A más de 60 días de las primarias presidenciales del oficialismo, la onda expansiva de aquel 29 de junio no solo no ha cesado, sino que ha redefinido por completo el tablero político chileno. Lo que comenzó como una contienda electoral predecible se ha transformado en una guerra de tres frentes con consecuencias aún impredecibles. La sorpresiva victoria de la candidata del Partido Comunista, Jeannette Jara, no solo la ungió como la carta de la izquierda unificada, sino que actuó como un catalizador que aceleró la fisura en la derecha, consolidó a José Antonio Kast como su polo más visible y sumió a Evelyn Matthei en una crisis de la que intenta emerger a contrarreloj. Hoy, Chile no se asoma a una elección entre dos bloques, sino a una disyuntiva entre tres proyectos de nación profundamente antagónicos.
El triunfo de Jara con más del 60% en la primaria oficialista fue el primer sismo. Inmediatamente, las encuestas registraron el derrumbe de Evelyn Matthei (Chile Vamos), quien hasta entonces lideraba cómodamente. La encuesta Cadem posterior a la primaria mostró una caída de 9 puntos para Matthei, relegándola a un tercer lugar y empatando con Franco Parisi, mientras Jara y Kast se perfilaban para una probable segunda vuelta.
Este nuevo escenario desató una lucha fratricida en la derecha. Lejos de unirse contra la nueva adversaria de izquierda, los dardos cruzados se intensificaron. Matthei marcó distancia de Kast, llegando a afirmar en una entrevista radial que Johannes Kaiser era "más respetuoso de las mujeres". Kast, por su parte, adoptó una estrategia de "asfixia", como la describió el analista Mauricio Morales, llamando a la unidad contra el adversario común, pero posicionándose como el único líder capaz de enfrentar a la izquierda radical.
La tensión alcanzó su punto álgido a fines de julio, cuando el comando de Matthei acusó una "campaña asquerosa" en redes sociales, con bots que difundían rumores sobre su salud. Aunque Matthei amenazó con acciones legales que luego no concretó, el episodio expuso la profundidad de la desconfianza. La candidata de Chile Vamos acusó a los republicanos de ser "un grupo de matones", mientras Jara observaba desde la vereda del frente, diagnosticando una "muestra de ingobernabilidad" en la oposición.
El debate económico organizado por SOFOFA y La Tercera el 31 de julio cristalizó las posiciones y estrategias de cada candidato, funcionando como una tregua táctica en la derecha para enfocar sus críticas en Jara.
Las encuestas de principios de agosto (Panel Ciudadano-UDD, Black & White) confirman la nueva realidad: Kast lidera o empata en la primera posición con Jara, y Matthei se mantiene en un distante tercer lugar. Sin embargo, los sondeos también revelan la principal debilidad de Jara: en un balotaje, perdería tanto contra Kast como contra Matthei.
El escenario político chileno ha mutado. La partida ya no es de dos, sino de tres. El centro político, que fue clave en las últimas décadas, hoy parece un territorio yermo, sin un representante claro. La elección de noviembre no solo definirá al próximo presidente, sino que medirá la fuerza real de estos tres proyectos en pugna y revelará si la fragmentación actual es un fenómeno pasajero o la nueva normalidad de la política chilena. El debate, por ahora, sigue abierto y su resolución es incierta.