La derecha se reordena a la fuerza: Cómo la ofensiva de Kast desmanteló el liderazgo de Matthei y definió el nuevo rostro de la oposición

La derecha se reordena a la fuerza: Cómo la ofensiva de Kast desmanteló el liderazgo de Matthei y definió el nuevo rostro de la oposición
2025-08-04

- El ascenso de Kast: De una ofensiva sostenida a consolidarse como la figura dominante, desplazando a la derecha tradicional.

- La crisis de Matthei: Un liderazgo que se debilitó por conflictos internos, un relato difuso y una reacción tardía a los ataques.

- Un nuevo escenario: La pugna no solo definió candidaturas, sino que forzó una reconfiguración ideológica que marcará la futura gobernabilidad del país.

Hace poco más de dos meses, el panorama presidencial de la derecha chilena parecía un guion escrito. Evelyn Matthei (UDI), con un liderazgo consolidado en las encuestas durante casi dos años, se perfilaba como la candidata natural de la oposición. Hoy, ese guion se ha roto. La derecha enfrenta un escenario redefinido, no por un acuerdo, sino por una batalla interna que ha dejado a José Antonio Kast (Partido Republicano) como la fuerza hegemónica y a la candidatura de Matthei en una lucha por su viabilidad política. Lo que ha ocurrido no es solo un reordenamiento de cifras, sino una fractura ideológica y estratégica cuyas consecuencias apenas comienzan a vislumbrarse.

Crónica de un Desplazamiento Anunciado

El punto de inflexión se gestó a fines de mayo. Desde Hungría, Kast lanzó una ofensiva discursiva que no solo apuntaba al gobierno de Gabriel Boric, sino también a la “derecha tradicional”, a la que acusó de debilidad en temas clave como la inmigración ilegal y la natalidad. Este movimiento no fue aislado; fue el inicio de una estrategia calculada para posicionarse como la única oposición auténtica, capitalizando un descontento que la centroderecha no lograba canalizar.

Mientras el comando de Matthei se enfrascaba en disputas internas y acusaciones de intervencionismo gubernamental, la campaña de Kast sumaba apoyos simbólicos, como el del exalcalde Rodolfo Carter. La percepción de inercia en un lado contrastaba con el movimiento constante del otro. Para principios de junio, la encuesta Cadem registraba el primer sorpasso de Kast sobre Matthei en mención espontánea, una señal que anticipaba el terremoto político que vendría.

La caída de Matthei se aceleró en julio. Su equipo, liderado por Diego Paulsen (RN), admitió la necesidad de “ajustes” estratégicos. Sin embargo, las acciones parecían reactivas. La renuncia de su directora de comunicaciones y las declaraciones de Paulsen definiendo a Kast como “adversario electoral” —lo que generó un fuerte reproche en la UDI— expusieron una profunda descoordinación.

El conflicto escaló a una “guerra sucia”, con Matthei denunciando una “campaña asquerosa” en redes sociales, presuntamente orquestada por adherentes republicanos para instalar la idea de que padecía alzhéimer. La amenaza de una querella, que finalmente fue depuesta en un intento por no profundizar la fractura, evidenció la toxicidad del ambiente. “Lo peor que podemos hacer es actuar como la Concertación, que bajó el moño y se dejó arrasar”, declaró Matthei el 30 de julio, revelando su dilema: confrontar a Kast arriesgando la unidad del sector, o ceder terreno y perder relevancia.

Las Dos Derechas: Un Choque de Proyectos

Este enfrentamiento va más allá de las personalidades. Representa la colisión de dos visiones sobre el futuro de la derecha.

Por un lado, el proyecto de Chile Vamos, encarnado por Matthei, busca apelar a la moderación y la gobernabilidad, intentando capturar un centro político que quedó huérfano tras la victoria de Jeannette Jara (PC) en las primarias del oficialismo. Su estrategia se basa en la experiencia de gestión y la capacidad de forjar acuerdos. Sin embargo, como señaló un análisis en La Tercera, este sector sufre de una “desorientación” ideológica, sin un relato claro que lo distinga nítidamente ni de la izquierda ni de la derecha más dura. Esta ambigüedad la hizo vulnerable.

Por otro lado, el Partido Republicano ofrece un proyecto sin matices. Kast ha construido una narrativa de convicciones firmes frente a la “derechita cobarde”. Su discurso se ancla en la seguridad, el orden y la defensa de valores conservadores, un mensaje que ha demostrado tener una base electoral sólida y movilizada. Su estrategia, según su coordinador de comunicaciones, Cristián Valenzuela, no se basa en el cálculo, sino en la “convicción de ofrecer proyectos políticos distintos”.

La tensión llegó a tal punto que a principios de agosto, el diputado Andrés Celis (RN) sugirió públicamente que Kast debería ser el candidato único si seguía mejor posicionado, desatando una crisis en Chile Vamos y forzando a figuras como la senadora Paulina Núñez a salir a defender a su abanderada. Las encuestas de Criteria y Cadem de inicios de agosto confirmaron la nueva realidad: Kast consolidado en el segundo lugar, y Matthei cayendo a una tercera e incluso cuarta posición, superada por Franco Parisi en algunas mediciones.

El Futuro Incierto de la Oposición

El tema no está cerrado, pero la correlación de fuerzas ha cambiado drásticamente. La batalla por el liderazgo de la derecha parece, por ahora, inclinarse a favor de José Antonio Kast. La pregunta ya no es quién liderará, sino cómo coexistirán estas dos almas de la oposición.

La ofensiva de Kast no solo desmanteló el liderazgo de Matthei, sino que obligó a todo el sector a redefinirse. La derecha tradicional se enfrenta al desafío de articular un proyecto que no sea percibido como una versión moderada de Republicanos ni como una simple continuación del legado de Sebastián Piñera. Para Matthei, el reto es mayúsculo: revertir una tendencia que parece terminal y demostrar que su proyecto de moderación y experiencia tiene cabida en un escenario político cada vez más polarizado.

La consecuencia más visible es que la oposición llegará a noviembre con dos proyectos en competencia, reflejando una fractura que es tanto estratégica como ideológica. El resultado de esta pugna no solo determinará quién enfrentará a la izquierda en una eventual segunda vuelta, sino cuál de las dos derechas —la pragmática o la identitaria— marcará el rumbo del sector en los próximos años.

La historia documenta una fractura ideológica y estratégica fundamental dentro de un sector político clave, con consecuencias directas en la gobernabilidad futura del país. Su evolución narrativa, visible a lo largo de varios meses, muestra cómo la consolidación de un adversario externo aceleró tensiones internas, forzando a los actores a redefinir sus identidades y alianzas. Este proceso ofrece una oportunidad para analizar en profundidad la dinámica del poder, la construcción de narrativas políticas y la reconfiguración de las élites en un contexto de alta polarización.

Fuentes