A principios de agosto de 2025, la aparente calma en los mercados oculta el eco de un frenesí que, hace apenas unas semanas, demostró no ser un recuerdo lejano, sino una fuerza latente. A finales de julio, un fantasma recorrió Wall Street: el de las "acciones meme". Sin anuncios corporativos ni cambios en sus fundamentos, las acciones de empresas como la cadena de donuts Krispy Kreme y el fabricante de cámaras GoPro se dispararon hasta un 70% en una sola jornada, reviviendo el caos especulativo que en 2021 catapultó a GameStop a la fama mundial.
Este resurgimiento no fue espontáneo. Fue una operación orquestada desde el mismo epicentro que el evento original: el foro WallStreetBets en Reddit, una comunidad descrita por medios como el Diario Financiero como "el casino bursátil más grande de internet". Allí, una mezcla de pequeños inversores, especuladores y activistas digitales coordinaron compras masivas, generando un volumen récord. Según datos de Bloomberg, Krispy Kreme vio negociarse más de 100.000 contratos de opciones de compra en un día, 71 veces su promedio histórico. El objetivo era claro y doble: obtener ganancias rápidas y, sobre todo, ejecutar un "short squeeze" contra los fondos de inversión institucionales que apostaban por la caída de estas compañías.
El fenómeno expone una fractura profunda en la concepción del valor financiero. Por un lado, la perspectiva tradicional, resumida por la analista Daniela Hathorn en Capital.com: "no hubo noticias significativas que justifiquen el repunte, solo un gran impulso en las ventas minoristas". Para este enfoque, las alzas fueron "sin sentido", una burbuja desconectada de la realidad económica de las empresas.
Por otro lado, la lógica de la multitud digital. Para esta nueva fuerza, la narrativa y la acción colectiva son, en sí mismas, un nuevo tipo de fundamental. El valor de una acción no reside solo en sus balances, sino en la capacidad de una comunidad para creer en ella y actuar en consecuencia. Esta rebelión 2.0 no es solo financiera; es cultural. Es un desafío directo a la hegemonía de los analistas de Wall Street, utilizando sus propias herramientas en su contra en un acto que es mitad broma, mitad insurrección.
Sin embargo, la historia y los datos recientes invitan a la cautela. El medio español Cinco Días recordó que la euforia de 2021 terminó con pérdidas sustanciales para muchos que llegaron tarde a la fiesta. La volatilidad es extrema y bidireccional. Opendoor Technologies, otra de las favoritas del frenesí de julio, se desplomó un 20% en un solo día tras su meteórica alza, demostrando que "lo que las acciones meme te dan, las acciones meme te lo quitan". La advertencia emitida en su momento por la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) sobre los peligros de invertir basándose en información de redes sociales resuena hoy con más fuerza que nunca.
Dos meses después del pico de la primera ola de 2021, el debate se centraba en si el fenómeno era irrepetible. Hoy, tras la secuela de julio de 2025, la discusión ha evolucionado. La "gamificación" de la inversión y el poder de las comunidades online ya no son una anécdota, sino una característica estructural de los mercados del siglo XXI. La pregunta que queda abierta para reguladores, instituciones y pequeños inversores no es si el casino volverá a abrir sus puertas, sino cuáles serán las reglas del juego y quién asumirá las pérdidas la próxima vez que la multitud decida mover el mercado.