El agua ya no solo se busca bajo tierra: El mapa científico que encontró un océano de niebla y desafía el modelo de las mega-desaladoras

El agua ya no solo se busca bajo tierra: El mapa científico que encontró un océano de niebla y desafía el modelo de las mega-desaladoras
2025-08-05
Fuentes
elpais.com uchile.cl www.biobiochile.cl uchile.cl www.induambiente.com www.uc.cl www.biobiochile.cl www.bnamericas.com www.biobiochile.cl
  • Un mapa interactivo, creado por científicos chilenos, cuantifica por primera vez el potencial del agua de niebla (camanchaca) como recurso hídrico real, ofreciendo una alternativa descentralizada.
  • El hallazgo choca con la estrategia estatal centrada en costosas y limitadas plantas desalinizadoras, que benefician principalmente a la gran minería y generan nuevos debates socioambientales.
  • Dos meses después de su lanzamiento, la discusión ha evolucionado: de la celebración científica a un desafío político y legal sobre cómo regular y aprovechar esta nueva fuente de agua, hoy en un limbo jurídico.

Pregunta inicial: ¿De dónde vendrá el agua del futuro en Chile?

Durante años, la respuesta a la crisis hídrica en el norte de Chile parecía apuntar en dos direcciones: cavar más profundo o mirar al mar. La sobreexplotación de acuíferos y la construcción de gigantescas plantas desalinizadoras se consolidaron como las únicas vías posibles. Sin embargo, hace poco más de 60 días, a principios de junio de 2025, un equipo de científicos chilenos introdujo una tercera opción que no requiere perforar ni desalar, sino mirar hacia el cielo costero: el Mapa de Agua de Niebla.

Este proyecto, liderado por el Centro del Desierto de Atacama de la Universidad Católica, no es una anécdota. Es una plataforma digital de acceso público que, mediante un sofisticado modelo computacional llamado AMARU, traduce la omnipresente camanchaca en cifras concretas: litros de agua por metro cuadrado, disponibles a lo largo de 2.000 kilómetros de costa. El mapa no solo identifica dónde hay niebla; revela un recurso hídrico medible y potencialmente transformador para comunidades, ecosistemas y agricultores que han vivido bajo la amenaza constante de la sequía.

Dos meses después, la euforia inicial del descubrimiento ha dado paso a un debate de fondo que tensiona la visión de desarrollo del país. La pregunta ya no es si el agua de niebla es viable, sino si el modelo de gestión hídrica chileno, centralizado y enfocado en soluciones de gran escala, está preparado para integrarla.

La bifurcación: Dos modelos para la misma sed

Por un lado, está la ruta establecida. A fines de mayo, la Dirección General de Concesiones (DGC) del Ministerio de Obras Públicas confirmaba que estudiaba nuevas ubicaciones para plantas desalinizadoras, admitiendo al mismo tiempo sus propias limitaciones: “No nos da la capacidad instalada en concesiones para instalar más de tres” en el actual quinquenio. Esta estrategia, si bien necesaria para ciudades como Antofagasta —que hoy se abastece casi por completo de agua desalada—, ha sido objeto de críticas.

La investigadora finlandesa Anna Heikkinen, de la Universidad de Helsinki, en una visita reciente a Chile, calificó el modelo de gestión del agua del país como “un caso único en el mundo” por su carácter privatizado. Advirtió que la desalinización, impulsada principalmente por la demanda minera, corre el riesgo de trasladar la crisis hídrica de los acuíferos a la costa, generando “una nueva crisis hídrica en el mar” y permitiendo la expansión de la misma industria que contribuyó a la escasez original. Es una solución de alta intensidad de capital que, según los críticos, perpetúa un modelo extractivista.

En la vereda opuesta emerge la filosofía detrás del mapa de niebla. En lugar de una mega-inversión centralizada, propone miles de soluciones locales y adaptadas. Los datos son elocuentes: en Alto Hospicio, una zona con casi nula precipitación, se podrían recolectar hasta 3 litros diarios por metro cuadrado. En Falda Verde (Chañaral), pequeños agricultores ya usan atrapanieblas para cultivar desde aloe vera hasta frutillas. Y en parques nacionales como Fray Jorge, la camanchaca es la única razón por la que un bosque de tipo valdiviano sobrevive en pleno semidesierto.

Esta visión resuena con otras innovaciones a ras de suelo, como la de la Fundación Matter of Trust en Taltal, donde agricultores usan esteras hechas con cabello humano y pelo de mascotas reciclados para retener la humedad de los cultivos, logrando ahorros de hasta un 48% en agua de riego. Son soluciones que nacen de la observación del entorno y del ingenio local, no de la importación de tecnologías masivas.

El desafío: De la ciencia a la política pública

El Mapa de Agua de Niebla representa un caso de éxito de lo que analistas como Fernando Sossdorf, de la Universidad de Chile, han denominado la urgencia de generar tecnología propia a partir de los recursos naturales. A diferencia de otros sectores exportadores que son “usuarios avanzados” de tecnología extranjera, el modelo AMARU es conocimiento desarrollado en Chile para un fenómeno chileno.

Sin embargo, la tecnología ha avanzado más rápido que la ley. Hoy, el agua de niebla existe en una “zona gris” del Código de Aguas. No está definida, no está regulada, y por lo tanto, su aprovechamiento a gran escala carece de un marco jurídico que otorgue certezas. ¿Quién tiene derecho sobre ella? ¿Cómo se asigna? ¿Qué resguardos ambientales se necesitan para su captura masiva?

El tema, por tanto, ha escalado. Ya no está solo en manos de geógrafos y climatólogos, sino también de abogados, economistas y políticos. La conversación actual, a agosto de 2025, gira en torno a la necesidad de una ley específica para fuentes de agua no convencionales que no solo incluya la desalinización, sino también la cosecha de niebla, el tratamiento de aguas grises y la recolección de aguas lluvias.

El mapa que reveló un océano invisible sobre el desierto ha cumplido su primera misión: demostrar que hay alternativas. Su segunda misión, más compleja, es forzar al sistema a hacerse una pregunta incómoda: ¿está Chile dispuesto a diversificar no solo sus fuentes de agua, sino también su forma de pensar sobre ella? El debate está abierto y definirá si la camanchaca sigue siendo solo un fenómeno poético del paisaje o se convierte en una palanca real de desarrollo sostenible y equitativo.

La historia presenta un avance científico con implicaciones directas en la política pública y la gestión de recursos críticos, mostrando una evolución desde el descubrimiento inicial hasta el debate sobre su aplicación. Permite analizar un problema estructural, como la crisis hídrica, desde una perspectiva de innovación y soluciones descentralizadas, contrastando con los enfoques tradicionales. El tema ha madurado lo suficiente para evaluar sus primeras consecuencias y el cambio en la narrativa sobre la seguridad hídrica.