El polvo del derrumbe en la mina El Teniente aún no se asienta, pero ya ha dejado al descubierto una fractura profunda en el modelo productivo de Chile. La tragedia, que costó la vida a seis trabajadores, ha desplazado el debate desde el rescate hacia la responsabilidad. La pregunta ya no es solo qué falló el 31 de julio, sino si el sistema que presiona a Codelco para maximizar su producción es sostenible a largo plazo.
La tensión es clara y la expresó el gobernador de O’Higgins, Pablo Silva: parte del presupuesto de la nación se produce en El Teniente, pero “eso no puede ser a costa de los trabajadores”. Esta frase resume el dilema que definirá el futuro de la minería estatal. Por un lado, la necesidad fiscal de un Codelco productivo. Por otro, la exigencia ineludible de garantizar la vida de quienes extraen esa riqueza. La auditoría internacional anunciada por la empresa y la investigación penal en curso son los primeros pasos, pero los caminos que se abren a partir de aquí son divergentes.
La respuesta a esta crisis determinará la forma de la industria en la próxima década. Se pueden proyectar tres escenarios principales, cada uno con sus propias consecuencias y actores clave.
Escenario 1: La Reforma Superficial.
En este futuro, la reacción se centra en contener la crisis. Codelco implementa las recomendaciones de la auditoría, pero se limita a las más urgentes y visibles. Se actualizan protocolos de seguridad, se invierte en nueva señalética y se sanciona a algunos mandos medios para mostrar acción. El Sernageomin aumenta la frecuencia de sus fiscalizaciones durante un tiempo.
Escenario 2: La Revolución Tecnológica y Segura.
El accidente actúa como un catalizador para una modernización forzada y profunda. Impulsada por la presión política y el temor a un daño reputacional irreparable, Codelco acelera masivamente la inversión en automatización, monitoreo geológico en tiempo real y operaciones remotas. Las zonas de mayor riesgo, como el nivel Andesita, se convierten en áreas operadas casi en su totalidad por robots y sensores, con supervisión humana a distancia.
Escenario 3: La Ruptura del Modelo Extractivista.
La tragedia escala a una crisis política y social que cuestiona los fundamentos del rol de Codelco. El debate público, alimentado por los sindicatos y organizaciones civiles, deja de centrarse en la seguridad y pasa a discutir el propósito mismo de la empresa estatal. ¿Debe Codelco maximizar su producción a cualquier costo para financiar al Estado? ¿O debe operar bajo un nuevo mandato que priorice la seguridad y la sostenibilidad ambiental, incluso si eso significa menores excedentes?
El camino más probable será un híbrido entre los dos primeros escenarios. Habrá una aceleración tecnológica (Escenario 2), porque la tecnología es la respuesta más tangible y medible para mostrar un compromiso con la seguridad. Pero esta modernización estará limitada por las restricciones fiscales y la inercia burocrática (Escenario 1). La conversación sobre el modelo (Escenario 3) se mantendrá como un ruido de fondo, una advertencia de lo que podría pasar si se repite una tragedia.
La falla geológica que provocó el derrumbe en El Teniente fue un evento natural. La falla en el sistema que permitió que costara vidas humanas es una construcción social y económica. La forma en que Codelco y Chile decidan repararla definirá no solo el futuro de la minería, sino la jerarquía de valores de todo un país.