El Genio ya no está solo: Cómo la muerte de Brian Wilson redefine el costo de la creatividad

El Genio ya no está solo: Cómo la muerte de Brian Wilson redefine el costo de la creatividad
2025-08-05
Fuentes
www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com cambio21.cl cooperativa.cl www.latercera.com cooperativa.cl www.latercera.com www.latercera.com
  • La muerte de Brian Wilson cierra la era de la romantización del “genio torturado” y abre un debate estructural.
  • Su historia expone la tensión entre la industria musical como antagonista y potencial colaboradora en la salud mental de los artistas.
  • El futuro oscila entre un modelo de “creatividad sostenible” y la mercantilización cínica de la lucha del creador.

La muerte de Brian Wilson, ocurrida hace más de dos meses, ya no es un obituario. Es un dato. Un punto de inflexión que se aleja del homenaje para convertirse en un caso de estudio sobre la arquitectura de la creación musical y su costo humano. La narrativa de su vida, marcada por la colisión entre un talento generacional, una vulnerabilidad psíquica extrema y las presiones de una industria implacable, deja de ser una tragedia individual para proyectar un mapa de futuros posibles para la creatividad.

La Anatomía del Colapso: El Caso Smile

Para entender el futuro, hay que volver a 1966. Tras la cima orquestal de Pet Sounds, Wilson se propuso crear la “sinfonía adolescente para Dios”. El proyecto, llamado Smile, se convirtió en el epicentro de su derrumbe. No fue solo la música; fue el ecosistema. Su banda, especialmente Mike Love, no comprendía las ambiciones líricas y armónicas. La discográfica, Capitol Records, exigía un producto vendible, no un experimento vanguardista. Y Wilson, sumido en la paranoia, las drogas y una salud mental frágil, trabajaba en un estudio con un arenero bajo el piano para “sentir la playa”, obligando a sus músicos a usar cascos de bombero durante la grabación de un tema sobre el fuego.

El colapso de Smile en 1967 no fue una simple decisión artística. Fue el resultado de un sistema que extrajo la genialidad sin ofrecer una red de seguridad. Wilson se convirtió en el arquetipo del genio torturado, una figura que el siglo XX romantizó hasta la saciedad. Su historia, como la de otros (Sly Stone, Daniel Johnston), validó una idea peligrosa: que el gran arte nace inevitablemente del sufrimiento. Su posterior redención en 2004, al completar y girar con Smile, no borró las décadas de tratamiento y aislamiento. Solo confirmó la resiliencia de un hombre, no la bondad de un sistema.

El Presente: Un Legado en Disputa

Los homenajes de sus pares, como Paul McCartney, lo calificaron de “genio musical”. Músicos chilenos, desde Álvaro Henríquez a Francis Durán, destacaron su capacidad para crear pop sofisticado y universal. Pero el análisis más profundo, a semanas de su muerte, comenzó a cambiar de foco. Ya no se trataba solo de celebrar God Only Knows, sino de preguntar por qué el sistema que lo encumbró fue el mismo que casi lo destruye.

La conversación actual sobre salud mental en la industria es el primer resultado tangible de su legado. Artistas de nuevas generaciones ya no aceptan el tormento como un peaje obligatorio. El actor Taron Egerton, quien interpretó a otro genio atormentado, Elton John, lo resumió bien: “A los 30 se desvanece esa extraña sensación de inmortalidad que tienes de joven”. Esa conciencia de la propia finitud y fragilidad está forzando a la industria a enfrentar su propia complicidad. La pregunta que deja Wilson ya no es sobre su música, sino sobre las condiciones que la hicieron posible y casi la aniquilan.

Escenarios de Futuro: ¿Ecosistema Protector o Marca Registrada?

La trayectoria de Brian Wilson proyecta dos caminos divergentes para el futuro de la creación artística.

Escenario 1: La Arquitectura del Cuidado.

En este futuro, la industria asume un rol activo en la protección de sus creadores. Los contratos discográficos incluyen cláusulas de bienestar mental y seguros de salud integrales. Las giras se diseñan con períodos de descanso obligatorios para prevenir el agotamiento. Emerge la figura del “gestor de bienestar creativo”, un profesional que media entre las demandas del mercado y la salud del artista. La colaboración, como la de Wilson con Van Dyke Parks, se fomenta en entornos estructurados para distribuir la presión creativa. En este modelo, el genio no está solo; es el centro de un ecosistema diseñado para sostenerlo. El legado de Wilson se convierte en un manual de prevención.

Escenario 2: La Mercantilización de la Angustia.

Aquí, la industria aprende la retórica pero no la lección. La figura del “genio torturado” se convierte en un producto. El sufrimiento de Wilson se empaqueta en biopics y documentales que glorifican el dolor como fuente de autenticidad, sin cuestionar las causas sistémicas. Los algoritmos de IA son entrenados para generar música con “la inestabilidad emocional de los grandes maestros”. La lucha por la salud mental no impulsa un cambio estructural, sino que se convierte en una nueva categoría de marketing. El legado de Wilson es una marca registrada, una historia de advertencia vaciada de su poder transformador.

Síntesis: Una Negociación Permanente

El futuro más probable no será ni uno ni otro, sino una tensión constante entre ambos. La conversación sobre la salud mental ya es irreversible y ha ganado tracción cultural. Sin embargo, los incentivos económicos de una industria basada en la explotación de éxitos rápidos seguirán empujando en la dirección opuesta.

La muerte de Brian Wilson no deja una respuesta, sino una pregunta permanente que cada nueva generación de artistas, ejecutivos y audiencias deberá responder: ¿Cuál es el precio aceptable por una obra maestra?

El fallecimiento de una figura cultural icónica, ocurrido hace más de 60 días, ofrece la distancia temporal necesaria para superar el impacto noticioso inmediato y analizar en profundidad su legado. La historia permite explorar la compleja interacción entre la genialidad creativa, la salud mental y las presiones de la industria cultural, temas de reflexión permanente. La evolución de la narrativa, desde el tributo inicial hasta el análisis crítico de su obra y vida, provee un caso de estudio sobre cómo se construye la memoria histórica y el significado de un artista para la sociedad.