La caza en Torre Pacheco se extinguió: Cuando la xenofobia choca con la economía del melón

La caza en Torre Pacheco se extinguió: Cuando la xenofobia choca con la economía del melón
2025-08-01
  • Un asalto local fue instrumentalizado por la ultraderecha y la desinformación, desatando una "cacería" de inmigrantes.
  • La violencia, impulsada por actores externos, no logró movilizar a los locales, cuya economía depende del trabajo migrante.
  • El conflicto expuso una fractura social latente: la marginación de jóvenes y una convivencia basada en la conveniencia.

¿Qué pasó en Torre Pacheco?

Hace poco más de dos meses, Torre Pacheco, un municipio agrícola en la región española de Murcia, se convirtió en el epicentro de un estallido de violencia xenófoba que acaparó titulares. Hoy, las cámaras de televisión se han ido y una aparente calma ha regresado a sus calles. Sin embargo, los eventos de julio no fueron un episodio aislado, sino la erupción de tensiones profundas, alimentadas por la desinformación y la instrumentalización política. La historia de cómo una agresión local se transformó en una "cacería" nacional, y de cómo esta chocó con la realidad económica de un pueblo, ofrece un mapa para entender las fracturas de la sociedad contemporánea.

Crónica de una crisis anunciada: Del rumor a la violencia

Todo comenzó el 9 de julio con la agresión a Domingo, un vecino de 68 años. El hecho, condenable y en investigación, fue el detonante. Rápidamente, la maquinaria de la desinformación se activó: un video falso, que no correspondía al ataque, se viralizó en redes sociales, atribuyendo la autoría a jóvenes marroquíes. La víctima misma desmintió ser él quien aparecía en las imágenes, pero el veredicto digital ya estaba emitido.

Partidos de ultraderecha como Vox, a través de su líder Santiago Abascal, no tardaron en capitalizar el miedo, hablando de una "invasión migratoria brutal" y exigiendo "deportaciones inmediatas". El llamado del Ayuntamiento a una manifestación pacífica por más seguridad fue el escenario perfecto para que grupos organizados desde fuera del municipio, a través de canales de Telegram, convirtieran la protesta en violencia. Durante varias noches, grupos de hombres, algunos con el rostro cubierto y armados con palos, irrumpieron en el barrio de San Antonio, corazón de la comunidad marroquí, al grito de consignas racistas. La "cacería", como ellos mismos la llamaron, había comenzado.

Sin embargo, lo que parecía una revuelta popular fue, en gran medida, un espectáculo mediático. Influencers y agitadores de extrema derecha convirtieron la plaza del pueblo en su "plató de televisión", transmitiendo en directo una movilización que tuvo un eco local limitado. La mayoría de los vecinos, tanto españoles como marroquíes, observaban con una mezcla de miedo y desconcierto. "Han utilizado la paliza de Domingo para traer la violencia al pueblo", lamentó la esposa de la víctima a la prensa española.

Las múltiples caras del conflicto

La crisis en Torre Pacheco no puede entenderse desde una sola perspectiva. Las voces que emergieron durante esos días dibujan un mosaico complejo de miedos, intereses y realidades contrapuestas.

  • La perspectiva política: Mientras la ultraderecha agitaba el fantasma de la inseguridad ligada a la inmigración, figuras como la delegada del Gobierno en Murcia, Mariola Guevara, denunciaban la "incitación al odio" y acusaban a estos grupos de "calentar la violencia". Desde la izquierda, el movimiento SUMAR calificó los hechos como una "cacería racista alentada por la derecha fascista". El debate nacional se polarizó, utilizando a Torre Pacheco como símbolo.
  • La comunidad inmigrante bajo asedio: Para las familias de origen marroquí, muchas de ellas asentadas en el pueblo desde hace décadas, fueron noches de terror. "Ahora vamos al supermercado y tenemos miedo", contaba Sara, una joven nacida en Torre Pacheco de padres marroquíes. El conflicto puso en el centro a una generación de jóvenes hispanomarroquíes que viven una identidad fracturada. "Son extranjeros en su casa y moros en la calle", describió el sociólogo Paulino Ros. Se sienten parte de un lugar que, en momentos de crisis, los señala como ajenos. El insulto "follamoros", dirigido a mujeres españolas en relaciones con hombres árabes, añadió una capa de violencia machista al odio racial, exponiendo a quienes desafiaban con su vida personal las fronteras impuestas por los ultras.
  • Los vecinos españoles, entre el hartazgo y la convivencia: Muchos residentes de toda la vida expresaron un "hartazgo" con la delincuencia menor, pero al mismo tiempo reconocieron décadas de convivencia. Distinguían claramente entre los problemas cotidianos y la violencia importada por los grupos ultras. "Ahora somos nosotros los que nos quedamos, los que vamos a pagar las consecuencias", afirmaba un comerciante local, consciente de que la fractura quedaría mucho después de que los agitadores se fueran.

El factor decisivo: la economía del melón

Si la "cacería" no prosperó como sus instigadores esperaban fue, en gran parte, por una razón pragmática y contundente: la economía. Torre Pacheco es uno de los mayores productores de melón de Europa, una industria que depende casi en su totalidad de la mano de obra inmigrante. Más del 90% de los trabajadores del campo son extranjeros.

Esta realidad generó una disonancia cognitiva insalvable para el discurso de odio. Mientras los influencers llamaban a la "reconquista", en los campos cercanos, jornaleros marroquíes, ecuatorianos y de otras nacionalidades seguían cosechando bajo el sol. "Que vengan ellos, los tatuados, aquí, a ver cuánto aguantan", sentenció un agricultor local a la prensa. El exalcalde Antonio León lo definió como una "convivencia de conveniencia": "Hay cierta hipocresía en todo esto. Los necesitamos. Sin ellos, la economía de Torre Pacheco se hunde".

Un conflicto en pausa

La violencia en Torre Pacheco ha cesado. Los responsables de la agresión inicial y varios participantes en los disturbios fueron detenidos. Sin embargo, el conflicto no está cerrado; solo ha entrado en una fase latente. La crisis expuso las grietas de un modelo de convivencia basado más en la necesidad económica que en una integración social profunda. Reveló la vulnerabilidad de una comunidad ante la desinformación y la manipulación política, y la dolorosa realidad de una juventud que lucha por encontrar su lugar.

Torre Pacheco vuelve a ser un pueblo tranquilo, pero la memoria de la "cacería" permanece. La pregunta que queda en el aire no es si volverá a ocurrir, sino qué se hará para soldar las fracturas que el odio dejó al descubierto.

El tema ofrece un caso de estudio detallado sobre la confluencia de migración, crisis económica local y la instrumentalización política de la desinformación. Permite analizar la anatomía de un estallido de violencia xenófoba, desde sus raíces socioeconómicas hasta su amplificación mediática y las consecuencias en la cohesión de una comunidad. La evolución de la narrativa, que pasó de un suceso local a un símbolo de debate nacional, proporciona una oportunidad para examinar fenómenos globales de polarización y fractura social en un contexto contenido y con consecuencias ya visibles.