La IA ya está en la sala de clases: Las universidades chilenas pasaron de la prohibición a la creación de sus propias reglas de juego

La IA ya está en la sala de clases: Las universidades chilenas pasaron de la prohibición a la creación de sus propias reglas de juego
2025-08-04
Fuentes
www.latercera.com www.latercera.com www.df.cl es.wired.com www.bbc.com www.latercera.com ellibero.cl

- Tras una fase inicial de incertidumbre y prohibiciones, las principales casas de estudio del país ahora implementan políticas y pilotos para integrar la IA.

- El debate se centra en el equilibrio: usar la IA como herramienta de apoyo sin que reemplace el pensamiento crítico y la autoría del estudiante.

- Mientras las universidades definen sus propias normas, el Congreso debate una ley nacional de IA que podría marcar el futuro de su desarrollo en Chile.

Hace apenas unos meses, el debate en los pasillos de las universidades chilenas giraba en torno a la prohibición. La irrupción de la inteligencia artificial (IA) generativa, con herramientas como ChatGPT, desató una ola de pánico centrada en el plagio y la erosión del pensamiento crítico. Hoy, a mediados de 2025, el escenario es radicalmente distinto. El miedo ha dado paso a una fase de experimentación estratégica y las casas de estudio más importantes del país ya no se preguntan si deben usar la IA, sino cómo hacerlo de manera ética, responsable y pedagógicamente útil.

Del bloqueo a la estrategia: la respuesta institucional

La transición de una postura reactiva a una proactiva es evidente. Lejos de una política de prohibición generalizada, universidades como la Adolfo Ibáñez (UAI), la Pontificia Universidad Católica (UC), la Universidad de Chile y la Universidad Técnica Federico Santa María (USM) han comenzado a construir sus propios marcos de acción.

La UC, por ejemplo, creó en junio la Vicerrectoría de Inteligencia Digital, una señal institucional inequívoca de la relevancia del tema. Su vicerrectora, Paula Aguirre, afirmó a Diario Financiero que el objetivo es que la IA “potencie” el aprendizaje, no que lo reemplace. Para ello, ya pilotean asistentes de IA en 47 cursos. La UAI, por su parte, aprobó en enero una política formal que, si bien establece principios transversales como la transparencia y la ética, otorga autonomía a cada facultad para definir los contextos de uso. Su rector, Francisco Covarrubias, explicó que esto ha implicado adaptar las evaluaciones: “lo que antiguamente significaba hacer ensayos en casa, hoy se hace a través de comentarios críticos en clase”.

La Universidad de Chile y la USM han optado por un camino de lineamientos flexibles en lugar de políticas rígidas, amparándose en la libertad de cátedra. José Correa, vicerrector de la U. de Chile, enfatiza la necesidad de educar sobre los riesgos y promover el análisis crítico sobre las respuestas de la IA. Ambas instituciones desarrollan sus propios asistentes y herramientas de apoyo, reconociendo que la tecnología ya es parte del ecosistema académico.

La pregunta del millón: ¿cuánta IA es demasiada?

El núcleo del debate actual, tanto en Chile como en el mundo, reside en encontrar un equilibrio. Chris Caren, CEO de Turnitin —la empresa icónica en detección de plagio que ahora desarrolla sus propias herramientas de asistencia con IA—, planteó la pregunta clave en una entrevista con WIRED: “¿Cuánta IA es demasiada en el proceso de aprendizaje?”. Según Caren, el riesgo es que “la eficiencia comience a socavar el pensamiento crítico”.

Esta tensión es precisamente la que las universidades chilenas intentan gestionar. La solución no parece ser tecnológica, sino pedagógica. Se busca que la IA actúe como un “entrenador” o un “asistente de investigación”, como lo visualiza el pionero educativo Sal Khan, fundador de Khan Academy, quien promueve una visión optimista de una educación más rica y personalizada. Sin embargo, las instituciones en Chile son conscientes de que para que esto ocurra, el rol del docente se vuelve aún más crucial: debe ser quien diseñe las actividades, fomente el debate y evalúe las habilidades que una máquina no puede replicar, como el “discernimiento ético” y la “plasticidad intelectual”, en palabras del rector Covarrubias.

Un debate que escala al Congreso

Mientras las universidades avanzan en sus propias regulaciones, el debate ha escalado a nivel nacional. Actualmente, en el Congreso se discute un proyecto de ley que busca regular los sistemas de IA en Chile, inspirado en el modelo de la Unión Europea. La tramitación no ha estado exenta de dificultades; a principios de agosto, el gobierno retiró la suma urgencia al proyecto, evidenciando la falta de consenso.

La discusión legislativa refleja las mismas tensiones que se viven en el mundo académico. Por un lado, sectores del oficialismo y expertos abogan por una regulación basada en riesgos para proteger los derechos de las personas. Por otro, la oposición ha manifestado su temor a que una “sobrerregulación” asfixie la innovación y el desarrollo de un ecosistema de IA en el país.

El tema, por tanto, está lejos de estar cerrado. Las universidades chilenas se han convertido en laboratorios vivos donde se experimenta el futuro de la educación superior. Han dejado atrás el pánico inicial para asumir un rol protagónico en la definición de las reglas del juego. Sin embargo, sus decisiones autónomas pronto podrían tener que dialogar —o colisionar— con un marco legal nacional que busca dar una respuesta país a una de las revoluciones tecnológicas más profundas de nuestro tiempo.

La historia documenta un punto de inflexión crítico en una institución establecida —la educación superior— al pasar de una postura reactiva de miedo y prohibición a una integración proactiva de una tecnología disruptiva. Revela el complejo proceso de adaptar modelos pedagógicos, desarrollar marcos éticos y redefinir el aprendizaje frente a la inteligencia artificial, reflejando un desafío social más amplio de conciliar la tradición con un cambio tecnológico irreversible.