A fines de junio de 2025, se confirmó un secreto a voces en el mercado chileno: Empresas Iansa, la histórica azucarera nacional fundada en 1953, cambiaría de manos. Su controlador desde 2015, el trader de commodities británico ED&F Man, acordó la venta de su participación a Hartree Partners, una firma global de comercio de materias primas con sede en Nueva York. La operación, que aún espera la luz verde de la Fiscalía Nacional Económica (FNE), no es una simple transacción comercial. Es el capítulo final de una crisis financiera que se gestó en Londres y que revela la profunda interconexión de la economía chilena con los flujos de capital global.
La historia detrás de la venta es un entramado de deudas, reestructuraciones y estrategias financieras de alto nivel que poco tienen que ver con la producción de azúcar o pasta de tomates en los campos chilenos. Para entender por qué Iansa tiene un nuevo dueño, es necesario mirar más allá de Santiago, hacia las oficinas de su matriz en Londres.
El dominó comenzó a caer en 2020. ED&F Man, uno de los mayores comerciantes de azúcar y café del mundo, enfrentó una tormenta perfecta. El alza en los precios globales de estas materias primas, lejos de ser una bendición, disparó sus costos de financiamiento y operación, llevándola a una situación de deuda insostenible. Para 2022, la compañía tuvo que renegociar pasivos por más de 1.500 millones de dólares para evitar la quiebra.
En este escenario de vulnerabilidad, apareció un nuevo actor: Hartree Partners. Respaldada por el músculo financiero del gigante Oaktree Capital Management, Hartree adquirió parte crucial de la deuda de ED&F Man. Esta jugada no fue un simple préstamo; le otorgó una opción preferente para convertir esa deuda en acciones y tomar el control de los activos más valiosos del conglomerado británico. Entre ellos, el negocio del café, el del azúcar y, por extensión, la filial chilena, Iansa.
La decisión de venta, por tanto, no surgió de una estrategia de Iansa o de una oferta de compra directa en Chile. Fue la consecuencia inevitable de la reestructuración forzada de su matriz. Iansa se convirtió en un activo transferible dentro de un paquete global diseñado para salvar a ED&F Man.
El perfil del nuevo controlador representa un cambio fundamental. Iansa pasa de las manos de un trader industrial (ED&F Man) a las de un estratega financiero (Hartree, con Oaktree detrás).
La llegada de Oaktree a Iansa, aunque indirecta, sugiere que la empresa será gestionada bajo una nueva lupa: la de la máxima eficiencia financiera y el valor estratégico dentro de un portafolio global de inversiones.
La Iansa que cambia de manos ya no es la empresa estatal monopólica de antaño. Bajo la gestión de ED&F Man, y especialmente en los últimos años, la compañía ejecutó una profunda diversificación para reducir su dependencia del volátil mercado del azúcar. Hoy, Iansa es un actor relevante en:
Este modelo de negocio resiliente y diversificado es lo que la convirtió en un activo valioso y atractivo dentro del portafolio de ED&F Man, logrando revertir años de pérdidas y consolidar una operación rentable. Es esta solidez la que, paradójicamente, la hizo una pieza clave para ser usada como moneda de cambio en la negociación global.
La venta de Iansa no es un hecho aislado. Se inscribe en una tendencia de larga data en la economía chilena, donde el control de empresas emblemáticas se desplaza hacia capitales extranjeros. El caso del fondo de private equity Southern Cross, que tras reestructurar y operar por años activos como las estaciones de servicio ex Petrobras (hoy de la saudita Aramco) o su participación en SMU, ahora se deshace de sus posiciones, ilustra un ciclo recurrente: capital extranjero que entra, transforma y sale, obteniendo plusvalías.
Lo que distingue al caso Iansa es la visibilidad de cómo las dinámicas del capitalismo financiero global operan por encima de las realidades productivas locales. La nacionalidad del dueño puede parecer irrelevante mientras la empresa siga operando en Chile. Sin embargo, la pregunta que subyace es sobre la soberanía en la toma de decisiones. El futuro estratégico de una compañía clave para la agricultura y la industria alimentaria de varias regiones del país ahora se decidirá en directorios de Nueva York, bajo lógicas que responden a un portafolio de inversión global y no necesariamente a un proyecto de desarrollo nacional.
El proceso sigue su curso. Una vez aprobada la operación por los reguladores, Hartree deberá lanzar una Oferta Pública de Adquisición (OPA) por el pequeño porcentaje de acciones que sigue en manos de minoritarios. Con ello, se cerrará un capítulo más en la historia de la reconfiguración del poder económico en Chile, uno que deja una reflexión abierta: ¿cuál es el rol de los íconos económicos nacionales en una era donde el capital no tiene bandera?