El feminismo ya no está en la calle: Ahora negocia en directorios, legisla en el Congreso y se disputa en las campañas

El feminismo ya no está en la calle: Ahora negocia en directorios, legisla en el Congreso y se disputa en las campañas
2025-08-03
  • La agenda feminista se ha institucionalizado a través de leyes como la Ley Karin y la de cuotas en directorios, pero su eficacia real y su aplicación generan un nuevo campo de batalla.
  • El discurso de la paridad y la igualdad se ha convertido en un arma política, utilizada tanto por la derecha como por la izquierda para criticar al adversario, evidenciando su integración y cooptación.
  • Las tensiones persisten en debates fundamentales como los derechos reproductivos y en la lucha por la visibilidad de feminismos interseccionales, demostrando que la "victoria" es un proceso complejo y no resuelto.

Hace unos meses, el debate público no giraba en torno a si el feminismo tenía un lugar en la política chilena, sino a cómo se manifestaba: en las calles, en las tomas universitarias, en la potencia de una marea verde y morada que parecía imparable. Hoy, esa energía se ha transmutado. La revuelta ha dado paso a una compleja negociación institucional, donde las demandas de ayer son las leyes, las políticas públicas y las estrategias de campaña de hoy. El feminismo ha entrado en los salones del poder, pero este ingreso no ha sido una victoria simple, sino el comienzo de una nueva etapa, marcada por la instrumentalización, las contradicciones y la pregunta sobre si la esencia del movimiento sobrevive a su propio éxito.

La Institucionalización: De la Pancarta al Reglamento Interno

Dos leyes recientes encapsulan esta transición. La Ley Karin, que modifica el Código del Trabajo para prevenir y sancionar el acoso laboral, sexual y la violencia en el trabajo, y la ley de “Más Mujeres en Directorios”, que establece un mecanismo de “cumplir o explicar” para fomentar la paridad en las altas esferas corporativas. Ambas son victorias legislativas innegables, producto de años de activismo. La subsecretaria de Economía, Javiera Petersen, celebró la ley de directorios como un logro que requirió casi tres años de negociación para alcanzar “los acuerdos políticos necesarios”.

Sin embargo, a un año de la implementación de la Ley Karin, el panorama es ambiguo. Un informe de la plataforma Buk reveló que las denuncias por acoso laboral (62% del total) y violencia en el trabajo (32%) se dispararon tras la entrada en vigencia de la norma, especialmente en agosto de 2024. Este aumento en los reportes puede interpretarse como un signo de empoderamiento, pero también ha puesto en jaque la capacidad del sistema. En una columna para Diario Financiero, el abogado Luis Lizama advierte que el foco se ha desplazado de la prevención a la reacción, sobrecargando a la Dirección del Trabajo y generando dudas sobre la “eficacia incierta” de la ley más allá del cumplimiento formal.

Este dilema se manifiesta en el corazón del poder político. La acusación de la diputada Mónica Arce (indep. DC) contra el subsecretario Víctor Orellana (FA) por presunto hostigamiento y amenazas en la Comisión de Educación, evaluando invocar precisamente la Ley Karin, es un caso paradigmático. Un conflicto que no solo tensa las relaciones dentro de la coalición de gobierno, sino que demuestra cómo una herramienta legal feminista se convierte en el árbitro de las disputas de poder en el Congreso.

El Feminismo como Arma Política: Un Discurso en Disputa

Si algo demuestra la madurez —o la cooptación— de un movimiento es cuando su lenguaje es adoptado por todo el espectro político. En la actual carrera presidencial, las ideas feministas ya no son patrimonio de un sector. La candidata de Chile Vamos, Evelyn Matthei, ha lanzado una ofensiva para captar el voto femenino con propuestas concretas en seguridad, empleo y sala cuna, anticipando una contienda contra la carta del oficialismo, Jeannette Jara.

La paradoja se hizo evidente cuando la UDI, un partido históricamente distante de las agendas de género, emplazó a Jara por la falta de paridad en la composición de su comando (once hombres y cinco mujeres), acusándola de “guardar en un cajón” los principios que su sector defiende. Este episodio ilustra cómo la paridad ha dejado de ser solo una demanda de justicia para convertirse en un estándar exigible y, a la vez, en un arma arrojadiza en la arena política. La pregunta ya no es quién es feminista, sino quién lo es de manera más coherente.

Las Fronteras del Movimiento: Debates Abiertos y Voces Múltiples

Mientras el feminismo se institucionaliza, sus debates fundamentales siguen abiertos y se complejizan. La discusión sobre la filiación y el derecho a decidir sobre el embarazo, reavivada por la propuesta de una ley de aborto, muestra que la autonomía corporal sigue siendo un campo de batalla cultural y legal. El debate expone la tensión entre los derechos de las mujeres, consagrados en tratados como la CEDAW, y las demandas de corresponsabilidad o poder de decisión de los hombres, un nudo que la institucionalidad aún no resuelve.

Al mismo tiempo, surgen con más fuerza las críticas sobre qué “feminismo” es el que avanza. Iniciativas como el “Modelo de Protocolo para la Maternidad de Mujeres con Discapacidad”, impulsado por la ONU, o los encuentros internacionales de mujeres afrodescendientes, recuerdan que la experiencia de ser mujer no es monolítica. Estas voces reclaman un enfoque interseccional que reconozca las barreras específicas que enfrentan, desde la falta de accesibilidad en los servicios de salud hasta el racismo estructural, demostrando que la agenda hegemónica a menudo invisibiliza otras urgencias.

Incluso en el ámbito cultural, donde las narrativas feministas florecen en proyectos como la serie “Leche amarga”, inspirada en el libro Las homicidas, persisten las preguntas sobre el significado del empoderamiento. El contraste entre la activista de Femen, Inna Shevchenko, que usa su cuerpo como pancarta política, y la actriz de cine para adultos Bonnie Blue, que lo utiliza para batir récords sexuales, plantea un debate de fondo: ¿es toda elección una forma de liberación o algunas refuerzan las estructuras que se buscan derribar?

El feminismo en Chile ha concluido una etapa para iniciar otra, quizás más silenciosa pero no menos conflictiva. Ha ganado poder, influencia y un lugar innegable en la agenda pública. El desafío actual es navegar las aguas de la institucionalización sin perder su filo crítico, gestionar las contradicciones de ser parte del poder que antes se combatía y asegurar que, en el proceso de transformar la sociedad, el movimiento no termine transformado en una versión domesticada de sí mismo.

El tema permite un análisis profundo de una transformación social significativa. Supera la crónica de eventos específicos para explorar la evolución de un movimiento, su institucionalización, sus tensiones internas y su impacto en la política, la cultura corporativa y la vida cotidiana. Esta narrativa revela las complejidades y contradicciones que surgen cuando un movimiento de protesta ingresa a las esferas del poder, proporcionando una perspectiva madura sobre un proceso que a menudo se cubre de manera fragmentada y reactiva. Conecta noticias políticas, corporativas y sociales para construir un panorama completo de un debate contemporáneo clave.