La "Big Beautiful Bill" de Donald Trump, promulgada el 4 de julio de 2025, no es solo una reforma tributaria. Es una reingeniería fundamental del contrato social y económico de Estados Unidos. Las señales que anticiparon su impacto ya eran visibles antes de su aprobación: la renuncia de Elon Musk, un aliado clave, por considerarla fiscalmente irresponsable; la advertencia de la Oficina de Presupuesto del Congreso sobre un aumento de la deuda de US$ 2,4 billones; y la guerra abierta de la Casa Blanca contra la independencia de la Reserva Federal. Un mes después de su implementación, la ley ha puesto a la economía en una trayectoria de tres fases con futuros divergentes.
A corto plazo, la economía estadounidense vive una euforia inducida. La combinación de recortes de impuestos permanentes para corporaciones y los más ricos, junto con exenciones temporales para las propinas y las horas extras, inyecta liquidez en la economía. Los mercados bursátiles celebran, impulsados por la recompra de acciones y los dividendos. Sectores como la defensa, los combustibles fósiles y la construcción se benefician directamente de los nuevos gastos e incentivos.
Pero esta bonanza tiene un costo inmediato. Las presiones inflacionarias, ya alimentadas por los aranceles, se intensifican. Esto coloca a la Reserva Federal en una posición imposible. Su presidente, Jerome Powell, se ve obligado a mantener las tasas de interés más altas de lo que desearía para contener la inflación, lo que choca frontalmente con las demandas de Trump. La campaña de la Casa Blanca para desacreditar a Powell, utilizando los costos de renovación de la sede de la Fed como pretexto, no es solo un ataque personal; es una estrategia para someter a la institución. La incertidumbre sobre la autonomía de la Fed y el aumento de la deuda comienzan a debilitar la confianza en el dólar en los mercados internacionales.
El impulso inicial se desvanece y da paso a una cruda realidad. Los efectos de los recortes masivos en programas como Medicaid (salud para bajos ingresos) y SNAP (cupones de alimentos) se vuelven innegables. Millones de personas pierden su cobertura de salud o ven reducida su asistencia alimentaria. Esto crea una "economía de dos velocidades": por un lado, un sector de la población que se beneficia de la revalorización de activos y la menor carga fiscal; por otro, una mayoría que enfrenta el aumento del costo de vida con una red de seguridad social debilitada.
La polarización social, lejos de disminuir, se agudiza. El descontento se convierte en un factor político central. Las elecciones de medio término de 2026 y las presidenciales de 2028 se transforman en un referéndum sobre este modelo fiscal. El punto de inflexión crítico será el liderazgo de la Reserva Federal. Si Trump logra reemplazar a Powell con una figura leal como Kevin Warsh o Kevin Hassett, la credibilidad de la política monetaria estadounidense quedaría comprometida a largo plazo. La historia de Arpineh Masihi, la inmigrante partidaria de Trump detenida para ser deportada, ilustra la disonancia cognitiva que esta ley genera: se apoya la mano dura, hasta que esa misma mano golpea la propia puerta.
A largo plazo, las consecuencias de la "Big Beautiful Bill" trascienden las fronteras de Estados Unidos. La combinación de una deuda nacional insostenible, la politización de la Fed y una política comercial proteccionista erosiona sistemáticamente la confianza global en el dólar como principal moneda de reserva. Los inversores extranjeros y los bancos centrales, alarmados por la inestabilidad y la falta de previsibilidad, comienzan a diversificar activamente sus carteras fuera de los bonos del Tesoro estadounidense.
La amenaza de la Sección 899, que permite imponer impuestos a la inversión de países considerados "injustos", tiene un efecto disuasorio duradero, frenando la inversión extranjera directa. Potencias como China y la Unión Europea aceleran sus esfuerzos para construir sistemas financieros alternativos, reduciendo su dependencia de la infraestructura financiera estadounidense. La paradoja es evidente: en su intento de reafirmar la grandeza nacional a través del aislacionismo, Estados Unidos podría estar acelerando su propio declive como eje de la economía mundial. La historia de los fallidos modelos de sustitución de importaciones en América Latina, basados en el proteccionismo y el gasto fiscal insostenible, ofrece una advertencia sombría. La "nueva era dorada" prometida por Trump corre el riesgo de convertirse en una era de menor relevancia global y mayor fractura interna.