¿Qué pasa cuando un termómetro se vuelve parte de la enfermedad?
Hoy, a casi un mes de que la Comisión de Economía de la Cámara de Diputados aprobara sorpresivamente la idea de legislar para eliminar la Unidad de Fomento (UF), el debate ha desbordado los pasillos del Congreso para instalarse en la conversación nacional. Lo que nació a mediados de julio como una iniciativa de un grupo de parlamentarios, principalmente socialistas, se ha transformado en un profundo examen a uno de los cimientos más característicos y duraderos del modelo económico chileno. La discusión ya no es solo sobre un instrumento financiero; es sobre la resiliencia del sistema, el acceso al crédito y la desconexión entre la estabilidad macroeconómica y la percepción de bienestar de los ciudadanos, todo en un contexto de crecimiento económico que, con un 3,1% en junio, no logra despegar con la fuerza esperada.
La evolución: De propuesta legislativa a referéndum económico
La cronología de este debate es vertiginosa. Tras la aprobación en comisión, la reacción del Ejecutivo fue inmediata y categórica. El ministro de Hacienda, Mario Marcel, advirtió que sin la UF, el financiamiento para la vivienda se enfrentaría a un escenario de créditos con tasas variables, en dólares o a plazos mucho más cortos. "Mucha menos gente accedería a esa fuente de financiamiento", sentenció, dibujando una línea clara entre la defensa técnica del instrumento y la propuesta política.
Desde entonces, el debate ha madurado, incorporando múltiples voces que complejizan el panorama:
- La defensa técnica y la memoria histórica: Economistas como Guillermo Larraín, de la Universidad de Chile, recuerdan que la UF no es un capricho, sino una solución creada en 1967 para una anomalía histórica chilena: la alta y persistente inflación. Su éxito, argumentan, permitió la existencia de un mercado de capitales en pesos a largo plazo, una rareza en Latinoamérica que ha sido fundamental para el desarrollo de créditos hipotecarios y proyectos de infraestructura. Eliminarla de golpe, advierten, sería "matar la gallina de los huevos de oro", encareciendo y acortando el crédito para las futuras generaciones. La propuesta, según esta visión, es que cualquier cambio debe ser gradual y liderado por la autonomía técnica del Banco Central, no por la urgencia política del Congreso.
- El clamor por el alivio y el "sobreuso" de la UF: En la vereda opuesta, la propuesta resuena con un malestar ciudadano tangible. Para miles de familias, la UF no es un estabilizador macroeconómico, sino el mecanismo que mes a mes incrementa el valor de sus dividendos, planes de isapre, arriendos y colegiaturas, a menudo a un ritmo que supera el de sus propios ingresos. Expertos como Patricio Gana, de AK Contadores, han señalado que el uso de la UF se ha extendido más allá de su propósito original, volviéndose "perfectible" su aplicación en contratos de consumo cotidiano. Esta perspectiva ve la eliminación de la UF como un acto de justicia económica y un alivio directo al bolsillo.
- La visión del mercado: Los analistas financieros, por su parte, alertan sobre el aumento de la incertidumbre. Ignacio Mieres, de XTB Latam, proyecta que limitar o eliminar la UF podría generar una prima de riesgo más alta, encarecer el costo financiero para las empresas y presionar al Banco Central a endurecer su política monetaria, con potenciales efectos contractivos en una economía que ya muestra señales mixtas. Datos de julio, por ejemplo, muestran un aumento en la creación de empresas (principalmente microempresas, sugiriendo un auge del autoempleo) pero un estancamiento en el consumo online y en la búsqueda de empleo formal.
El estado de la cuestión: Un debate abierto y necesario
Actualmente, el proyecto de ley sigue su tramitación legislativa, pero su principal efecto ya se ha producido: obligó a Chile a mirarse al espejo y cuestionar una herramienta que por décadas se consideró intocable. El debate sobre la UF ha dejado de ser una discusión para especialistas y se ha convertido en un síntoma de una tensión más profunda.
La pregunta fundamental que subyace no es si la UF es técnicamente buena o mala, sino si un instrumento diseñado para la estabilidad de un sistema puede seguir siendo socialmente sostenible cuando es percibido por muchos como una fuente de inestabilidad personal. La resolución de este conflicto, ya sea a través de una reforma acotada, una desindexación gradual o el mantenimiento del status quo, será un indicador clave de las prioridades que guiarán el desarrollo económico y social de Chile en los próximos años.
El tema ha alcanzado una madurez temporal óptima, evolucionando desde una propuesta política específica a un debate nacional de fondo sobre la estabilidad económica, el acceso al crédito y el futuro de los instrumentos de indexación. Sus consecuencias son visibles en la reacción de autoridades económicas, el análisis de expertos y la preocupación ciudadana, permitiendo un análisis profundo que contrasta visiones sobre el modelo económico del país. La narrativa muestra una clara evolución desde su origen hasta su estado actual, ofreciendo múltiples perspectivas y un contexto completo para una comprensión profunda, más allá de la coyuntura inmediata.