A dos meses de la elección presidencial que cambió el rumbo de Corea del Sur, el país asiático vive una dualidad desconcertante. Por un lado, el nuevo gobierno del presidente de centroizquierda, Lee Jae-myung, intenta estabilizar una nación profundamente fracturada. Por otro, el sistema judicial avanza en un proceso histórico contra el expresidente Yoon Suk Yeol, detenido y acusado de insurrección por su intento de imponer la ley marcial a fines de 2024. Lo que comenzó como una crisis constitucional aguda se ha transformado en una compleja etapa de redefinición política y rendición de cuentas, cuyas consecuencias aún se están desarrollando.
Para comprender la situación actual, es necesario desglosar los eventos que llevaron a este punto. Hemos optado por un formato de preguntas y respuestas para clarificar la cronología y las implicancias de esta transición.
¿Cómo se originó esta crisis?
El 3 de diciembre de 2024, el entonces presidente conservador, Yoon Suk Yeol, decretó sorpresivamente la ley marcial. Su argumento, según comunicó a la nación, era la necesidad de "erradicar las fuerzas afines a Corea del Norte" que, a su juicio, se habían infiltrado en la oposición y amenazaban el orden constitucional. La medida, que no se aplicaba en el país desde las dictaduras militares, implicaba la disolución de la actividad parlamentaria y la restricción de libertades civiles. La reacción fue inmediata y transversal: tanto la oposición como miembros del propio partido de Yoon, el Partido del Poder Popular (PPP), rechazaron la medida. Ciudadanos desafiaron la prohibición y salieron a las calles, mientras los parlamentarios forzaban su ingreso a la Asamblea Nacional, rodeada por militares, para anular el decreto en una votación de emergencia. La ley marcial duró apenas unas horas, pero el daño institucional ya estaba hecho.
¿Cuál fue la consecuencia política inmediata?
El fallido autogolpe de Yoon desencadenó su caída. El 14 de diciembre, la Asamblea Nacional aprobó su destitución (impeachment), dando inicio a una investigación judicial por "rebelión". Este vacío de poder forzó la convocatoria a elecciones presidenciales anticipadas para el 3 de junio de 2025. La campaña electoral se convirtió, en esencia, en un referéndum sobre la gestión de Yoon y la defensa de la democracia.
¿Qué reveló el resultado electoral?
Lee Jae-myung, del Partido Democrático, ganó con un 49,4% de los votos, según datos de la Comisión Electoral Nacional reportados por medios como La Tercera. Su principal contendor, Kim Moon-soo del PPP, obtuvo un 41,2%. Aunque la victoria de Lee fue clara, no fue aplastante. Un análisis del Diario Financiero señaló que, si se suma el 8,1% del tercer candidato, el también conservador Lee Jun-seok, el voto de derecha sigue siendo una fuerza mayoritaria. Esto evidencia una sociedad profundamente polarizada que el nuevo gobierno no puede ignorar. La participación electoral, que bordeó un histórico 80%, demostró el alto nivel de movilización y preocupación ciudadana.
¿Qué ha pasado con el expresidente Yoon Suk Yeol?
Tras ser liberado de una primera detención en marzo, Yoon Suk Yeol fue arrestado nuevamente el 10 de julio. El Tribunal del Distrito Central de Seúl ordenó su detención preventiva por riesgo de destrucción de pruebas. Según informó La Tercera, enfrenta cargos por abuso de poder, falsificación de documentos y obstrucción a la justicia, en el marco de una investigación que podría llevarlo a una condena de cadena perpetua por insurrección. A mediados de julio, Yoon se negó a comparecer a un nuevo interrogatorio, en un acto de desafío que tensa aún más su situación judicial. Su caso se ha convertido en un símbolo de la rendición de cuentas al más alto nivel.
¿Cuáles son los desafíos del nuevo gobierno de Lee Jae-myung?
El presidente Lee asumió el cargo de forma inmediata, sin el tradicional período de transición. Su agenda es ambiciosa y compleja:
La crisis surcoreana no está cerrada; ha entrado en una nueva fase. Mientras el expresidente Yoon enfrenta un juicio que pondrá a prueba la fortaleza de las instituciones democráticas, el presidente Lee debe demostrar que puede liderar un país que, aunque unido en el rechazo a la ruptura autoritaria, sigue profundamente dividido sobre el camino a seguir. Los próximos meses serán cruciales para determinar si Corea del Sur logra sanar sus heridas y consolidar un nuevo pacto social o si la polarización continuará definiendo su futuro político.