El transporte público ya no transporta: Es un escenario de fallas, violencia y abandono

El transporte público ya no transporta: Es un escenario de fallas, violencia y abandono
2025-08-05
Fuentes
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- Incidentes aislados entre mayo y julio revelan una crisis sistémica en el transporte público.

- La infraestructura, la convivencia y la operatividad del sistema muestran un deterioro progresivo.

- Las respuestas institucionales son reactivas y no abordan las causas de fondo del abandono y la inseguridad.

El trayecto diario es un pilar fundamental de la vida urbana. Pero, ¿qué ocurre cuando este ritual se convierte en una fuente constante de incertidumbre, peligro y frustración? Entre mayo y julio de 2025, una serie de eventos, inicialmente reportados como noticias aisladas, han dibujado un panorama completo de la profunda crisis que afecta al transporte público en Chile. Más de dos meses después, estas historias, vistas en conjunto, revelan que el sistema no solo falla en lo operativo; se ha convertido en el espejo de promesas rotas, fragmentación social y abandono institucional.

La Infraestructura Rota: Cuando lo Básico Falla

La expectativa más elemental de un servicio público es que su infraestructura sea funcional y segura. Sin embargo, hechos recientes muestran un alarmante desprecio por este principio. En Renca, un paradero de micro fue construido al revés, de cara a una reja y de espaldas a la calle. Este suceso, que podría parecer una anécdota tragicómica, simboliza una desconexión profunda entre la planificación y las necesidades reales de los usuarios. Mientras las guías podotáctiles para personas no videntes estaban correctamente instaladas, la estructura principal las volvía inútiles, un monumento al absurdo y al malgasto de recursos.

Este descuido tuvo consecuencias trágicas en otro punto de la capital. El 8 de junio, un hombre no vidente cayó al lecho del Río Mapocho desde una altura de siete metros debido a la ausencia de barandas de seguridad. El resultado: fracturas en ambas piernas y la evidencia brutal de que la negligencia en el espacio público no es inocua. No se trata de un accidente aislado, sino del resultado predecible de un entorno que ha dejado de proteger a sus ciudadanos más vulnerables.

La Convivencia Quebrada: Violencia a Bordo

El transporte público, un espacio forzosamente compartido, se ha transformado en un caldo de cultivo para la hostilidad. El 26 de mayo, en Viña del Mar, un comandante de Bomberos y un chofer de micro se enfrascaron en una pelea a golpes a bordo del bus, frente a pasajeros atónitos. El detonante, una presunta infracción de tránsito, escaló a una violencia que evidencia la erosión de la convivencia cívica y el alto nivel de estrés que se vive en las calles.

Esta tensión latente explotó de forma aún más preocupante el 17 de julio en Santiago. Un chofer del sistema RED, enfrentado por un periodista de Chilevisión por graves denuncias de violación y amenazas contra su expareja, reaccionó con una violencia inusitada. No solo encerró al periodista en el bus con pasajeros a bordo, sino que, tras liberarlo, intentó atropellarlo y huyó conduciendo de manera temeraria. Más allá del acto individual, el incidente destapa preguntas críticas sobre los procesos de selección y fiscalización de los conductores y la falta de respuesta de las empresas operadoras ante acusaciones de tal gravedad. El espacio que debería ser seguro para millones se vuelve un refugio para la impunidad.

La Operación Interrumpida: El Viaje Inmóvil

La promesa de un transporte eficiente se desvanece con cada interrupción. Durante junio y julio, el Metro de Santiago sufrió cierres parciales recurrentes en sus líneas principales, como la L1 y la L2, debido a la presencia de "personas en la vía". Cada uno de estos eventos, que a menudo esconden dramas humanos y crisis de salud mental, paraliza a miles de santiaguinos, recordándoles la fragilidad de un sistema del que dependen. La normalización de estas emergencias ha transformado la certeza del viaje en una lotería diaria.

Pero la falla operativa alcanzó su punto más sombrío el 5 de julio, cuando se encontró el cuerpo sin vida de una persona al interior de un bus del sistema RED en un depósito en Maipú. Aunque se descartó la intervención de terceros, el hecho es desolador: alguien murió en el trayecto o al final de un recorrido sin que nadie —ni el conductor ni otros pasajeros— lo notara. El bus, símbolo de movimiento y conexión, se convirtió en una tumba anónima, exponiendo un nivel de deshumanización y abandono que trasciende cualquier falla técnica.

La Respuesta Institucional: Parches para una Herida Profunda

Frente a este panorama, las respuestas de las autoridades a menudo parecen enfocarse en los síntomas y no en la enfermedad. A mediados de junio, Metro de Santiago prohibió el ingreso de carros de supermercado y "yeguas" de carga, una medida para combatir el comercio ambulante y mejorar la seguridad. Si bien la intención de despejar las vías de evacuación es válida, la medida plantea un dilema: ¿es una solución real a la inseguridad o una forma de desplazar un problema social y económico complejo sin abordarlo de raíz? Para muchos, esta prohibición es un parche que no resuelve la falta de oportunidades que empuja a miles al comercio informal.

La crisis del transporte no es un fenómeno aislado. Refleja una fatiga más amplia de las instituciones, como lo señaló el alcalde de Zapallar en otro contexto al afirmar que "el sistema está obsoleto". Cuando un paradero se construye al revés, una persona cae a un río por falta de una baranda, o un conductor violento sigue al volante, el problema no es solo de gestión del transporte. Es el reflejo de una promesa rota: la de un Estado que garantiza servicios públicos dignos, seguros y equitativos para todos sus ciudadanos. El tema no está cerrado; es una crisis en plena evolución que exige una reflexión crítica sobre qué tipo de ciudad y sociedad se está construyendo, paradero por paradero, viaje por viaje.

La historia documenta la evolución de una crisis sistémica en un servicio público esencial, transitando desde fallas operativas y decisiones administrativas controvertidas hasta graves incidentes de seguridad. Este tema permite un análisis profundo sobre el deterioro del espacio público, el incumplimiento de una promesa de modernización y equidad, y las consecuencias sociales de una infraestructura que ya no responde a las necesidades de la ciudadanía. La madurez temporal de los eventos permite conectar incidentes aislados para revelar un patrón de decadencia con consecuencias visibles en la vida cotidiana de millones de personas.