Estados Unidos deporta chilenos y pone fin a una era de excepcionalidad:Cómo la política de "tolerancia cero" de la Casa Blanca transformó el "turismo delictual" en un reajuste geopolítico

Estados Unidos deporta chilenos y pone fin a una era de excepcionalidad:Cómo la política de
2025-08-04
  • La llegada de vuelos de deportación desde EE.UU. marcó el fin del estatus privilegiado de Chile, erosionando el valor del programa Visa Waiver.
  • Un problema inicialmente enmarcado en la seguridad interna —el "turismo delictual"— escaló a una crisis diplomática que reconfiguró la relación bilateral.
  • La respuesta del gobierno chileno ha sido reactiva, buscando gestionar el daño mientras el debate público cuestiona las causas y el futuro de la alianza con Washington.

El fin del viaje fácil: Un aterrizaje forzoso a la realidad

Hace poco más de dos meses, el aterrizaje de un vuelo chárter en Santiago, custodiado y financiado por el gobierno de Estados Unidos, pasó casi desapercibido. Traía a 44 chilenos deportados. La Moneda lo enmarcó como un acto de cooperación policial para detener a tres prófugos de la justicia chilena. Hoy, tras una seguidilla de vuelos similares, la narrativa ha cambiado drásticamente. Lo que parecía un asunto de crónica roja se ha consolidado como el fin de una era: la del pasaporte chileno como un documento casi mágico, llave de entrada a la primera potencia mundial sin mayores trámites.

La nueva y dura política migratoria de la administración Trump, implementada globalmente, ha disuelto la excepcionalidad de Chile. El programa Visa Waiver, que por años fue un símbolo del estatus del país como socio confiable y desarrollado, hoy pende de un hilo. La situación ha desatado un profundo debate nacional que transita desde la seguridad pública hasta la autopercepción de Chile en el escenario mundial, obligando a una relectura incómoda sobre la fragilidad de los privilegios diplomáticos.

De la crónica roja a la tensión diplomática: Una cronología del quiebre

La historia de este reajuste geopolítico se escribió en pocas semanas.

  • 23 de mayo: Aterriza el primer vuelo. Medios como El Mostrador informan sobre los 44 deportados, destacando que solo tres tenían órdenes de detención pendientes en Chile. El gobierno subraya la coordinación y el enfoque en la delincuencia.
  • Finales de mayo y principios de junio: Se anuncian nuevos vuelos. La prensa, incluyendo a La Tercera y Radio Bío Bío, comienza a hablar de una "nueva política migratoria estadounidense". El foco se amplía: no solo son personas con antecedentes, sino también chilenos que excedieron los 90 días de estadía permitidos por la Visa Waiver. La inquietud pública crece.
  • 3 de junio: Ocurre el "telefonazo". El Secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, solicita una llamada con el Presidente Gabriel Boric. La Moneda deriva la comunicación al canciller Alberto van Klaveren. El episodio, revelado por La Tercera, es interpretado por la oposición como un "ninguneo" y una muestra de la tensión bilateral, mientras el oficialismo lo describe como un procedimiento diplomático habitual. Este hecho cristaliza la crisis, llevándola de un plano técnico a uno abiertamente político.
  • 6 de junio: La ministra vocera (s), Aisén Etcheverry, declara públicamente que el endurecimiento migratorio de EE.UU. "no tiene una particularidad con Chile", sino que es un proceso global. El mensaje busca calmar las aguas, pero confirma que el trato preferencial ha terminado.

Las dos caras de la moneda: Perspectivas en conflicto

El análisis de la situación revela una profunda divergencia de interpretaciones, tanto dentro como fuera de Chile.

La narrativa de La Moneda: El gobierno chileno ha optado por una estrategia de control de daños. Su discurso público, como lo reflejan las declaraciones de la vocería, insiste en que Chile no es un objetivo específico, sino una víctima más de una política global de "tolerancia cero". Internamente, se recalca la cooperación policial como un esfuerzo para salvar el programa Visa Waiver, compartiendo información sobre delincuentes para evitar un castigo colectivo.

La doctrina de Washington: Desde Estados Unidos, la medida es coherente con una plataforma de seguridad interna y control fronterizo. La deportación de cualquier individuo en situación irregular, sea por cometer delitos o por una falta administrativa como exceder una visa, es parte central de su nueva doctrina. Las masivas protestas en ciudades como Los Ángeles, documentadas por medios como la BBC y La Tercera, demuestran que es una política doméstica con profundas repercusiones internacionales, donde Chile es solo una pieza más del tablero.

El debate en el Congreso chileno: El parlamento se ha convertido en el epicentro de un debate cruzado. Por un lado, diputados como Víctor Pino (Ind.) acusan un mal manejo de la política exterior del gobierno de Boric. Por otro, parlamentarios oficialistas como Carolina Tello (PC) defienden la colaboración policial como la única vía para mitigar el problema. Voces más centristas, como la del senador Matías Walker (Demócratas) o el diputado Ricardo Cifuentes (DC), apuntan a una confluencia de factores: la irresponsabilidad de los "turistas delictuales" chilenos, un contexto internacional volátil con Trump en el poder y la necesidad de que el Estado chileno mejore sus propios controles migratorios.

El antecedente incómodo que explica la crisis

Esta crisis no surgió de la nada. Durante años, la prensa internacional y las policías de Europa y Norteamérica han reportado sobre bandas de "lanzas" chilenos especializados en robos a viviendas de lujo. Este "turismo delictual" se convirtió en un pasivo estratégico para la diplomacia chilena. La facilidad de ingreso que otorgaba la Visa Waiver fue sistemáticamente abusada, generando una presión creciente sobre el programa mucho antes de la llegada de los vuelos de deportación.

El gobierno de EE.UU. ya había advertido a Chile en múltiples ocasiones sobre la necesidad de mejorar el intercambio de información penal. La nueva política migratoria de la Casa Blanca no creó el problema, pero sí actuó como el catalizador que lo hizo explotar, demostrando que la paciencia del socio norteamericano se había agotado.

Conclusión: Un nuevo tablero y una lección de realismo

Dos meses después del primer vuelo, el panorama es claro: Chile ha perdido un activo diplomático clave. La relación con Estados Unidos ha entrado en una nueva fase, menos anclada en la confianza y más en el realismo pragmático. El "pasaporte mágico" es ahora un documento bajo escrutinio, y cada chileno que viaja a EE.UU. enfrenta una incertidumbre que antes era impensable.

El tema no está cerrado. Ha evolucionado hacia un debate nacional sobre qué tipo de país es Chile y cómo se relaciona con el mundo. La crisis obliga a una reflexión sobre la responsabilidad compartida entre el Estado, que debe garantizar la seguridad y el cumplimiento de acuerdos, y los ciudadanos, cuyo comportamiento en el extranjero tiene consecuencias directas sobre la reputación y los privilegios de toda una nación. Chile ha sido forzado a mirarse al espejo, y la imagen que devuelve es la de un país menos excepcional de lo que creía.

La historia documenta la erosión de un estatus diplomático excepcional, mostrando cómo las políticas internas de una superpotencia pueden reconfigurar unilateralmente las relaciones internacionales y la autopercepción de un país socio. El tema permite analizar la transición de una narrativa centrada en la delincuencia nacional a una compleja crisis geopolítica, evidenciando la interconexión entre seguridad interna, migración y política exterior. Su evolución, desde los primeros vuelos de deportados hasta la respuesta diplomática y el debate público, ofrece una narrativa completa con consecuencias visibles en la percepción ciudadana y en las estrategias de Estado, ilustrando la fragilidad de los privilegios en un orden global cambiante.