El Estado en el banquillo: La seguidilla de escándalos que alimenta el discurso anti-élite y reordena la carrera presidencial

El Estado en el banquillo: La seguidilla de escándalos que alimenta el discurso anti-élite y reordena la carrera presidencial
2025-08-03
  • Una sucesión de escándalos, desde licencias médicas fraudulentas hasta investigaciones por mal uso de fondos, ha erosionado la confianza en las instituciones públicas.
  • Este vacío es capitalizado por figuras anti-establishment como José Antonio Kast, cuyo discurso de "reinicio" estatal gana terreno en las encuestas.
  • La política tradicional responde con propuestas de reforma, mientras el debate se desplaza desde los hechos aislados hacia una cuestión estructural sobre el rol y la probidad del Estado.

A mediados de 2025, un dato de la encuesta Cadem marcó un punto de inflexión en el panorama político chileno: por primera vez, José Antonio Kast superaba a Evelyn Matthei en menciones espontáneas para la presidencia. Este hito, lejos de ser una fluctuación momentánea, es el síntoma más visible de un fenómeno más profundo que se ha gestado durante meses: una crisis de confianza en el aparato estatal, alimentada por un goteo constante de escándalos que han sido capitalizados por un discurso disruptivo y anti-élite.

El Goteo que Rebalsó el Vaso: De las Licencias a los Fondos Públicos

Lo que comenzó a fines de mayo como una noticia sobre irregularidades específicas, pronto se convirtió en un torrente. El Servicio de Impuestos Internos (SII) y la Tesorería General de la República (TGR) informaron de la apertura de más de 150 sumarios a funcionarios que viajaron al extranjero mientras hacían uso de licencias médicas. El director del SII, Javier Etcheberry, reveló una acción que demostraba la profundidad del problema: tras enviar una carta a 38 funcionarios con licencias extendidas, 26 "se mejoraron" y volvieron al trabajo. El tesorero Hernán Nobizelli calificó el hecho como "un tema grave, que daña la fe pública".

El escándalo, lejos de ser contenido, se expandió. Pronto se supo que la práctica afectaba a diversas reparticiones, incluyendo a una veintena de funcionarios del Senado. La percepción de una cultura de abuso se instaló, trascendiendo a un solo organismo o poder del Estado.

A este "licencia-gate" se sumaron otras investigaciones que golpearon la línea de flotación de la confianza institucional. La Contraloría formuló cargos contra el exsubsecretario del Interior, Manuel Monsalve, por conductas impropias, mientras que el gobernador metropolitano, Claudio Orrego, vio sus dispositivos electrónicos incautados en una investigación por presunto mal uso de fondos públicos para su campaña de reelección. Cada caso, reportado de forma aislada por los medios, fue tejiendo una narrativa de descomposición y privilegio en la percepción ciudadana.

La Cosecha Política: El Discurso del "Reinicio"

Este terreno fértil de descontento fue rápidamente cultivado por figuras que se posicionan fuera del establishment. José Antonio Kast, candidato del Partido Republicano, articuló un discurso que conectaba directamente los escándalos con una propuesta de refundación estatal. A principios de junio, lanzó su "Plan Reinicia", argumentando que el Estado "fue capturado por una élite de intocables". Su diagnóstico fue lapidario: "Ya no basta con parchar este sistema. No sirve actualizar el software. Hay que presionar Ctrl+Alt+Supr".

Esta narrativa, que propone eliminar "programas inútiles", terminar con los "apitutados" y bajar la carga tributaria a costa de una supuesta "ineficiencia y falta de gestión en el Estado", encontró eco. Su ascenso en las encuestas, consolidado en los sondeos de junio, sugiere que una parte del electorado ve en su propuesta una solución a la altura del problema percibido.

En un flanco aún más radical, la proclamación de Johannes Kaiser como candidato del Partido Nacional Libertario evidenció la intensificación de este discurso. Con un acto que incluyó la tercera estrofa del himno nacional —asociada a la dictadura militar— y ataques directos a sus contendores, Kaiser se presentó como un outsider sin filtros, apelando al mismo sentimiento anti-sistema.

Las Respuestas del Sistema: Entre la Reforma y la Reacción

Frente a este avance, los actores de la política tradicional han buscado responder, aunque con estrategias divergentes. Desde Chile Vamos, la UDI y RN reaccionaron al escándalo de las licencias amenazando con rechazar el presupuesto si no se aumentaban los fondos para la Contraloría y proponiendo leyes para endurecer las sanciones. Su enfoque, sin embargo, se enmarca en la reforma institucional: fortalecer los mecanismos de control existentes, no demolerlos.

Por su parte, el oficialismo se ha visto en una posición reactiva. Figuras como la candidata Carolina Tohá han debido responder por casos que ocurrieron bajo su gestión en el Ministerio del Interior, enfatizando que "lo más importante es que la investigación vaya dando frutos". Esta postura, si bien correcta desde lo institucional, compite con dificultad contra un relato que ya ha sentenciado la culpabilidad del "sistema" en su conjunto.

El debate sobre las dietas vitalicias para los expresidentes, reavivado ante la próxima salida del Presidente Gabriel Boric, es otro reflejo de este clima. La discusión sobre si es justo que un exmandatario de 40 años reciba una pensión millonaria se inserta perfectamente en la narrativa que cuestiona los privilegios de la clase política, independientemente de su color.

Un Nuevo Eje Político: El Futuro en Disputa

Dos meses después de que estallaran los primeros casos, el tema ha mutado. Ya no se trata de un conjunto de irregularidades administrativas, sino de una profunda crisis de legitimidad que ha reconfigurado el eje del debate presidencial. La contienda ya no se define únicamente en el espectro izquierda-derecha, sino en la tensión entre quienes proponen reformar el sistema y quienes llaman a reiniciarlo.

El vacío de confianza, dejado por un Estado percibido como ineficiente y abusivo, se ha convertido en el principal campo de batalla electoral. Las investigaciones siguen su curso y las consecuencias políticas aún están por decantarse, pero una cosa es clara: la ciudadanía no solo exige respuestas a los escándalos puntuales, sino una solución a la pregunta de fondo que estos han instalado: ¿en quién se puede confiar para administrar lo que es de todos?

El tema conecta una serie de fallas institucionales, que han sido reportadas de forma aislada, con una significativa reconfiguración política. Analiza cómo la erosión de la confianza pública, alimentada por escándalos en distintos organismos del Estado, crea un vacío que es capitalizado por narrativas anti-establishment, transformando así el panorama electoral. Esto permite ofrecer un contexto más profundo para comprender las actuales preferencias políticas más allá de los datos de encuestas.