La Montaña Rusa Arancelaria: Crónica de una Tregua Tecnológica entre EE.UU. y China y sus Ecos en un Chile Expectante

La Montaña Rusa Arancelaria: Crónica de una Tregua Tecnológica entre EE.UU. y China y sus Ecos en un Chile Expectante
2025-07-09

- La guerra comercial entre EE.UU. y China, marcada por escaladas y abruptas reversiones, mutó de una amenaza de aranceles generalizados a una negociación focalizada en tecnología y recursos estratégicos.

- La estrategia proteccionista estadounidense, con ecos de fallidos modelos económicos latinoamericanos, generó una profunda incertidumbre en los mercados globales y en las cadenas de suministro de gigantes como Apple.

- Aunque se alcanzó una tregua en sectores clave como el software para chips y las tierras raras, la estructura arancelaria de fondo persiste, dejando a Chile y al mundo en un estado de estabilidad frágil.

Inicio Contextualizado: Del Ruido a las Nueces

Dos meses después de que la retórica de una guerra comercial total entre Estados Unidos y China alcanzara su punto más álgido, el panorama ha mutado. La escalada de aranceles que amenazaba con paralizar cadenas de valor globales ha decantado en una tregua focalizada, casi quirúrgica. Lo que comenzó en abril de 2025 como una demostración de fuerza del gobierno de Donald Trump, con la amenaza de aranceles de hasta un 145%, se ha transformado en un complejo ajedrez geopolítico donde las piezas clave ya no son solo los contenedores en los puertos, sino los microchips y los minerales estratégicos. Para una economía abierta y dependiente como la chilena, observar el vaivén entre sus dos principales socios comerciales ha sido un ejercicio de contención, cuyas lecciones apenas comienzan a asimilarse.

Desarrollo Analítico: Crónica de una Volatilidad Anunciada

La cronología del conflicto es un reflejo de la imprevisibilidad que ha caracterizado las relaciones internacionales recientes. A mediados de abril, la administración Trump confirmaba diálogos con China, pero mantenía una postura desafiante, asegurando que "la pelota está en la cancha de China". Sin embargo, apenas cinco días después, el propio mandatario estadounidense reconocía que el arancel del 145% era "muy alto" y anunciaba una reducción sustancial, en un giro que los mercados interpretaron como una señal de la inviabilidad de su propia política de máxima presión.

Esta volatilidad no fue gratuita. Gigantes tecnológicos como Apple vieron cómo sus acciones se resentían ante la incertidumbre. La amenaza arancelaria obligó a la compañía a evaluar planes de contingencia, como el traslado de parte de su producción fuera de China para mitigar costos, evidenciando cómo las decisiones tomadas en Washington repercutían directamente en las estrategias corporativas globales y en el bolsillo de los consumidores. A fines de mayo, la tensión volvió a escalar cuando Trump acusó a Beijing de violar los acuerdos alcanzados, con un lapidario "¡Adiós a la buena gente!", provocando nuevas caídas en las bolsas y demostrando cuán frágil era cualquier atisbo de acuerdo.

Perspectivas Contrastadas: Más Allá de la Retórica

El conflicto se ha narrado desde prismas muy distintos. Desde la Casa Blanca, la ofensiva arancelaria se enmarcó en una épica de "independencia económica", proteccionismo industrial y una supuesta lucha contra el ingreso de fentanilo. Se buscaba repatriar empleos y corregir un déficit comercial histórico.

Desde China, la respuesta fue una mezcla de represalias calculadas —con aranceles de hasta el 125% sobre bienes estadounidenses— y una diplomacia paciente, utilizando su control sobre recursos críticos como las tierras raras como una poderosa ficha de negociación. Beijing esperó a que la presión interna y de los mercados en EE.UU. forzara una desescalada.

Una tercera perspectiva, más analítica y distanciada, emergió desde el análisis económico histórico. Expertos como los citados por la BBC compararon la estrategia de Trump con el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), aplicado en América Latina durante el siglo XX por gobiernos como los de Perón en Argentina o Vargas en Brasil. Este modelo, recordado en la región como un "sonoro fracaso" que derivó en ineficiencia, inflación y desequilibrios fiscales, parecía resucitar en la primera potencia mundial. Esta disonancia cognitiva —la idea de que una política de vanguardia para unos era una receta fallida para otros— invitó a una reflexión crítica sobre la sostenibilidad de la apuesta estadounidense.

Contexto Estructural: El Dilema de Chile

Para Chile, el conflicto nunca fue un espectáculo lejano. Como nación cuya prosperidad depende del comercio internacional, una disputa entre sus dos mayores socios comerciales —Estados Unidos, destino clave de exportaciones con valor agregado, y China, principal comprador de cobre— representa una amenaza existencial. La volatilidad de los aranceles no solo impacta el precio del metal rojo y, por ende, los ingresos fiscales, sino que también afecta el valor del peso y el costo de vida a través de la importación de bienes de consumo y tecnología. La guerra comercial puso de manifiesto la vulnerabilidad estructural de la economía chilena ante los vaivenes geopolíticos, forzando a los actores económicos y políticos a pensar en estrategias de diversificación y resiliencia.

Estado Actual: Una Tregua Frágil y Tecnológica

El clímax de esta fase del conflicto llegó a principios de julio. Tras intensas negociaciones en Londres, Estados Unidos levantó las restricciones a la exportación de software de diseño de chips (EDA), una herramienta vital para el desarrollo tecnológico de China. A cambio, Beijing garantizó un flujo más expedito de tierras raras. Este acuerdo quid pro quo demuestra que la disputa ha evolucionado. Ya no se trata de una guerra comercial burda y generalizada, sino de una competencia estratégica por el control de los cuellos de botella tecnológicos y de recursos del siglo XXI.

Aunque esta tregua ha traído calma a los mercados, no es una paz duradera. Los aranceles de fondo, aunque reducidos, siguen vigentes. La desconfianza persiste. El conflicto ha entrado en una nueva etapa, más sutil pero no menos intensa, dejando una lección clara: en un mundo interconectado, las ondas de choque de las decisiones de las superpotencias llegan a todas las orillas, obligando a naciones como Chile a navegar con más cautela que nunca en aguas turbulentas.

La historia ofrece una narrativa completa sobre la escalada de un conflicto geopolítico-económico, permitiendo analizar sus causas, la evolución de las estrategias de los actores involucrados y las consecuencias tangibles en los mercados globales y la economía local. Su madurez temporal permite trascender el ruido mediático inicial para ofrecer una perspectiva profunda sobre las dinámicas de poder y la interdependencia económica mundial.