue, invitando a la gente a un espacio de encuentro.

El debate, lejos de cerrarse, sigue en plena evolución. La reconversión de Punta Peuco avanza en los pasillos administrativos y la construcción de los monumentos apenas comienza. Lo que este doble gesto ha logrado, por ahora, no es afianzar un consenso, sino exponer con claridad las profundas y persistentes disputas que definen la batalla por la memoria en Chile.

El tema analiza dos acciones gubernamentales paralelas y altamente simbólicas que, aunque ocurrieron en un marco temporal similar, generaron reacciones públicas diametralmente opuestas. Al conectar la restauración de monumentos en un espacio público contencioso con el cierre de una prisión controversial, se explora la compleja y a menudo contradictoria gestión de la memoria reciente en una sociedad polarizada. Esto permite una reflexión profunda sobre las disputas por la narrativa histórica, el significado de la 'normalidad' y los distintos conceptos de justicia que coexisten en el debate público.