La Soberanía Mediática de Chile se Mide en Megahertz:El acuerdo comercial que instaló a RT en la TV abierta

La Soberanía Mediática de Chile se Mide en Megahertz:El acuerdo comercial que instaló a RT en la TV abierta
2025-08-05
Fuentes
elsiglo.cl www.df.cl www.biobiochile.cl www.biobiochile.cl www.elperiodista.cl www.df.cl www.biobiochile.cl

- El acuerdo entre Telecanal y RT no es solo un negocio; es la entrada formal de la geopolítica en la TV abierta chilena.

- El futuro se proyecta en tres fases: normalización silenciosa, producción de contenido local y consolidación como polo de influencia regional.

- La respuesta de Chile —desde sus reguladores hasta su audiencia— definirá si esto es un canal más o un punto de inflexión en su soberanía informativa.

El 16 de junio de 2025, Telecanal, un canal en el margen de la irrelevancia, fue reemplazado por la transmisión 24/7 de RT en Español. No fue un simple cambio de programación; fue la materialización de un conflicto global en las pantallas chilenas. El debate que siguió —sobre propaganda, libertad de expresión y negocios— elude la pregunta fundamental: ¿qué pasa ahora? La llegada de RT no es el final de la historia, sino el comienzo de un proceso que pondrá a prueba el ecosistema mediático de Chile y su resiliencia democrática.

Fase 1: La Normalización Silenciosa (Presente – 6 meses)

Esta etapa ya está en marcha. El impacto inicial da paso a una calma tensa. La transacción es defendida por sus protagonistas —los dueños de Telecanal y el Estado ruso— como un simple acuerdo comercial. El embajador ruso en Santiago afirma haberse enterado por la prensa, mientras que el Ministerio de Exteriores en Moscú celebra una victoria contra la "censura occidental".

Legalmente, el argumento se sostiene. Telecanal mantiene la concesión, por lo que técnicamente es una transmisión chilena. El Consejo Nacional de Televisión (CNTV), limitado por un marco regulatorio diseñado para otra era, solo puede fiscalizar el contenido después de su emisión, no prevenir el acuerdo. Políticamente, las reacciones se estancan. La derecha denuncia una "invasión propagandística", mientras que sectores de la izquierda la defienden como un acto de pluralismo frente a la concentración mediática. Ninguna postura genera una acción concreta.

En esta fase, la estrategia de RT es la prudencia. Su programación se centra en noticias internacionales con un claro sesgo anti-occidental, documentales y entrevistas a analistas que ofrecen una "perspectiva alternativa". El objetivo no es una conversión masiva, sino construir una audiencia de nicho: ciudadanos descontentos con los medios tradicionales, ideológicamente afines o simplemente curiosos. La presencia de RT se normaliza. Se convierte en un dato del paisaje mediático, un canal que la mayoría ignora, pero que una minoría consume con lealtad.

Fase 2: La Fábrica de Contenidos Locales (6 meses – 2 años)

Este es el punto de inflexión. Una vez normalizado, RT pasará de ser un simple repetidor a un productor de contenido chileno. La señal comenzará a contratar periodistas y panelistas locales, probablemente figuras conocidas por sus posturas críticas al sistema. Se crearán programas de debate enfocados en las fracturas sociales de Chile: el conflicto en La Araucanía, la desigualdad económica, la desconfianza en las instituciones y las secuelas de los procesos constitucionales.

La narrativa será consistente: presentar estos problemas como una consecuencia directa del modelo económico y la influencia de Estados Unidos. No será una propaganda burda, sino sofisticada. Se usarán datos reales, se entrevistará a actores sociales marginados y se ofrecerá una plataforma a voces que no encuentran espacio en los medios tradicionales. El objetivo es exacerbar las divisiones existentes y posicionarse como el medio que "se atreve a decir la verdad".

Aquí, la institucionalidad chilena enfrentará su primera gran prueba. ¿Serán estos contenidos considerados una vulneración al "correcto funcionamiento de los servicios de televisión" por el CNTV? ¿O se protegerán bajo el paraguas de la libertad de expresión? La polarización saltará de la pantalla a la política, con debates en el Congreso sobre la "injerencia extranjera". La audiencia de RT crecerá, ya no solo como un nicho, sino como un actor relevante en la formación de opinión pública sobre temas clave.

Fase 3: El Polo de Influencia Regional (2+ años)

En la etapa final, RT ya no es solo un canal de televisión en Chile, sino un polo de influencia regional operando desde Santiago. Aprovechando la infraestructura y la legitimidad ganada, se convierte en una base para las operaciones de RT en el Cono Sur. Las producciones chilenas se exportarán a otros países de América Latina donde la señal rusa tiene presencia.

El canal se consolidará como una plataforma para actores políticos específicos, tanto en Chile como en la región, que comparten una agenda alineada con los intereses de Moscú. Su influencia se volverá medible en momentos críticos, como elecciones presidenciales o plebiscitos. Podría amplificar campañas de desinformación, desacreditar a candidatos o instituciones percibidas como hostiles a Rusia y movilizar a su base de seguidores.

Chile, a través de un acuerdo comercial de un canal en crisis, se habrá convertido en un campo de batalla abierto y permanente en la guerra global por la información. La soberanía mediática ya no será un concepto abstracto, sino una realidad disputada diariamente en la televisión abierta. El legado de este acuerdo no será el contenido de RT, sino la demostración de cuán vulnerable es el ecosistema mediático local a las estrategias de poder de actores estatales globales. La pregunta final no es si Chile puede apagar a RT, sino si puede fortalecer sus propias defensas —regulatorias, mediáticas y cívicas— para operar en este nuevo escenario.

El tema ha madurado durante más de 60 días, permitiendo un análisis profundo más allá de la reacción inicial. Exhibe una clara evolución narrativa, desde la aparición de la señal hasta las respuestas diplomáticas y el debate público, tocando fibras críticas como la libertad de expresión, la propaganda estatal y la soberanía mediática. Las consecuencias son visibles en la discusión política y social que ha generado, ofreciendo un caso de estudio sobre la influencia extranjera y la guerra de la información en el contexto latinoamericano. Su potencial reflexivo permite proyectar escenarios futuros sobre regulación de medios, confianza pública y el rol de Chile en la geopolítica de las narrativas.